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Afrocubanas, historia, pensamiento y prácticas culturales
"Mis Razones"
por Gloria Rolando, 15/2/12

Una luz especial irradia sobre este libro. Desde la portada nos recibe un enigmático rostro de mujer negra con la mano en la cabeza. Talvez ella sugiere la necesidad de revelar los más íntimos recuerdos de la memoria acumulada por los siglos.

Su mirada penetrante, insistente. Una mirada que llama al desafío y al diálogo entre el pasado y el presente. Esa imagen que encabeza nuestro libro salió de las manos y la inteligencia de Belkis Ayón. Ella tuvo el privilegio de conjugar el mito y la realidad hasta convertirse ella misma en el mito y parte de una historia que no podemos negar. Algunos se preguntarán:¿Por qué afrocubanas? ¿Es que ahora las negras de Cuba quieren o tienen o inventaron una historia diferente al resto de las mujeres de esta nación?¿Se trata de alguna corriente pasajera de influencia foránea?¿Por qué un libro como este? Desde el prólogo Inés María Martu (Lalita) deja bien establecida una poderosa razón: “La imagen de la mujer negra en la sociedad cubana en todos las épocas ha sido construida a base de estereotipos negativos”. Y en mi opinión, esta época a pesar de los avances, no ha sido una excepción. Por eso, cuando me invitaron a presentar el libro, no lo pensé dos vecez. Yo también tengo mis razones.

Pero quiero referirme a una pequeña anécdota para que me entiendan: Imaginen los que cogen guagua, un camello en la llamada hora pico, un calor insoportable, el desespero por subir y una mujer con muchos paquetes que no podía o no quería avanzar hacia el interior del ómnibus se produce una discusión entre ella y el chofer. Sube la temperatura del diálogo en las circunstancias, hasta que el chofer le dispara: “…tú no eres más que una negra”. El público quedó paradalizado, se hizo un silencio. Todos y todas fuimos testigos de aquel triste momento. La mujer quedó muda, aplastada. La historia devolvió al presente las voces de los amos, mayores y contramayores, personajes de la época colonial que deseñaron una filosofía del desprecio y el abuso físico y psíquico hacia la mujer negra, que, lamentablemente, llega hasta nuestros dias.

En esta acción verbal del chofer también había mucha ignorancia, mucho desconocimiento. Es hora ya de sacar a la luz, así de conjunto, historias tan interesantes que ponen al descubierto el aporte, el protgonismo de la mujeres negras. Y desde aquí hay que reconocer un paso que marcó las diferencias. El libro es una invitación a recorrer el alma de esa parte olvidada de la nación.

Los contenidos de esta edición están organizados o agrupados en 3 secciones: Historia, Pensamiento y Prácticas culturales. Cada cual, según sus intereses en determinado tema, podrá encontrar una motivación para la lectura. Sin embargo, un hilo conductor ayuda a visualizar nuestras acciones en los diferentes espacios de la historia de Cuba.

Desde el comienzo, me sumergí en el fascinante trabajo de la Digna Castañeda: “Demandas judiciales de las esclavas en el siglo XIX cubano”. La autora se dedicó a pulir el sentido de cada documento antiguo para que ellos revelaran la epopeya de esas mujeres negras que alzaron su voz en condiciones tan adversas, en medio de la tragedia de la esclavitud. Lo hicieron para mantener a sus familias e impedir las vejaciones y los atropellos del sistema colonial. Valor y Resistencia. ¿Qué imagen tan diferente a esos personajes sumisos de algunas telenovelas, sin personalidad, diseñados solo como sombras que acompañan a los personajes centrales? Dice la autora: “Pocas veces lograron sus propósitos a través de las demandas”, pero es muy importante conocer la disposición, la certeza de que los negros y las negras esclavizadas nunca aceptaron aquella sociedad que reducía su condición humana. Razones sobraban para luchar por la libertad y mejorar en la escala social. ¿Era eso posible? Oilda Hevia trae a la luz del conocimiento público el caso de Belén Alvarez. De esclava urbana a propietaria. Vuela la imaginación y empieza uno a reconocer el paisaje humano de La Plaza Vieja de ese siglo. Hay una buena presencia de mujeres negras en diversas labores. De ese inmenso ajetreo callejero salieron los pequeños capitales que día a día tejieron el sueño de obtener la libertad para ellas o sus descendientes. En ese contexto desconocido, ignorado y anónimo de la colonia, Oilda encontró la historia de Belén Alvarez quien muere en 1887 con una fortuna de 6500 pesos depositados en el Banco Español de La Habana.

