|
AfroCubaWeb
|
|
Message from Cuba to African American Intellectuals and
Artists
|
A Yoruba proverb states: "The lie may run for a year, the truth will catch up with it one day". Although the most intolerant political circles and
the most powerful mass media have tried to impose a distorted image of contemporary Cuban society on
American public opinion for a long time, one way or another, in the end,
a path to reality opens up. We are sure that's the way it will happen when the arguments refuting those deceitful statements about our society contained in a document circulated on December 1st in the name of a group of African American intellectuals and leaders are considered. To say that among us there is a "callous disregard" for black Cubans, that they are denied "civil liberties on the basis of race," and to insist that "the unwarranted and brutal harassment of black citizens in Cuba who are defending their civil rights cease" would seem delirious speculation but for what lays behind those fictions: the malicious intent of adding respectable voices from the Afro-American community to the anti-Cuban campaign that attempts to undermine our sovereignty and identity. If the Cuba of these times was that racist nation they want to invent, its citizens would not have contributed massively to the liberation of the African people. More than 350,000 Cuban volunteers fought alongside their brothers of Africa against Colonialism. More than 2,000 fighters from the Island fell in the lands of that Continent. A personality of undisputed worldwide relevance, Nelson Mandela, has recognized the role of those volunteers in the definitive defeat of the infamous Apartheid regime. From Africa we brought back only the remains of our dead. Cuba
has over there in that continent no property, no bank, no mines, no
oil wells. This
is a process, we know, that is not exempt from conflicts and contradictions
in which inherited social disadvantages and deeply-rooted prejudices play an important role. |
The Phantom
Letter 12/23/2009 Havana Times: "A reply
signed by eight Cuban intellectuals including De la Hoz had been published
days earlier in Granma under the heading: “A message from Cuba to the
African-American intellectuals and artists.” The reply ran without
making known the contents of the declaration from the US that provoked
such a response. It astonishes me that in this 21st century the newspaper
should utilize such a misleading tactic, thus giving Cuban readers free
rein to speculate about the reasons that may or may not have led the
African American intellectuals in the US to dare produce such a
declaration. ...What, then, could the ghostly declaration be talking
about? Could it be that it’s grounded in the everyday life of black
Cubans today?"
Un proverbio yoruba reza: “La mentira puede correr
un año, la verdad la alcanza un día”. Aunque por largo tiempo a
la opinión pública norteamericana le han tratado de imponer, desde
los círculos políticos más intolerantes y los medios de
comunicación más poderosos, una imagen distorsionada de la
sociedad cubana contemporánea, siempre, de un modo u otro, termina
por abrirse paso la realidad. Así sucederá, estamos seguros, cuando se conozcan los argumentos que nos llevan a refutar las falaces afirmaciones sobre nuestra sociedad contenidas en un documento circulado el pasado 1ro. de diciembre a nombre de un grupo de intelectuales y líderes afronorteamericanos Decir que entre nosotros existe un “insensible desprecio” por los cubanos negros, que se coartan las “libertades civiles por razones de raza”, y exigir que se ponga fin “al innecesario y brutal acoso de los ciudadanos negros en Cuba que defienden sus derechos civiles”, parecería una delirante elucubración si no fuera porque detrás de esas ficciones se evidencia la aviesa intención de sumar a respetables voces de la comunidad afronorteamericana a la campaña anticubana que pretende socavar nuestras soberanía e identidad. Si la Cuba de estos tiempos fuera ese país racista que se quiere inventar, sus ciudadanos no hubieran contribuido masivamente a la liberación de los pueblos africanos. Más de 350,000 voluntarios cubanos combatieron junto a sus hermanos de África contra el colonialismo. Más de 2,000 combatientes de la Isla cayeron en tierras de aquel continente. Una personalidad de indiscutible relieve mundial, Nelson Mandela, ha reconocido el papel de esos voluntarios en la quiebra definitiva del infamante régimen del apartheid. De África solo trajimos los restos de nuestros muertos. Cuba no tiene allí, en ese continente, ninguna propiedad, ningún banco, ninguna mina, ningún pozo petrolero. Si la Cuba de hoy sintiera ese desprecio por el negro, más de 35 000 jóvenes africanos no hubieran sido formados en nuestras escuelas durante los últimos 40 años, ni 2,800 jóvenes de una treintena de países de esa región estudiaran ahora mismo en nuestras universidades. Un pueblo enfermo de racismo se negaría a colaborar en la formación de médicos y recursos humanos en el área de la Salud en Facultades de Ciencias Médicas fundadas en Guinea Bissau, Guinea Ecuatorial, Gambia y Eritrea; daría la espalda a los programas de asistencia sanitaria que han salvado miles de vidas en varios territorios de América Latina y el Caribe donde resulta significativa la presencia de la diáspora africana, y se hubiera desentendido de los más de 20,000 haitianos y afrocaribeños de habla inglesa que han recuperado la vista mediante operaciones quirúrgicas practicadas gratuitamente en nuestro país. Es muy probable que la mayoría de los firmantes del documento desconozca cómo a raíz de la devastación de Nueva Orleáns por el huracán Katrina, decenas de médicos y personal paramédico cubano se ofrecieron para asistir voluntariamente a las víctimas del meteoro en un gesto humanitario que no halló respuesta en las autoridades norteamericanas. En otro orden, quizá también ignoren de qué modo, desde los primeros días que siguieron a la victoria popular de 1959, fueron desmanteladas aquí las bases institucionales y jurídicas