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Foto © 2011 Pedro Pérez-Sarduy |
Las criadas de La Habana. La emergencia del sujeto subalterno.
Inés María Martiatu,
agosto, 2008
(Las criadas de La Habana,
Pedro Perez Sarduy, Editorial Plaza Mayor, San Juan, Puerto Rico 2004)
Pedro Pérez Sarduy,
bien conocido como poeta y periodista e importante investigador y promotor
de la cultura afrocubana se nos presenta ahora con Las criadas de La
Habana, en su faceta de narrador. En ésta, su primera novela se advierte
su oficio de periodista y de poeta y las vivencias de su Santa Clara
natal. Es evidente en sus páginas la necesidad del autor de revelar un
mundo que no había tenido lugar en la narrativa cubana hasta estos
momentos. Las mujeres negras habían sido invisibilizadas como personajes.
Así como también el entorno, las costumbres y las formas de vida y
asociación de ese sector de la sociedad cubana, reducido a una visión
unidimensional en base a la categoría raza.
Pedro Pérez Sarduy se atreve con un personaje difícil para cualquier
escritor, Marta, su propia madre. Protagonista en el más amplio sentido de
la palabra, ella no es un arquetipo, sino un ser humano presente y cercano
para el autor.
La emergencia del sujeto subalterno en la narrativa cubana más reciente es
uno de los fenómenos más interesantes. A pesar de que si nos remitimos a
otras épocas podremos conjeturar que no es del todo nuevo. Ya desde la
narrativa del siglo XIX aparece en la llamada novela antiesclavista o
abolicionista. Son los negros y mulatos, esclavizados o libres los
ejemplos de sujetos más claramente tipificados de esa condición. El
esclavo y la esclava de plantación, en cuyo trabajo recaía lo más
importante de la economía de la colonia, el doméstico o el urbano. Incluso
los miembros de la clase media negra que tuvieron cierto protagonismo en
la economía y la sociedad coloniales también eran sujetos subalternos en
relación con la clase dominante criolla blanca y sacarócrata que se
hallaba en lo más alto de la pirámide social de la colonia.
Se sabe que en América Latina y el Caribe, sobre todo español, no se
realizó una verdadera descolonización. Finalizado el proceso de las
independencias, los negros e indios que habían aportado su sacrificio a
las guerras quedaron en una peculiar situación colonial interna. Es por
ello que algunos conceptos de los representantes de los estudios
postcoloniales no se podrían ver aquí de una manera similar a la India y
otras colonias inglesas o francesas.
Como hemos visto en la literatura cubana el sujeto subalterno y muchas
veces invisibilizado se muestra en su condición de raza y género aunque
también podemos incluir en esta categoría a homosexuales, religiosos,
lumpen, campesinos pobres y otros individuos marginados. La mujer negra y
la mulata es quizá el más preterido de esos sujetos ya que además de la
raza, el género la coloca por debajo incluso del sujeto subalterno negro
masculino. El triste protagonismo que tiene la mujer mulata en la
narrativa se evidencia perfectamente en las características de lo que yo
llamo el “síndrome Cecilia”1 queriendo infructuosamente pasar por blanca.
Como el mestizaje se debería cumplir a base de la mujer negra y mulata,
con la mulata, producto de ese mestizaje se creó ese arquetipo en las
letras. En la novela abolicionista es la protagonista de una situación
dramática en que aparece siempre burlada por el señorito blanco.
“…de cualquier manera Cecilia como la mulata del bufo devino en arquetipo
que se reprodujo en María La O, Rosa La China, María Belén Chacón, Amalia
Batista y en un sin número de mulatas posibles.(…) ¿Eran así todas las
mulatas? ¿Fueron todas Cecilias? ¿Tuvieron todas las mulatas de aquella
época las aspiraciones de Cecilia? “ 2
En la guaracha y en el teatro bufo la mulata es la chancletera. Sin
embargo a la negra, se les tienen reservados los papeles de vieja o de
bruja, pero nunca protagonista. Esto lleva a una invisibilización de la
mujer negra que podemos observar en la narrativa, en el teatro y otras
manifestaciones artísticas.