Otras esclavas, ex­esclavas, otras familias negras lograron un progreso dentro del siglo XIX. Entonces puede sorprendernos la existencia de la Revista habanera “Minerva” (una revista quincenal

Gloria Rolando y Daisy Rubiera presentando Afrocubanas
Gloria Rolando y Daisy Rubiera. Gloria esta leyendo "Mis
razones" a la presentacion de Afrocubanas. Photo CIR, 2012
 dedicada a la mujer de color).

“Minerva” apareció en 1888, era de pequeño formato y muy modesta. María del Carmen Barcía, autora de este trabajo hace un comentario revelador del espíritu de esta revista (pag 83): La revista expresaba a través de artículos o de otras contribuciones ­cartas, poesías o notas­ no solo lo que la esclavitud había significado en el plano individual para estas mujeres, sus familiares o amigos antes de ser abolida, sino las consecuencias que el racismo, por ella engendrado, ejercía sobre la sociedad. Doblemente desestimadas, las mujeres negras y mestizas arrastraban un pasado de uniones consensuales, hijos ilegítimos y marginación social y cultural que estaban decididas a redimir a toda costa.

Una y otra vez yo quisiera penetrar en el pasado y conocer de cerca las voces y el quehacer cotidiano de mujeres como Úrsula Coimbra de Valverde, América Font, África Céspedes. Ellas y otras fueron la razón de ser Minerva. Una experiencia única. Sus directores eran hombre pues “las mujeres, salvo en el caso de ser viudas, no tenían entidad jurídica para ocupar cargo”. A veces la historia es muy extraña, hoy día tenemos muchas leyes, muchos derechos, pero no tenemos una publicación, ni acciones específicas dirigidas a ese sector tan complejo de la sociedad cubana contemporánea. Solo basta echar una mirada, a pié, para darse cuenta de mi preocupación.

Para las mujeres de “Minerva” el camino de la instrucción era vital escribió América Font: “La instrucción debe ser para la mujer lo que es la sabia para el árbol pues donde no hay instrucción no hay libertad”. El eco de estas palabras tienen un gran sentido en el presente. Pero muchas jóvenes no quieren escuchar.

Entramos en la segunda parte del libro (Pensamiento) y aunque no podré referirme a los 17 ensayos que componen esta sección, tengo muchas razones para detenerme en la página 95: “ Voces negras a favor del Partido Independiente de Color”.

Es de obligada consulta para aquel que quiera abordar el tema de Los Independientes de Color, redimirse a las páginas de “Previsión” órgano oficial del Partido. Allí encontraremos también la presencia de las mujeres negras como es el caso de Carmen Piedra. Tres fragmentos ilustran el caractér de la prédica política, directa, enérgica, patriótica. Palabras fuertes que llegan al corazón y también hacen pensar en el presente, especialmente el titulado “Havana” “Verguënza da el estado de retraimiento, en que está la mayor parte de la raza negra en esta localidad…”

Los fragmentos que aparecen de Carmen Piedra fueron escritos en abril de 1910, mes y año de dura campaña en contra de Los Independientes de Color. Fueron perseguidos y encarcelados bajo la causa 321. Fue el año 1910, momento de la aprobación de La Enmienda Morúa que desencadenó los sangrientos hechos de 1912.

