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Placido, Martir Africano Cubano
Eugene Godfried
periodista/comunicador social/
productor y conductor radial
Radio Habana Cuba
Radio CMKS - Guantánamo
18 de avril, 2004
INTRODUCCION
Cuando la UNESCO invita a todos los pueblos del mundo y en especial a
nuestros pueblos del Caribe a reflexionar sobre el Bicentenario de la
independencia de Haití (1 de enero 1804), y la primera abolición de la
esclavitud que fueran en Haití y Guadalupe (1793), es oportuno recordar
todas las manifestaciones que fueron víctimas de la ideología racista
que sostenía el sistema de esclavización de africanos, indígenas y
asiáticos en nuestra región y el mundo.
El sistema eurocentrista aún dominante en el mundo sabe silenciar los
debates sobre casos y personalidades como Plácido. El discurso oficial
prioriza su propia historia eurocentrista y eurosupremacista. Impiden
sistemáticamente el diálogo sobre personalidades como los ‘palenqueros’,
José Antonio Aponte y Ubarra, Francisco Manzano, Plácido,
Antonio y
José Maceo, Mariana Grajales, Guillermón Moncada, Evaristo Estenoz,
Pedro Ivonnet, Eugenio Lacoste y otros. Sacralizan a otras personalidades
de descendencia euroibérica con trayectorias, incluso, racistas.
Este es el momento para desmantelar el pasado eurocentrista y
eurosupremacista y reescribir nuestra historia desde un punto de vista de
los humildes, explotados y oprimidos.
Un servidor,
Eugène Godfried
Periodista/trabajador sociocultural/
Productor y conductor radial
Radio Habana Cuba
Radio CMKS – Guantánamo
Guantánamo, 18 de abril 2004
CRONOLOGÍA DE GABRIEL DE LA CONCEPCION VALDÉS,
PLÁCIDO
1809 18 de Marzo: Nace en la calle Bernaza, en la Habana, hijo de Diego Ferrer y
Concepción Vázquez.
6 de Abril. Depositado por su madre en la Real Casa de
Beneficiencia. Su padre lo recoge y lo deja al cuidado de su
abuela paterna.
1819-1821 Recibe clases del maestro y poeta Pedro J. del Sol.
Ingresa en la escuela para niños pobres, que permitía asistir a
los de "color" del Colegio Belén. Estudia en el colegio
El Angel con Francisco Bandarián.
1821 Interrumpe sus estudios. Comienza a trabajar en una
carpintería. Ingresa en el taller del retratista Vicente Escobar.
1823 En la imprenta de José Severino Boloña es aprendiz de tipógrafo.
1826 Se dedica al oficio de peinetero.
1825 Se traslada a Matanzas a fines de ese año y trabaja en el
establecimiento de Nicolás Bota y Ponce de León. Comienza a
darse a conocer como poeta.
1832 Regresa a La Habana. Trabaja en varias platerías. Entabla
amistad con Ramón Vélez Herrera, Ignacio Valdés Machuca y otros
poetas y escritores. Comienzan sus amores con Fela
(Rafaela), negra liberta.
1833 Muerte de Fela durante la epidemia de cólera que azotó a
La Habana.
1834 Participa en la fiesta de Arroyo Apoo en homenaje al poeta
español Fransisco Martínez de la Rosa, que acabada de ser
nombrado ministro. Su composición "La siempreviva"
triunfa en el certamen poético.
1836 Retorna a Matanzas. Se une maritalmente con una mujer
llamada "Celia" en sus poemas. Hace amistad con
Sebastián Alfredo de Morales, Lince. Recibe la
visita de José María Heredia.
1837 Colabora en distintos periódicos. Continuas dificultades
económicas.
1838 Está detenido en la cárcel durante siete días a causa
de una deuda.
1839 Entrevista con Andrés de la Flor, cubano que llegó a
general del ejército mexicano. Le dedica un poema.
1840 Viaja a Trinidad y Santa Clara. Visita Cienfuegos,
Remedios y Sagua la Grande. Es detenido por breve tiempo. A fines
de este año regresa a Matanzas.
1841 Publica en Matanzas El veguero, con poemas
dedicados a sus amigos de Villa Clara.
1842 27 de Noviembre, contrae matrimonio con María Gila
Morales y Poveda, en Matanzas.
1843 Realiza un nuevo viaje, sin su esposa. En Villa Clara
sufre una corta detención. Arrestado en Trinidad el 6 de Abril
permanece en la cárcel seis meses. Ya libre, regresa a Matanzas
en Noviembre.
1844 30 de Enero: Es arrestado con motivo de la llamada
"Conspiración de la Escalera"
Del 3 al 5 de Junio celebran el proceso.
12 de Junio: Se le condena a la pena de muerte. El poeta fue
sentenciado en un proceso amañado , carente de garantías.
22 de Junio: La sentencia es aprobada por el capitán Leopoldo
O’Donnell.
28 de Junio: Es fusilado con diez de sus compañeros.
JUAN GUALBERTO GÓMEZ DEFIENDE A PLÁCIDO
Cuando están próximos los días del estallido de la lucha por la
independencia en 1895,la organización de la empresa bélica está
extendida a otras facetas de la superestructura. Resultaba imprescindible
el fortalecimiento de la conciencia nacional cubana. En el ámbito
literario estos esfuerzos estuvieron encaminados a divulgar y defender los
méritos de los escritores cubanos. Es también el momento en que el
nombre de Plácido adquiere una aureola simbólica sobre todo para las
masas de descendencia africana ya concluida la esclavitud.Así lo
percibió Juan Gualberto Gómez (1852 - 1933), quien asumió la plena
defensa del poeta. En una velada conmemorativa de su muerte, pronunciaba
en 1892 estas palabras:
"La clase de color en Matanzas en aquella época
ocupaba una situación interesantísima en el medio insular: rica,
ilustrada, culta, de conducta digna y levantada, su existencia tenía que
preocupar a los gobernantes de entonces, que pensando con cierta
perspicacia, no podían desconocer que aquellos hombres tenían que
aborrecer al despotismo y que por lo tanto, más tarde o más temprano,
habrían de cooperar a toda empresa que tendiera a llevar a la práctica
el propósito de asegurar la libertad de su raza y los derechos de su
país. Por eso la tiranía no se contentó con arrebatarles la vida, sino
que también se esforzó por atribuirles maquiavélicamente el odioso
proyecto del asesinato de los blancos, con el fin de indignar y atemorizar
a éstos, estableciendo una valla divisoria entre las dos grandes ramas de
la familia cubana…"
LEONARDO GRIÑÁN PERALTA HABLA DE PLÁCIDO
En el PROEMIO de su artículo DEFENSA DE LOS
ESCLAVOS, el erudito historiador Leonardo Griñán Peralta espone
lo siguiente.