Aunque no fue un hecho generalizado sí podemos afirmar que el sujeto
subalterno emerge en la narrativa revolucionaria. Se supone que muchos
esquemas correspondientes a las concepciones burguesas y pequeño burguesas
ya habían sido superados con la Revolución Cubana en sus primeros años. Es
cierto que se dieron las condiciones para que ello sucediera pero en la
práctica no ocurrió así. Con la implementación de ciertas políticas
culturales y sociales es precisamente en el transcurso de los primeros
años de la Revolución que este sujeto es devuelto a su subalternidad e
incluso muchos de los prejuicios y formas coercitivas para reprimirlo se
institucionalizan y llegan a formar parte de cuerpos legales y normativos.
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La crítica no entendió o más bien trató de valorar ciertas obras
narrativas de los 60´ del pasado siglo con el instrumental conceptual que
validaba el realismo socialista. De ahí que éste fuera insuficiente para
ser aplicado a las obras que mostraban al sujeto subalterno y
principalmente el negro y la negra. Tal es el caso de la valoración que
hace el crítico Rogelio Rodríguez Coronel de la novela Adire y el tiempo
roto de Manuel Granados.
“Pero la novela de Granados hubiera podido brindar con acierto, de manera
directa, la problemática específica de un negro, discriminado desde el
punto de vista racista y clasista, doblemente oprimido, si el escritor
hubiera adoptado una perspectiva realista en el tratamiento temático y no
hubiera estado imbuido de tendencias ideológicas que sobrevaloran el papel
de la raza.
Como bien asevera al respecto el crítico Alberto Abreu en su libro,
“La
problemática racial, para su análisis, es colocada en el ámbito de la
lucha de clases como una forma de discriminación de la clase obrera.
Presupuesto estéticamente compatibles con los paradigmas del realismo y
del realismo socialista. Por lo que otro abordaje que transgreda de este
constreñido marco ideológico, es considerado como un gesto de desmesura,
monstruosidad o desatino ideológico”. 4
En las criadas de La Habana, el personaje principal Marta emerge en la
narrativa con todos sus fueros. En este caso no se trata de un testimonio
como en otros libros aparecidos en los años 60.
“De Las Yaguas (un barrio de indigentes erradicado entonces) salieron
libros como Manuela la mexicana, de Aída Alonso, premio Casa de Las
Américas 1968 y Amparo, millo y azucenas, de Jorge Calderón González,
mención en ese propio concurso en 1970. Ambos fueron editados por esa
institución. Estos libros fueron escritos en la modalidad llamada
testimonio o novela sin ficción y entre los antropólogos "study case".
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Aquí la tenemos como personaje principal de una obra de ficción, nada
menos que una novela. Pedro se apropia sin embargo de diversas técnicas
para darle voz a esta mujer que es además su madre.
“Fue entonces que encontré sosiego en mis memorias y volví a escribir un
poco sobre las cosas que me habían pasado a lo largo de los años, quizás
debido en parte a la influencia de mi hijo y las cartas larguísimas que
nos escribíamos” 6
Marta busca y encuentra en el reservorio de la memoria la manera de
expresar los eventos de su vida en un momento en que ya ella misma
presiente el ocaso. Este es un recurso propio de este tipo de novelas en
que lo biográfico, lo autobiográfico y lo testimonial pueden servir de
técnicas narrativas válidas que ofrecen frescura y verosimilitud al
relato.
Marta ha tenido que emplearse como criada. Ha tenido que trabajar para
otros, alejarse de su familia para poder ayudarla económicamente y quizá
porque en el mercado de trabajo a la mayoría de las negras se les ofrecía
esa opción y se les negaban otras. Ella no tenía tampoco suficiente nivel
de escolaridad para aspirar a más. Creemos que en la selección de la
protagonista el hecho de ser su madre no fue la única motivación del autor
sino la de mostrar la vida y condición de esas mujeres. En su artículo
Ennegrecer el feminismo, la escritora brasilera Sueli Carneiro destaca el
significado de esa situación subalterna pero peculiar de la mujer negra en
el servicio doméstico.