Carmen Piedra, Pastora Mena, Rosa Brioso y muchas otras mujeres de los comités de Damas, incluyendo a Vicenta García de Estenóz, esposa de Evaristo Estenóz, fueron pilares y protagonistas de ese complicado y desconocido capítulo de la Historia de Cuba.

El debate sobre la raza y ya después del 12 continuó a lo largo de La República. En los años 30 Gerardo del Valle y Catalina Pozo, ambos periodistas, escribieron sobre la situación de las mujeres negras y mestizas. En su artículo “La negra cubana”, Gerardo escribió (pag 100) : “Cualquiera que visite los excecrables solares, baldón de nuestra República podrá notar cómo en una sola habitación hay una mujer de color con 4, 6 y hasta 10 retoños a su alrrededor, mientras ella lucha heróicamente”. Esta es la historia de nuestras madres, abuelas y bisabuelas. Mujeres luchadoras, amantes, dignas, contradictorias, espirituales y muy solas, luchaban solas, no había tiempo para la autocompasión. Digna Castañeda señala un rasgo muy importante de la personalidad de estas mujeres. “Ellas contribuyeron, quizás más que el hombre a preservar y transmitir su cultura ancestral”.

Pero, ¿Qué pasó con aquellas negras y mestizas que lograron un título en los años 30? Catalina Pozo Gato hace un inventario interesantísimo de mujeres negras graduadas de aulas universitarias, institutos,escuelas normales, del hogar, academias, dentistas, farmacéuticas,abogadas,doctoras. La autora interroga al lector de la época (pag 104): ¿Cuántas muchachas de color ve usted despachando en las grandes tiendas? ¿En qué proporcióón las encuentra en las oficinas públicas? ¿Cuántas en las dependencias del Estado?. Esto fue escrito en 1930, cualquier semejanza con algunos pasajes de la vida cubana en los años 90 que pase por la mente de ustedes, creanme no es pura coincidencia. Este libro tiene la virtud de ayudar a conocer el pasado para debatir el presente con objetividad y valentía. En nuestras calles, en nuestros barrios habaneros y de otras provincias, han existido y existen imágenes cotidianas de mujeres negras y mestizas cuyos atributos revelan su iniciación en la llamada Santería o Regla de Ocha. Me gusta mucho que estén incluidas en la sección de Pensamiento, porque si algún grupo social ha sido olvidado, silenciado, caricaturizado y hasta despreciado, ha sido este conjunto de sabias mujeres de pañuelos blancos, colores y pulsos, amplias sayas de guinga azul,roja o amarilla, transmisoras de una sabiduría religiosa, de una cultura maravillosa que tanto ayuda para la vida. Daisy Rubiera Castillo hace un justo homenaje. El título de su ensayo: “ La mujer en la Santería o Regla Ocha: género, mito y realidad”. Con gran astucia aprovecharon cada espacio que pudieron arrancarles a las autoridades coloniales. Rostros que hemos perdido, voces que hemos perdido porque nunca contraron en la historia oficial aunque ellas también hacían y hacen la compleja historia de la nación cubana. Por esos, la razón de ser de este libro y al igual que las negrs viejas de la poetisa Georgina Herrera son fuentes de sabiduría popular. Ojalá que algún día una estudiante cubana, sea blanca o sea negra, pueda hablar sin prejuicios de Inés Flores, Ña Caridad, Ma Josefa Cárdenas, María de Jesús Soto, Ña Rosalia, Ña Matilde de Zayas y muchas otras cuyos nombres son invocados antes de comenzar cualquier ceremonia religiosa. Ahora bien a partir del trabajo de Yulexis Almeida “Género y racialidad, una reflexión obligada en la Cuba de hoy” el libro se inserta en el debate contemporáneo. Aquellos lean atentamente las 8 últimas propuestas de la sección de Pensamiento, se enfrentarán al encuentro espinoso de nuestra realidad. No hay educación en el lenguaje. Las autoras están conscientes de la emergencia en pronunciar ciertas verdades y promover el debate en voz alta. Los títulos anuncian la naturaleza de sus polémicos contenidos: “ Pelos”, “ Pasar por Blanca” y “ La Revolución hizo a los negros”. La pasión de los textos emana de las vivencias que han tenido las escritoras, de ahí que el compromiso sea mayor.