Hace poco más de un siglo, un cubano extraordinariamente ilustrado y
rico escribió una epístola tan importante como poco conocida. Iba
dirigida a un norteamericano muy bien relacionado con los más altos
funcionarios del Gobierno de los Estados Unidos, y en ella se denunciaban
los planes concebidas por un grupo de ingleses y criollos para romper el
yugo colonial y convertir al esclavo en asalariado. El fin perseguido en
esa carta era tan solo el de frustrar esta verdadera conspiración. Pero,
para destruir este movimiento revolucionario, el Gobierno español
inventó otra conspiración e hizo correr a raudales la sangre de gran
número de individuos pertenecientes a la clase de inferior categoría
social. En Cuba, ninguna verdadera conspiración fue castigada con mayor
crueldad que esta fantástica conspiración.
Aquella carta fue el cordón umbilical que unió a estas dos
conspiraciones. Vale la pena ocuparse de las circunstancias que las
rodearon y observar cómo cambian las situaciones. Apenas un cuarto de
siglo después de redactado este documento y de los acontecimientos a que
él dio lugar, la mayor parte de los cubanos, cultivando la planta
sembrada por aquel progesista Consul inglés, uniendo en un solo ideal la
independencia y la abolición, contribuyeron a la fundación de la
República de Cuba.
ASPECTO ETNICO DEL PROBLEMA SOCIO-ECONÓMICO
Conocido el hecho de ser la población negra mucho más numerosa que la
blanca, precisamente en el tiempo en que ocurrían las masacres de Haití;
ante la posibilidad de que el hecho se repitiese en Cuba, surgió el
propósito de fomentar la inmigración blanca y suprimir la trata, afin de
que en plazo más o menos largo, dado el alto índice de mortalidad de la
población negra, esta fuese disminuyendo hasta quedar extinguida. A este
efecto, fue creada la Junta de Población (1818) y se publicaron no pocos
trabajos de propaganda encaminados a persaduadir a los varios estamentos
de la clase dominante. Cuba no debia continuar siendo, se decía, un país
donde casi la totalidad de los trabajadores y la mayor parte de los
habitantes fuesen negros. (Sabido es que en el año 1841, a pesar del
general empeño en ocultar el verdadero número de habitantes de color, no
blancos, en la Isla de Cuba, oficialmente habia 170.000 más negros que
blancos. Y en el año 1844 los individuos de color constituían el 60 por
ciento de la población total del país y constituían una mayoría
generalmente considerada peligrosa). Pero, como decía Lugareño, (22 de
mayo de 1841) era inútil pensar en colonización blanca mientras hubiese
siquiera esperanza de traer negritos de Africa. Había que suprimir la
trata para que pudiesen venir trabajadores blancos a Cuba. No todos
comprendían que a los extranjeros les alejaba, no el color de los
trabajadores negros, sino que el asalariado no puede competir con el
trabajador esclavo. Lo que hacía fracasar sus planes era la esclavitud,
no la trata. Pero aún los que entendían esto. Querían suprimir la trata
creyendo poder así, como diría Domingo del Monte, desde Paris, el día 6
de Octubre de 1848 "limpiar a Cuba de la raza africana".
¡ANTITRATISMO Y NO ANTIESCLAVISMO!
Así nació el antitratismo y no el antiesclavismo
de algunos intelectuales criollos que, por muchos años clamaron en
desierto, desatendidos por traficantes y dueños de esclavos, comerciantes
españoles y hacendados cubanos influyentes en el Gobierno colonial. Este
antitratismo, hijo del temor, no del amor, fue la causa de que Luz
Caballero, Domingo del Monte y otro, simpatizasen con David
Turnbull y le hiciesen el día 18 de Diciembre de 1838, Socio
Corresponsal de los "Amigos del País". Esto pensaba el grupo
menos reaccionario de la clase más distinguida. Los otros, ¿quién lo
ignora?, adiestraban perros de presa; organizaban partidas de ranchadores:
declaraban satisfechos, que para hacer buena zafra lo mejor era dar mucho
cuero; y con sudor, lágrimas y sangre, hacían azúcar.
EL PUNTO DE VISTA LIBERTADOR DE LOS DESCENDIENTES DE AFRICANOS
Desde el punto de vista de los negros, cuestión vital era desde hacía
muchos años, lograr si no un buen trato, al menos un tratamiento
sencillamente humano. En resumen. Entre los años 1837 y 1848, ‘el
problema negro’ es como se ha dicho, el "más importante de
los problemas cubanos de la época". Lo es porque aunque desde la
fecha en que los haitianos se yerguen armados y resueltos, en Cuba se
busca el modo de "blanquear el país" y se maldice
la heterogeidad racial que hay en él, ya existe una cultura cubana (afro
– española), una cultura mulata que unida a la comunidad de intereses y
de ambiente ha dado origen a una nueva nacionalidad. Pero, torpemente
quieren algunos crear, sobre la que hay, una nueva nación. Ni quieren que
Cuba sea un país de negros, ni quieren verla convertida en un país de
mulatos, aunque en todo el nuevo mundo se hable con orgullo de
"nuestra América mestiza".