de una sociedad racista. La Revolución Cubana encontró en 1959 una situación desesperada en la mayoría de la población. Los afrodescendientes cubanos, que estaban entre las más sufridas víctimas del modelo neocolonial imperante en la Isla, se beneficiaron de inmediato con la batalla que dio el gobierno revolucionario para erradicar toda forma de exclusión, incluido el feroz racismo que caracterizaba a la Cuba de entonces. La política de Cuba contra cualquier tipo de discriminació Como nunca antes en la historia de nuestro país, los negros y mestizos han hallado, en el proceso de transformaciones emprendido en el último medio siglo, oportunidades de realización social y personal, sustentadas en políticas y programas que han propiciado el despegue de lo que llamó el antropólogo cubano Don Fernando Ortiz la impostergable fase integrativa de la sociedad cubana. Se trata, lo sabemos, de un proceso no exento de conflictos y contradicciones, sobre los que gravitan tanto desventajas sociales heredadas como prejuicios secularmente enraizados. Hace seis años, Fidel Castro, al dialogar en La Habana con pedagogos cubanos y extranjeros, comentó cómo “aún en sociedades como la de Cuba, surgida de una revolución social radical donde el pueblo alcanzó la plena y total igualdad legal y un nivel de educación revolucionaria que echó por tierra el componente subjetivo de la discriminació Quien observe la vida cotidiana en cualquier sitio del país, podrá advertir cómo se lleva a cabo un ingente esfuerzo por superar definitivamente los factores que condicionan tal situación mediante nuevos programas orientados a eliminar toda desventaja social. Los intelectuales afronorteamericanos deben saber cómo sus colegas cubanos han abordado estos temas y promueven acciones desde el lugar prominente que ocupan en la sociedad civil. Algunos de los programas anteriormente aludidos surgieron a partir de los debates suscitados en 1998 durante el VI Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en diálogo franco y abierto con las máximas autoridades del Estado y el entonces presidente Fidel Castro. Debe recordarse que la organización que agrupa a la vanguardia del movimiento intelectual y artístico cubano tuvo como presidente fundador a un poeta negro, Nicolás Guillén, uno de los más notables poetas de la lengua castellana del siglo XX, activo luchador contra la discriminació En el seno de la UNEAC, organización que nunca estuvo a espaldas de esta problemática se ha creado un Comité permanente para luchar, desde una perspectiva cultural, contra todo vestigio de discriminació En un país racista sería impensable la fundación y el funcionamiento de instituciones como la Casa de África, la Fundación Fernando Ortiz, la Casa del Caribe de Santiago de Cuba, el Centro de Estudios del Caribe de la Casa de las Américas y el Instituto Nacional de Antropología, que, entre otras, investigan a fondo el legado africano en nuestra cultura y las relaciones interraciales en nuestro país. Ni recibieran apoyo ni tendrían el más amplio reconocimiento social entidades artísticas de tanta jerarquía como el Conjunto Folclórico Nacional, el Ballet Folclórico de Camagüey, o el Conjunto Folclórico de Oriente. Ni existiera el Museo de La Ruta del Esclavo, primero de su clase en América Latina y el Caribe y uno de los principales resultados del compromiso de Cuba con el programa auspiciado por la UNESCO para vindicar el aporte de los africanos arrancados por la fuerza de sus tierras de origen a estas otras donde contribuyeron a la forja de nuevas identidades. Si el odio racial fuera una tónica predominante en nuestra sociedad, no pasaría de ser un gesto retórico la conmemoración del centenario de la fundación del Partido Independiente de Color, sobre la base de recuperar la memoria histórica de una etapa de las luchas y afanes del pueblo cubano por sus derechos y su liberación de todas las dominaciones. Genuinos portadores de la cultura musical tradicional, sumamente apreciados por públicos norteamericanos, como Los Muñequitos de Matanzas y los conjuntos Yoruba Andabo y Clave y Guaguancó tendrían que desempeñarse como braceros mal pagados en los puertos, parqueadores de autos, limpiabotas y empleados domésticos, de no haberse reconocido sus extraordinarios valores. Una sociedad racista no se hubiera empeñado en traducir y publicar centenares de obras literarias de decenas de autores africanos y afrocaribeños. En una de sus visitas a Cuba, el Premio Nobel nigeriano, Wole Soyinka, declaró: “Es difícil encontrar otro lugar en el hemisferio occidental donde la avidez por conocer a los escritores africanos trascienda, como he visto aquí, el interés de las instituciones académicas”. Los intelectuales y artistas cubanos agradecemos la solidaridad, la comprensión y el respeto que muchas personalidades afronorteamericanas han mostrado hacia la realidad cubana a lo largo de medio siglo. Nunca les hemos pedido compartir nuestras ideas políticas ni hemos condicionado el diálogo a algún tipo de respaldo o adhesión. Por un elemental sentido de la ética respetamos sus puntos de vista. Tal vez fuera oportuno que los firmantes de la declaración que comentamos escucharan desprejuiciadamente esos criterios. Estamos convencidos de que al hacerlo, como proclama el refrán yoruba, la verdad tenga su día. La Habana, 2 de diciembre de 2009 Nancy Morejón, poetisa y ensayista Miguel Barnet, poeta y antropólogo Esteban Morales, politólogo y ensayista Eduardo Roca (Choco), artista Heriberto Feraudy, historiador y ensayista Rogelio Martínez Furé, africanista Pedro de la Hoz, periodista y ensayista Fernando Martínez Heredia, sociólogo y ensayista Omara Portuondo, artista |
Acting On Our Conscience - A Declaration of African American Support for the Civil Rights Struggle in Cuba, 12/09 Letter signed by a long list of African Americans, organized by Carlos Moore
AD HOC COMMITTEE FOR RACIAL AND HUMAN JUSTICE, Press Release supporting release of Carlos Moore letter, 11/30/09
[AfroCubaWeb] [Site Map] [Music] [Arts] [Authors] [News] [Search this site]