Estas reflexiones sobre nuestra identidad como negros y negras son la esencia de las mejores letras del rap cubano. Y como dice una de ellas “es la manera de cimarronear en estos tiempos”. Por lo tanto, sigue la tradición de lucha. Sigue la cultura de resistencia donde las mujeres negras de ahora tienen también su lugar.

La tercera parte del libro se llama “Prácticas Culturales”. Un capítulo complejo para resumir porque se extiende al mundo de la poesía, la narrativa, el ensayo, las imágenes (cine-artes plásticas), la música y el deporte.Con mucha honestidad se proclama el orgullo que sentimos al mencionar los nombres de aquellas que habrieron un camino y nos dan prestigio como negras cubanas. Es el caso de Nancy Morejón, Georgina Herrera, Sara Gómez, Inés Martiatu, Belkis Ayón, Maria Elena Mendiola y Tania León (las dos últimas en esa carrera tan dificil que es la dirección orquestal). Lamentablemente hay algunas ausencias: la cantante lírica Yolanda Hernández, la querida Haydee Arteaga maestra de la narración oral. Creo que todavía se pueden estudiar diversas profesiones y oficios donde las mujeres negras se han destacado: las maestras, las enfermeras, las comadronas,etc. Sin embargo, agradesco enormemente el trabajo de Irene Ester Ruiz, “ La mujer negra en el deporte”. Detrás de cada nombre que ella menciona está el gran reto, la gran hazaña que no podemos olvidar porque ellas también son hijas del pueblo y una tradición ancestral. Todas forman un GRAN SALÓN DE FAMA por eso me llena de alegría mencionar algunos nombres: Aurelia Pedrón, Silvia Chivás, Maria Caridad Colón, Miguelina Cobián, Ana Fidelia Quirot, Marlene Elejalde, Violeta Quesada, Fulgencia Romay, Carmen Laura Valdéz, Maritza Martén, Silvia Costa, Mireya Luis y las famosas Morenas del Caribe. Temina Irene Ester con las siguientes palabras: “quiero que se conozca desde otra arista el papel que han desempeñado nuestras atletas negras y mestizas en su lucha por alcanzar el espacio que ellas se han propuesto y que les corresponde por pasión, valentía, esfuerzo, dedicación y amor, con lo cual han llenado de gloria el nombre de Cuba”.

Por esa razón y muchas otras que se exponen a lo largo del libro, no aceptamos el ajiaco que distorsiona nuetra imagen, donde se nos disuelve y perdemos nuestra visibilidad. Presencia ganada desde los tiempos de la colonia. Recomiendo particularmente, para una tarde o una noche de profunda reflexión sobre nuestra identidad “El negrito y la mulata en el vórtice de la nacionalidad” de Inés Maria Martiatu. Es hora ya, de scudir bien fuerte esos polvos coloniales. Para finalizar mi presentación quiero volver al inicio a aquella tarde, a aquel camello, con aquel calor insoportable y a aquella mujer negra con múltiples paquetes.

La respuesta del chofer que nos dejó paralizados, la supuesta ofensa al decirle...“tú no eres más que una negra” tiene profundas raíces históricas. Ella, no pudo responder, entre otras cosas, porque muchas no tenemos interiorizadas las herramientas morales, y el conocimiento pleno de nuestro papel para decir con orgullo: soy negra, negra cubana y a mucha honra. Talvez, ese chofer, negro, que pretendió insultarla, degradarla, ante una respuesta así, enérgica, talvez el pueda empezar a reflexionar sobre su propio pasado. Tengo mis razones para pensar que esto, aunque lentamente, todavía puede suceder.


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Afrocubanas, historia, pensamiento y prácticas culturales, Compiladoras: Daisy Rubiera Castillo e Inés María Martiatu Terry, 2011

Gloria Rolando, cineasta


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