MATANZAS, FOCO DE REBELDÍA DE LOS ESCLAVOS
Era la región matancera, en el segundo cuarto del siglo XIX la zona
azucarera por excelencia, y como es natural, la más poblada de esclavos en
el departamento occidental que albergaba el mayor número de éstos. Era
en la "Atenas de Cuba" donde había más hombres oprimidos,
explotados hasta no poder serlo más. Y como el trabajo se hacía en forma
colectiva, no individual; como los esclavos de los ingenios trabajaban en
común, no aislados unos de otros, estas aglomeraciones de hombres,
ofendidos y humillados constantemente, se inclinaban a creer en la
posibilidad de emplear la fuerza que da la unión para hacer cesar el mal
trato. Eran pues, en esta jurisdicción más frecuentes que en todas las
demás de la isla los alzamientos de esclavos. El partido de
Sabanilla del encomendador, a cuyas sublevaciones vamos a referirnos,
encontrabase a poco más de leguas de la ciudad. Allí estaban
ubicadados los ingenios Santa Rosa, San José, Santo Domingo, y
Concepción, pertenecientes a los familiares de Domingo del Monte.
INGLATERRA Y LOS ESCLAVOS DE CUBA
Obligada por la necesidad de aumentar la capacidad adquisitiva de sus
colonias antillanas; impulsada por la necesidad de vender a éstas los
articulos manufacturados que ya produce en gran escala (se ha convertido
en una nación industrial), Inglaterra, tras largas vacilaciones decide
suprimir la trata (1807) y la esclavitud (1838) en sus colonias. Pero,
esto le impide lograr sus fines, porque sin dinero, sus colonias no pueden
comprar cuanto quieren. Transformado en asalariado el antiguo esclavo, la
mano de obra del trabajador libre cuesta más, y lo que producen las
colonias inglesas bajo el nuevo régimen económico – social tiene un
precio más alto que lo producido en Cuba, donde el trabajador no gana
jornal. Poco puede vender la metropolí a una colonia empobrecida. Para
restablecer la prosperidad de éstas que es la suya, Inglaterra se ve en
el caso de hacer cuanto puede para lograr que también en Cuba sean
suprimidas la trata y la esclavitud. De este modo, los productos
coloniales ingleses podrán competir en los mercados europeos con los
productos coloniales españoles.
En el año 1835, logra Inglaterra la ratificación del tratado de 1817,
incumplido por España, que en él se había comprometido a suprimir la
trata cuatro años después; y exige que sean declarados libres los
numerosísimos esclavos introducidos en Cuba desde 1821, ilegal aunque no
clandestinamente. Para determinar quiénes están en ese caso, nómbrase
una Comisión Mixta. Tanto interés tiene la Gran Bretaña en la
supresión de la trata y la esclavitud en las colonias españolas, que en
este año de 1835, no titubea en dar a nuestra metropolí algunos millones
de libras esterlinas como indennización de posibles perjuicios.
La complicación del problema de la trata o comercio de esclavos en
estos años, nace de que el gobierno español procede como antinegrero en
la Península y como negrero en Cuba. Los criollos partidarios de la
supresión de la trata, en Madrid vistos con agrado, en Cuba son
considerados como revolucionarios pertubadores del reposo de la clase
gobernante. En su lucha contra la trata, Inglaterra perdía en Cuba las
batallas que ganaba en España.
Hubo algo más. La actitud de Inglaterra contra los intereses de los
esclavistas cubanos hizo a éstos declararse anexionistas y buscar en los
Estados Unidos la protección necesaria para conservar sus esclavos.
Temían que España acabase por acceder totalmente a las pretenciones de
Inglaterra; y creían que la Unión Americana, jóven y poderosa nación
podía contener a los ingleses.
DOMINGO DEL MONTE Y LOS INGLESES MADDEN Y TURNBULL
Hace dos años que Richard R. Maddden es Superintendent of Liberated
Africans y Commisioner of Arbitration in the Mixed Court of Justice, en la
Habana, cuando Del Monte, amigo suyo, quiere que los ingleses sepan cómo
opinan sobre la trata los intelectuales de Cuba. Para satisfacer este
deseo, Anselmo Suárez Romero, en una novela describe la mala vida de los
esclavos. La obra, titulada "Fransisco", que su autor empieza a
escribir entonces en Puentes Grandes, es terminada al año siguiente en el
ingenio Surinam, de Güines. Algo más hace Del Monte para complacer a su
amigo Madden. Entrega a éste, en el mes de Noviembre del año 1838, su
contestación al interrogatorio formulado en Cuba. Y poco después,
terminada la obra de Suárez Romero, es entregada a Madden, quien en
Octubre de 1839, escribe a Del Monte expresando su opinión y mostrándose
asombrado de que, a pesar de lo dicho por el novelista, la esclavitud sea,
en concepto de José Antonio Saco, "una suave servidumbre". Tan
consecuente es Del Monte con la amistad del Superintendente de Libertos
que, el día 17 de Septiembre de este año, absuelve el interrogatorio
formulado por el propio Madden sobre el estado de la esclavitud.
De estas preguntas de Madden y estos informes de Del Monte, deducirá
más tarde el inglés, que para los criollos cubanos, como para los
colonos ingleses, su subsistencia depende de que también en Cuba sean
abolidas la trata y la esclavitud.
Con las informaiones dadas por los criollos antitratistas, Maden
redacta y publica en Londres, en el año 1840, su libro titulado
"Poems by a slave in the island of Cuba", referente a la vida y
obra del esclavo poeta Fransisco Manzano, ejemplo vivo de humildad servil.
LABOR DE TURNBULL
En el mes de Febrero del año 1849, apareció publicado en París un
libro titulado "Travels in the West, Cuba with notices of Porto Rico
and the slave trade". David Turnbull, autor de esa obra conocida en
nuestro país, probablemente en el mes de Octubre, era ya discutido entre
los intelectuales de La Habana. Mala carta de recomendación era este
libro donde se declaraba que los criollos se oponían a la trata mientras
el Gobierno Colonial la mantenía creyendo poder así lograr permanecer
más tiempo en Cuba. Nombrado Consul y encargado de velar por el
cumplimiento del tratado anglo-español de 1835, como Superintendente de
Libertos Africanos para sustituir al Cónsul Tolmé y a R.R. Madden,
llegó Turnbull a La Habana el dia 3 de Noviembre de aquel mismo año.