“Luíza Bairros usa como paradigma la imagen de la empleada doméstica como
elemento de análisis de la condición de marginación de la mujer negra(…)
esa marginalidad peculiar es la que estimula un punto de vista especial de
la mujer negra (permitiendo) una visión distinta de las contradicciones en
las acciones e ideología del grupo dominante". 7
Con Marta se develan un sin número de aspectos de la vida del negro
totalmente desconocidos para la literatura y para la narrativa en
particular hasta entonces entre nosotros. Sus asociaciones y sus
costumbres sociales y familiares, sus perspectivas y aspiraciones
personales y la interacción clasista de Marta con sus empleadores.
Encontramos a Marta en la época prerrevolucionaria en una ciudad de Santa
Clara en que los estamentos están rígidamente separados. En el “Baile de
las Flores,” que debería ser una fiesta de toda la ciudad, los vecinos se
reunían para celebrarla según su estatus social:
“…en la “sociedad Bella Unión,” las personas “de color;” “en la Sociedad
el Gran Maceo,” “los mulatos y algunos negros con dinero; en el Casino
Español,” “los blancos de buena posición; en el Santa Clara Tennis Club y
en el Liceo, frente al Parque Vidal, los blancos ricos se reunían a
celebrar lo suyo”, explica Marta en su relato. 8
Es evidente que el tema principal de la novela es la discriminación racial
en la isla. En definitiva es la causa última de la condición subalterna de
muchos de sus personajes y esto se muestra incluso en las relaciones
amorosas interraciales. El autor desarrolla este tema en la Cuba
prerrevolucionaria, en los primeros años de la Revolución y en el exilio
en Estados Unidos.
La novela está dividida en dos partes. En la primera se cuentan sucesos
que pertenecen al marco puramente autobiográfico de Marta. El triunfo de
la Revolución irrumpe en esta parte.
Es curioso que Pedro seleccione momentos importantes de los avatares del
pueblo en cada etapa. Esta primera parte termina con un suceso dramático
que resultó ser un corte violento en la vida de todos los cubanos, los que
nos quedamos y los que se fueron y cuyas consecuencias se aprecian todavía
en la sociedad cubana. Se trata del incidente de la Embajada de Perú y el
consecuente éxodo por el Puerto del Mariel. La segunda parte, comienza un
año después de este acontecimiento extendiéndose hasta 1994. No por
casualidad en agosto de ese mismo año se produce una nueva y espectacular
ola migratoria, la de los balseros que fueron a parar provisionalmente a
la Base Naval de Guantánamo.
Esta división le sirve a Pérez Sarduy para abordar la vida de los
emigrantes negros y el reencuentro en Miami, de una de ellas con la
familia de la que su madre fue criada en Cuba, dando así continuidad al
tema de la discriminación racial y la subalternidad persistente aún en la
sociedad miamense.
En esta novela está presente, por supuesto, el mundo mágico, sin el cual
no se pudiera entender la relación de esta mujer con su entorno, su forma
de incidir o intervenir en él. El mito y el rito que provienen de las
religiones de origen africano que se practican entre nosotros le dan un
carácter particular a la percepción de la realidad de una gran parte de la
población cubana relacionada o no con ellas. El mito es una manera
privilegiada de explicación de la realidad en nuestros pueblos caribeños.
Metarrelato que se evidencia en los hechos más puntuales de nuestra
historia. En el Caribe, acerca de cualquier hecho explicado de manera
convencional aparece una razón mítica, una interpretación otra de todas
las cosas. Por su parte, el rito que escenifica lo que ya nos ha sido
contado por el mito, es la acción conque se manifiesta la magia, la forma
de dominación de esa realidad.
En su reseña sobre la novela el dramaturgo y escritor Tomás González, que
tuvo una entrañable amistad con Marta, hace referencia a cierto episodio.
Ella acababa de recibir a Olokun, camino de Yemayá. En las mitología que
acompaña a la Santería, Oricha acuático, que se relaciona con los
misterios siempre inextricables de la vida y de la muerte. Marta acude
como otros fieles a la oricha para recuperar su salud. Pero según cuenta
Tomás, ocurrió un suceso malhadado. Al entrar en su casa con la tinaja que
contenía el secreto, esta resbala de las manos de Marta y se rompe.