Basta lo dicho para comprender la alarma de las autoridades ya enteradas
de su abolicionismo; y por qué, cuando el día siguiente tomó posesión
del Consulado, no fue reconocido y aceptado como tal oficialmente. Los
Regidores de La Habana, dirigidos por los Condes de O’Reilly, Casa
Bayona y otros, declararon que la sola discusión de la supresión de la
trata podía dar lugar a una revolución espantosa. Pero al fin, el día
21 de Marzo del año 1841, logró ser recibido y presentar el regium
exequatur. El día 5 del siguiente mes, la Junta de Fomento declaró
peligrosa la influencia del Cónsul y sus opiniones en el orden social.
Precisamente tres dias después, Féliz M. Tanco rogó a Del Monte
visitase a Turnbull, ansioso de conocerle, según le había expresado
Francis Ross Cocking.
Todos los poderosos son, pues, enemigos de Turnbull cuando Domingo del
Monte traba amistad con él. Tan amigos llegan a ser que, en 6 de Junio de
este año 1841, el inglés, conociendo la hostilidad general contra él,
pide al cubano influya para que sean libertados dos paisanos suyos
(Pattrick Doherty y James Joyce). Turnbull es para Del Monte, lo que antes
había sido Madden. Lugareño, amigo de los dos, les obsequia con quesos
criollos traídos de su finca de Camagüey, en el mes de Noviembre; y
cuando escribe a Del Monte, en el siguiente mes de Diciembre, al referirse
al Cónsul, dice: "Vuestro camarada Turnbull". Amigos son en
Octubre de este año, a pesar de que cuando se sublevan cincuenta esclavos
de los que trabajan en la construcción del Palacio Aldama, de los
familiares de Del Monte, las gentes, según Vidal Morales, dicen que el
hecho es debido a instigaciones de Turnbul, muy apreciado por los negros,
enterados ya de su misión, pues a mediados de este año, por iniciativa
de Jorge López, Teniente de Pardos, los pobres matanceros, orgullosos de
la amistad de personas distinguidas, ofrecen un homenaje a Luis Gigaut,
amigo de confianza del Cónsul.
A excepción de unos pocos criollos ricos, todos son sus enemigos; pero
principalmente lo son los españoles. Según dijo Lugareño en su carta de
20 de Junio de 1841, para el Gobierno español "los negros son el
freno que sujeta a la Isla de Cuba…Suprimir la trata y proteger la
inmigración blanca es dar primero y segundo repique a la independencia…Nosotros
[se refiere a los criollos no independentistas] aspiramos a la
emancipación de los esclavos y a la de la Isla". Y en efecto,
Turnbull quería lo que el Gobierno colonial no podía querer.
Pasa el año 1841; y el día 8 de Junio de 1842, tras constante
gestiones de las autoridades metropolitanas, cesa Turnbull en su cargo de
Cónsul de Inglaterra en La Habana y entrega el consulado a J.T.Crawford;
pero aquí continúa hasta que, el día 15 de Agosto, le es entregado el
pasaporte correspondiente. Entonces, dirigiese a la isla Providencia, en
las Bahamas, de donde en funciones de Superintendente de Libertos
Africanos, persiguiendo un contrabando de esclavos, viene al puerto de
Gibara; y aunque sus documentos están bien despachados, el Gobierno,
siempre alarmado y temeroso, creyendo que prepara una insurrección, le
hace prisionero, lo encierra en el Castillo de La Fuerza, y el día 6 de
Noviembre, le obliga a embarcar rumbo a Inglaterra.
Ya Turnbull está lejos de Cuba; pero queda su obra y el recuerdo de su
atrayente personalidad. De todos modos, él ha despertado a los dormidos y
les ha señalado un camino. Les ha hecho comprender que no es imposible
alcanzar la meta al fin de la cual quedarán satisfechas las ansias de los
negros y los blancos amantes de la libertad.
Si nos atenemos a las palabras del propio Del Monte, Turnbull había
sido jefe de la conspiración y sería Gobernador Provisional, "en el
evento de que tuviera un éxito feliz para lograr esto, tenía un eficaz
auxiliar: Francisco Ross Cocking, inglés, casado con una caraqueña, muy
conocedor de nuestros hombres y nuestras cosas. Respecto a la personalidad
de éste, dijo Fransisco del Valle: "El Secretario de Turbull, Mr.
Fransisco R. Cocking, participaba de las ideas de aquél y visitaba a Del
Monte".
LO DE LA ESCALERA: PROCESO JUDICIAL, NO CONSPIRACIÓN
Después de las sublevaciones del Partido de Sabanilla; después de la
primera denuncia de Oviedo, el general O’Donell, que ya cree en la
necesidad de aterrorizar a negros y blancos para que el miedo les haga
desistir de sus planes independentistas y abolicionistas, manda formar la
causa criminal correspondiente para averiguar a qué obedecen, directa o
indirectamente, estos frecuentes alzamientos de esclavos. O’Donnell sabe
que no podrá encontrar pruebas porque tiempo ha habido para hacerlas
desaparecer. Sabe que los elementos responsables de la conspiración de
Turnbull están ausentes o arrepentidos. Pero quiere emplear, como medida
preventiva de posibles contingencias, el terror. Y quiere que se conozca
en Madrid su actividad.
La investigación se dirige, en primer término, contra los negros que
pueden ser cabecillas por ser los más notables. "Figuran en la
lista", dijo Miguel Aldama entonces, "Manzano, Ble Rely,
Plácido, Ceballos, Brindis y cuantos negros hay de algún viso o
talento". También se dirige contra blancos, que por su oposición a
la trata, o por su amistad con el Cónsul inglés, pueden intentar ayudar
a los esclavos, o utlizarlos. Entre los más notables, encontrábanse Luz
Caballero, Del Monte, Félix Tanco, Benigno Gener, Manuel Martínez
Serrano y otros. Y se vigila muy de cerca a los que simpatizan con los
norteamericanos. Unos y otros son considerados como enemigos de España.
En el proceso criminal, iniciado en enero de 1844, no se buscaba a los
participantes en las sublevaciones de Sabanilla, meras protestas de
esclavos como tantas otras habidas en Cuba desde los primeros tiempos de
la colonización. Ni a los comprometidos en la conspiración inventada por
Oviedo. Se buscaba, si, a los que habían estado en tratos con ingleses o
nortemericanos para lograr la independencia o la anexión. A los que
luchaban o podían luchar por la supresión de la trata y la abolición de
la esclavitud, cuyo mantenimiento consideraba el Gobierno de vital
importancia para el bienestar de los negreros y la conservación del
régimen colonial. Más que todo, queríase matar o inutilizar a cuantos
hombres parecieron peligrosos. En este sentido, es evidente con cuanta
razón dijo Fransisco González del Valle aludiendo a la muerte de
Plácido: "El Gobierno de O’Donnell sabía que no mataba al jefe,
en Matanzas, de la conspiración de los negros contra los blancos, pero si
a un poeta que con su lira había ensalzado la libertad y condenado la
tiranía".
Todo esto permite afirmar, que en el proceso judicial en que se empleó
una escalera como medio de tortura, no se trataba de descubrir una nueva
conspiración, sino los fracasados planes concebidos por David Turnbull y
sus amigos. Que Cerice, Flores, Plácido y otros no fueron, para los
jueces, sino individuos que el Gobierno quiso "suprimir" o
"liquidar" después de obligarles a declarar cuanto podía
servir de pretexto para dirigir el procedimiento contra determinadas
personas cuya culpabilidad no se podía probar de otro modo.
Si la represión fue, en cuanto a negros libres y esclavos, tan
excesiva que hasta el propio Gobierno Central la tuvo a mal, débese esto
a que funcionarios venales quisieron aprovechar la oportunidad para
enriquecerse traficando con las órdenes de prisión y las sentencias
absolutorias, en Matanzas mucho más que en La Habana. Según se ha dicho,
"las víctimas eran escogida entre la clase de color acomodada,
poniendo a cada grupo por guías y cabezas aquéllos que gozaban de
renombre por sus sobresalientes aptitudes".
Cuando el día 30 de Enero de 1844, hacía treintiocho días que
habían sido condenados los acusados por Oviedo y su concubina; en el
momento en que se encontraba bailando, en una fiesta de amigos, Plácido
fue detenido y preso, probablemente por ser el más popular y culto de los
negros de su época. Tan nervioso estaba O’Donnell que un día del
siguiente mes de Febrero, en el Café Escauriza, llamado después El
Louvre, con motivo de un incidente entre parroquiano y policías, el
Capitán General, con su bélica actitud, a todas luces exagerada y
ridícula, dio lugar a que un alboroto intrascendente sea conocido con el
mote de Batalla del Ponche de Leche. Por las medidas extraordinarias que
adoptó, puede pensarse que temía un brote revolucionario. Y como todos
había perdido la ecuanimidad, pocos días después, el 28 de Febrero, el
Brigadier Fulgencio Salas, Presidente de la Comisión Militar, recomendó
tener presente que "cuando se trata de la seguridad del país y de un
delito de Estado, cualquier medio es legal y permitido si de antemano
existe una convicción moral de que ha de producir el resultado que se
desea y exige el bien general". Así quedaron autorizadas una vez
más las torturas que tanto fueron empleadas por aquellos jueces deseosos
de fabricar pruebas que no tenían, pero eran necesarias para castigar a
personas de elevada posición social a las cuales no era posible condenar
sin ellas.
LA ESCALERA INQUISITORIAL
Por más que buscaban, no habían pruebas. Preciso fue hacerlas. No
habían instrumentos de tortura, ni tenian inteligencia bastante para
inventarlos. Pero en la tétrica estancia de Soto había una escalera de
albaiñil, hasta entonces inofensiva. Y en aquellas mentes obtusas
brilló, inesperadamente, una idea. Lo que sirve para edificar, ¿por qué
no habrá de servir para destruir? Aquella escalera podía servir de potro
para martirizar a los presuntos culpables. Bastaba que fuesen atados de
pies y manos, boca abajo, de manera que a parte posterior del cuerpo
quedase libre para recibir los latigazos. El azotado podría soportar
pocos o muchos fuetazos; pero, ¿cuántos individuos podrían resistir por
mucho tiempo el deseo de firmar una declaración que pusiese fin a su
martirio? Si moría en ese lugar, nada difícil era llamar suicidio al
asesinato. Si moría enseguida, se llevaba al infeliz a la Casa de
Espinola; y al registrar su fallecimiento, se decía que las diarreas
habían sido la causa de su defunción. Es pavoroso el número de negros y
mulatos muertos así en el faticidio año 1844. El "año de
cuero" se le llamó desde entonces.
Todo preso sabía cuál era el fin que perseguían las autoridads y
consideraba próximo el término de su vida. Si decía lo que sus jueces
querían, había de mentir en perjuicio de un inocente. Si se negaba a
ello, se condenaba a si mismo a un suplicio interminable. Esto explica por
qué testigos que en sus primeras declaraciones nada sabían,
posteriormente estaban enterados de todo… Los hombres que no se han
visto forzados a revelar un secreto que no existe; los que no han sido
nunca obligados a confesar se reos de un delito que no han cometido…
deben abstenerse de juzgar a los desgraciados que han sufrido dolores como
esos.
Declaraciones de testigos aterrorizados, interrogados por los mismos
funcionarios que deliberada y sistemáticamente llenaban sus almas de
terror; declaraciones de testigos que después de forzados a mentir, eran
asesinados para que nunca pudiesen explicar por qué habían mentido;
juicios que evidencian los prejuicios del juzgador; fallos dictados
caprichosamente, sin sujeción a regla alguna, por una Comisión Militar
Ejucutiva que es la parte principal de un aparato de represión formado
para ahogar en sangre todo movimiento liberador; sentencias absolutorias
dictadas por los mismos que sin escrúpulos cometían verdaderos crímenes
para fabricar pruebas contra la inocenca que luego reconocían sin
remordimiento… A este proceso fue a lo que la Comisión Militar llamó
"Causa de Conspiración de la Gente de Color contra los
Blancos".