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En la Santería, el rompimiento de los recipientes que contienen a los
orichas es una parte importante de los ritos funerarios. Esta es una
señal, una respuesta y el anuncio de la muerte de Marta que sucederá poco
tiempo después.
En la reseña de Dina de Luca ésta expresa con razón que:
Las criadas de La Habana se adhiere a lo que podría considerarse un nuevo
hito en la reivindicación del discurso literario femenino afro-hispano,
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Las criadas de La Habana, desde su aparición ha comenzado un camino de
éxitos que esperamos no se detenga. Una primera edición en Puerto Rico
11,
La editorial Letras Cubanas la ha publicado en La Habana en 2003
12 e Ibis
Rouge la ha ofrecido en francés al lector de esa lengua 13. Recibimos la
noticia de su buena acogida en ferias internacionales del libro, de una
próxima edición en inglés y una adaptación cinematográfica. Además su
elección como finalista del prestigioso Premio Amedee Huyghues Despointes
(un magnate guadalupeño que falleció en 2006). El certamen fue fundado por
Marysé Condé, y se concede bianualmente a la obra de un autor originario
de la América insular, de la Guyana o de un escritor cuya obra sea
testimonio de una experiencia imaginaria o real de estos territorios.
En los eventos de este prestigioso concurso se reunieron novelistas de
todo el mundo con obras originales o traducidas al francés. En el ámbito
de la literatura y el libro en francés Las criadas de La Habana acaba de
recibir otro premio, el Premio del libro insular de la Isla de Ouessant,
que se propone destacar a los escritores y sus respectivos libros en
materia insular de reciente publicación. Enhorabuena.
Inés María Martiatu
En La Habana y agosto de 2008.
1. Se trata de la protagonista de la novela Cecilia Valdés
o la loma del Ángel de Cirilo Villaverde
2. Inés María Martiatu, La mujer negra en el teatro
cubano. Ponencia en 1ª Semana de África en Colombia, en Semana de la
Afrocolombianidad. Archivo de la Nación. Bogotá p.6. (inédito).
3. Ejemplos de ellos son en lo legal La Constitución
de la República de Cuba, el Código Penal, y en lo normativo las
conclusiones del Primer Congreso del Partido, del Primer Congreso de
Educación y Cultura. En la praxis se observa en los procesos contra
Ediciones El Puente, el de Los Parámetros y el del llamado Black Power.
4. Alberto Abreu Arcia, Los juegos de la escritura o la
(re) escritura de la historia, Editorial Casa de las Américas,
Colección Premio 2007.
5. Inés María martiatu, Los bailes y el teatro en
el folklore de Cuba; la obra orticiana en el teatro cubanos contemporáneo
Una primera versión de este artículo apareció en la revista América negra
11, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia. (1996): 83-92. Dos
obras notables en ese sentido son Biografía de un cimarrón de
Miguel Barnet editado en 1966 y Reyita, sencillamente de Daisy
Rubiera, Mención Casa de las Américas 1997, publicada ese mismo año por
World Data, La Habana.
6. Pedro Pérez Sarduy,. Las criadas de La Habana. San Juan, Puerto
Rico: Editorial Plaza Mayor, 2001, 294 pp. P.13.
7. Sueli Carneiro: «Ennegrecer al feminismo del feminismo». En
www.ciudadaniasexual.org/foro/Articulo_Sueli_Carneiro-Brasil.pdf
8. Pedro Pérez Sarduy,. Ob.cit. p.13.
9. Tomás González, La visión imponderable de Marta la doméstica,
tomado de www.afrocubaweb.com
10. Dina De Luca, reseña en Afro-Hispanic Review en el VOL.25, Numero 1.
Spring 2006.
11. Pedro Pérez Sarduy. Ob. cit.
12. Pedro Pérez Sarduy, Las criadas de La Habana, Editorial Letras
Cubanas, La Habana 2003.
13. Les bonnes de L´Havane, Ibis Rouge editions, France 2002.
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