¿BLANCOS ANTIBLANCOS?
Una de las mayores sorpresas que recibe quien estudia la fantástica y
mal llamada Conspiración de la Escalera es la que vamos a exponer ahora.
Si es cierto que fue, como han dicho y continuan diciendo miopes y
malintencionados, una conspiración racista; si el Tribunal dijo con
razón que se trataba en aquellos autos de un plan de agresión de negros
contra blancos; si Luz Caballero, Domingo del Monte y otros eran, como
nadie puede negar, blancos, ricos e ilustrados varones conscientes de sus
actos y de su filiación social; si como, al fin, recnoció el Tribunal,
no había contra estas distinguidas personalidades pruebas de culpabilidad
de ninguna clase, ¿por qué fueron estos hombres incluídos en el absurdo
proceso de que se trata?
La explicación es evidente y única. El Tribunal sabía que la
Conspiración de la Escalera no había existido en realidad.
Sabía que esa invención suya era, no más, un pretexto para investigar
quiénes fueron los que aliados a los ingleses conspiraron contra el
Gobierno español y el régimen vigente en el año 1842. Pero quería
examinar a cuantos estuvieron en relaciones con el Cónsul inglés y los
amigos de éste. Demasiado sabía que no eran, ni podían ser
antblancos, Luz Caballero, Domingo Del Monte, y cuantos en sus mismas
cirunstancias personales se encontraban. Por eso fueron éstos
absueltos. Por eso y porque el Tribunal, como el Gobierno al cual servía,
no quiso cometer la monstruosidad que hubiera sido condenar a los señores
pudiendo descagar el golpe, sin mayores consecuencias, sobre la parte más
débil de aquella sociedad colonial.
REBELDES, NO RACISTAS ANTIBLANCOS
A pesar de acusar repetidas veces a Turnbull de ser el iniciador, y,
durante algún tiempo, el eje de la conspiración, la Comisión Ejecutiva
Militar, instructora del incalificable proceso, escribió en las carpetas
de los autos estas palabras que confunden al lector: "Causa de
conspiración de la gente de color contra los blancos". Diciendo que
era una conspiración racista, establecíase una presunción de
culpabilidad contra todos los negros. Deliberadamente, se intentaba hacer
creer que todos los encausados eran movidos por el odio al blanco. Se
quería agriar la división entre los criollos (blancos y negros) haciendo
que se odiasen mutuamente. Se quería evitar que pudiesen unirse en un
futuro más o menos próximo; y se quería también, ya que no habían
pruebas, impedir que las gentes de pro se apiadasen de las víctimas del
proceso y denunciasen la injusticia que se estaba cometiendo. Se quería
justificar las masacres del año 1844. Por Calcaño sabemos, que en
opinión de Luz Caballero, en la causa criminal de referencia, "una
mezcla de infamia, tontería y ridiculez…no hubo negros criminales sino
negros poseedores o amos que tendrían que rescataros". El ánimo de
lucto hizo que los tribunales fuesen más exigentes con los negros y
mulatos libres cuya posición económica les permitiera disponer de algún
dinero. Entre los que fueron al fin condenados, cuéntase mil
cientodieciocho libres y sólo seiscientos ochenta esclavos. Para el
Gobierno, el negro libre, más inteligente, era más peligroso que el
esclavo. Además, la prisión y muerte del esclavo perjudicaba el
respetabilísimo interés del amo.
José de Jesús Márquez, olvidando que también se sublevaron muchas
veces contra sus amos los indígenas cubeños y los chinos, dijo:
"Que el negro ha conspirado siempre contra el blanco es una verdad.
Que ha habido causa para que así suceda, también es una verdad" Sin
decirlo, hacia entender que fueron racistas los negros, condenados o no.
¿Por qué decir que conspiraba por negro, no por explotado, ni por
oprimido? Porque no se quiere reconocer, expresa ni tácitamente, la
existencia de la lucha de clases. Porque esto llevaría a pensar en el
aspecto de huelgas de trabajadores más o menos violentas, que tenían
aquelllas sublevaciones.
De aceptar el carácter racista atribuido a la conspiración, habría
que considerar antiblancos, como se ha dicho, a treinticuatro de éstos
que fueron incluidos en el célebre proceso sin que nada tuviesen de
negrofilos. No. No era, ni podía ser, el racismo lo que perseguía y
condenaba el Gobierno, empeñado en fomentar, entre los blancos como entre
los negros, con fines políticos, el racismo divisionista y debilitador.
El Capitán General y sus tribunales querían castigar a los que pensaban
como Turnbull, no a los racistas.
En el año 1844 hubo, pues, un proceso judicial tramitado con fines
políticos, no una "conspiración de negros", como aún dicen
algunos historiadores nuestros para quienes nada significa el hecho de que
estas sublevaciones estallasen siempre en los ingenios, que era
precisamente donde peor trato recibían los esclavos.
CONTINÚAN LAS PERSECUCIONES
El día 28 de noviembre de 1844, parecía haber pasado lo peor de la
borrasca. Sin embargo, para justificar cuanto quería hacer, o para dar
valor a cuanto había hecho, O’Donnell ecribió al Ministro de Estado
para decirle que conocía la existencia de una Sociedad (?) compuesta de
habaneros e ingleses que intentaba promover la independencia de Cuba; que
los conjurados de Matanzas (?) seguían contando con medios poderosos y
estaban siendo excitados por los que, "bajo el nombre de una mentida
humanidad y sentimentos de generosidad y filantropía" (¿se refiere
a los ingleses?) abrigan el deseo de separar a Cuba de España; que
Crawford, sucesor de Turnbull, continúa los planes de éste, auque con
más sagacidad y reserva.
El proceso judicial no bastaba para agotar el repertorio de medidas
precautorias o preventicas que O’Donnell creía conveniente adoptar
dándoles, al ejecutarlas, el carácter de medidas represicas. El sabía,
¿quién no lo sabe?, que si la unión fortalece, la división debilitta.
Que si los dos adversarios del Gobierno español eran, o serían en un
futuro más o menos próximo, los criollos (blancos o negros, pero al fin
criollos) lo más prudente era debilitarles divdiéndoles y evitando que
deseasen unirse contra el enemigo común. Para lograr esta finalidad,
¿podía haber algo más eficaz que decir al dueño de esclavos: "El
día que no cuentes con mi auxilio, tus esclavos te asesnarán
impunemente"?…Y a los blancos en general: "Los negros quieren
asesinaros. Solo yo puedo impedirlo; pero separaos de ellos; alejaos de
los que sueñan con ser vuestros verdugs"…Y para simular una
negrofobia que o sentía el Gobierno comenzó a dar órdees gratas a los
esclavistas, acostumbrados a er negrofilia en todo el que no era
declaradmente negrófobo.
La verdad es que el Gobierno español jamás temió realmente a los
negros; pero siempre puso empeño especial en cultivar el miedo al negro y
el odio al blanco. Era el mejor medio de contener las actividades
independentistas.
¿CUÁL ES LA CULPABILIDAD DE PLACIDO?
Precisamente por no haber existido la fantástica Conspiración de la
Escalera, podemos estar convencidos de que no intervino, ni pudo
intervenir, en ella Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido, E.G.)
Pero ¿tuvo participación el inspirado poeta en la conspiración anglo
– cubana de Turnbull? No es posible afirmarlo categóricamente; pero es
de creer que pudo y debió tenerla. El era compasivo, sufría, y por ser
muy inteligente, debió padecer aún más que aquéllos cuyo dolor
contemplaba entristecido.
THE JAMAICAN GUARDIAN AND PATRIOT SOLIDARIDAD DEL CARIBE CON PLÁCIDO
Hay un dato interesante. El día 15 de mayo del año 1845, en el
periódico "The Jamaican Guardian and Patriot" de Kingston,
Joseph Saoul lanzó la idea de elevar en esa ciudad un monumento a la
memoria del poeta cubano, considerado como víctima de los esclavistas.
Víctima fue, si, de españolizantes y españolizados, por suponersele
inclinado al independentismo antiesclavista y tener popularidad bastante
para erigirse en líder de esta tendencia política entre los hombres
llamados "de color". Quizás por esto, por creer en su
participación en la conspiración anglo – cubana, José Manuel Pérez
Cabrera afirma que Plácido fue "ilustre precursor y mártir de
nuestra independencia política"
Hasta aquí la contribución del ilustre jurista e historiador
santiagüero, Leonardo Griñán Peralta.
DOS POESÍAS DE PLÁCIDO
PLEGARIA A DIOS
Ser de inmensa bondad ¡Dios poderoso!
A vos acudo en mi dolor vehemente…
¡extended vuestro brazo omnipotente,
rasgad de la calumnia el velo odioso;
y arrancad este sello inominioso
con que el mundo manchar quiere mi frente!
¡Rey de los Reyes! ¡Dios de mis abuelos!
Vos solo sois mi defensor ¡Dios mio…!
Todo lo puede quien al mar sombrío
Olas y peses dió, luz a los cielos,
Fuego al Sol, giro al aire, al Norte hielos,
Vida a las plantas, movimiento al río.
Todo lo podéis vos, todo fenece
Y se reanima a vuestra voz sagrada;
Fuera de vos, Señor el todo es nada,
Que en la insondable eternidad perece;
Y aún esa misma nada os obedece
Pues de ella fué la humanidad creada.
Yo no os puedo engañar, Dios de clemencia,
Y pues vuestra eternal sabiduría
Vé al través de mi cuerpo el alma mía
Cual del aire a la clara transparecia,
Estorbad quehumillando la inocencia
Bata sus pamas la calumnia impía.
Estorbadlo, Señor, por la preciosa
Sangre vertida, que la culpa sella
Del pecado de Adán, o por aquella
Madre cándida, dulce y amorosa,
Cuando envuelta en pesar, mustia y llorosa
Siguió tu muerte como heliaca estrella.
Mas si cuadra a tu Suma Omnipotencia
Que y perezca cual malvado impío,
Y que los hombres mi cadáver frío
Ultrajen con maigna complacencia…
Suene tu voz, avabe mi existencia…
¡Cúmplase en mi tu voluntad, Dios mío…!
PLÁCIDO
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JICOTENCAL
Dispersas van por los campos
Las tropas de Moctezuma,
De sus dioses lamentando
El poco favor y ayuda,
Mientras, ceñida la frente
De azules y blancas plumas.
Sobre un palanquín de oro
Que finas perlas dibujan,
Entra glorioso en Tlascala
El joven que de ellas triunfa.
Himnos le dan de victoria,
Y de aromas le perfuman
Guerreros que le rodean,
Y el pueblo que le circunda,
A que contestan alegres
Trescientas vírgenes puras.
"Baldón y afrenta al vencido,
loor y gloria al que triunfa."
Hasta la espaciosa plaza
Llega, donde le saludan
Los ancianos senadores,
Y gracias mil le tributan.
Más ¿por qué veloz el héroe,
Atropellando la turba,
Del palanquín salta y vuela
Cual rayo que el éter surca?
Es que ya, del caracol
Que por los calles retumba,
A los prisioneros muerte
El eco sonante anuncia.
Suspende a l lejos fúlgida,
De humanas víctimas, ávida,
Que bajan susfrentes mustias,
Llega; los suyos al verle
Cambian en placer la furia,
Y de las enhiestas picas
Vuelven al suelo las puntas.
¡Perdón! Exclama, y arroja
su collar; los brazos cruzan
aquellos míseros seres,
que vida por él disfrutan.
"Tornad a Méjico, esclavos;
nadie vuestra marcha turba,
y decid a vuestro amo,
vencido ya veces muchas,
que el joven Jicotencal
crueldades como él no usa,
ni con sangre de cautivos
asesino el suelo inunda;
que el cacique de Tlascala,
ni batir ni quemar gusta
tropas dispersas e inermes,
sino con armas flecheros más bravos
y me encontraré en la lucha,
con sólo una pica mía
por cada trescientas suyas;
que tema el día funesto
que mi enojo al punto suba:
entonces ni sobre el trono
su vida estará segura;
y que si los puentes corta
porque no vaya en su busca,
con cráneos de sus guerreros
calzada haré en la laguna",
dijo, y machóse al banquete
dó está la nobleza junta
y el néctar de las palmeras
entre vítores se apura.
Siempre vencedor después
Vvió lleno de fortuna;
Mas como sobre la tierra
No hay dicha estable y segura,
Vinieron atrás los tiempos
Que eclipsaron su ventura,
Y fué tan triste su muerte
Que aun hoy se ignora la tumba
De aquél ante cuya clava,
Barreada de áureas puntas,
Huyeron despavoridas
Las tropas de Moctezuma.
PLACIDO
MANUEL SANGUILY – CRITICO SEVERO DE PLÁCIDO
Manuel Sanguily fue el crítico más severo de Plácido, que le acusa
de jugar con las palabras, haciendo cabriolas sonoras, como un funámbulo
de la rima; pero reconoce que le "salvan" algunos sonetos y
letrillas, varios epigramas y los romances Jicotencal, Cora y El
pajarillo. Debió añadir, incuestionablemente, la Plegaria a Dios, que
Sanguily repudiaba como apócrifa.
Pero, vamos a ver opiniones de científicos de alto calibre como José
Luciano Franco sobre las opiniones de Sanguily acerca de Plácido.
JOSÉ LUCIANO FRANCO HABLA DE PLÁCIDO
En la muy oportuna publicación "Acerca de Plácido"
el sumo erudito historiador cubano, José Luciano Franco, nos brinda la
siguiente visión sobre nuestro poeta Plácido, tan admirado y tan
criticado por críticos eurocentristas como Manuel Sanguily:
En la última década del siglo XIX, junto con la lucha por la
iberación nacional dirigida por Martí en el extranjero y don Juan
Gualberto Gómez en Cuba, el pueblo cubano convirtió a Plácido en cifra
y compendio de la protesta popular contra la tiranía española. UY ese
estado del espíritu nacional la refleja Juan Gualberto en
su periódico La Igualdad, especialmente en las ediciones de
junio 29 de 1892, enero 14 y junio 27 de 1893 y febrero de 1894. A esto
respondió Manuel Sanguily con un artículo titulado "Un
improvisador cubano (El poeta Plácido y el juicio de Menéndez y
Pelayo)", publicado en Hojas Literarias, La
Habana, febrero 28 de 1894, en el que trata al poeta con evidente
injusticia. Naturalmente, este articulo promovió violentas
réplicas. Los periódicos de Villa Clara salieron en defensa de Plácido.
Un escritor villaclareño, bajo el seudónimo de Juan de la Cruz,
reunió en un folleto las opiniones favorables a Plácido publicadas en La
Defensa de Villa Clara, La Prensa habanera: La Igualdad, La Nueva
Era y El Criterio Conservador, hicieron suya tesis de Juan de la
Cruz frente a Sanguily. Éste en un nuevo artículo: "Otra vez
Plácido y Menéndez y Pelayo, (Reparo a censuras apasionadas)",
en Hojas Literarias, marzo 31 de 1894: "Decir que el
pueblo adora la memoria de su infortunado poeta, no es una prueba ni de
que el poeta lo hubiera sido de su pueblo, ni
de que es legítima la adoración del pueblo por su su
poeta."
Era uno de los argumentos que esgrima frente a sus contradictores. Y el
colmo de su injusta crítica la alcanzó Sanguily en su último trabajo en
el que no se salva ni Enrique José Varona – "Una opinión
asenderada", Hojas Literarias, noviembre 30 de
junio de 1894 -, Y pretende destruir el cariño del pueblo cubano por el
poeta con esta afirmación:
No, yo no soy irrespetuoso ni desobligado con las glorias
legítimas de ningún pueblo, ni menos podría serlo con las nuestras,
que son escasas; pero Placido no es una gloria verdadera de Cuba. Haya
o no sido el hipócrita contra los blancos, no fue en definitiva más
que un pobre diablo: un poeta sin dignidad; un artesano vicioso; un
desgraciado, un abyecto delator…
Una vez más El Figaro, La Habana 21 de Marzo de 1909 – interviene Manuel
Sanguily y escribe: "El poema perdido de Plácido".
Hasta aquí un extracto de las opiniones de José Luciano Franco en su
artículo, Plácido: una polémica que tiene cien años. La Habana
Ediciones Unión, 1964.
CONCLUSION
Queremos observar que, ipso facto, el idioma de Miguel
Cervantes, el español, no es, per se, el idioma de un jóven nacido y
criado en Cuba esclavista. Es admirable que Plácido supo manejar ese
idioma que ni en España es el idioma comun y corriente de todas las
nacionalidades que integran esa península. ¿Acaso, Sanguily era más
puro y más sabio que cualquier escritor o pensador en Cuba? Ojalá
Plácido y muchos más como Fransisco Manzano y otros aún desconocidos,
pudieran haber escrito en los idiomas africanos Yoruba, Mande, kikongo,
kimbundu, etc. Idiomas que la élite a la cual perteneció Manuel
Sanguily, destruyó esta realidad ligüistica que pudo haber sido más
prometedora para muchos que en aquel entonces eran esclavizados por esa
misma élite.
Ahora, ¿Sanguily era racista, si o no?
Manuel Sanguily, aparece en la historia de Cuba, como Secretario de
Estado, y mano derecha del Presidente José Miguel Gómez. En mayo de 1912
ese gobierno fue responsible por la inmensa massacre racista de gente de
color con el fin de destruir para siempre el Partido Independiente de
Color, lidereado por sus antiguos colegas mambises Evaristo Estenoz y
Pedro Ivonnet.
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