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Martín Morúa Delgado
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Nota de Victor Fowler:
El tiempo pasa y perdemos cuenta de la acumulación. Resulta que hace años
fotografié las discusiones en las que fue aprobada la célebre “Enmienda Morúa”,
propuesta legal que tanto comentario ha movilizado. Las fotos aquellas tenían
tal pésima calidad que igual hubiese sido copiar a mano el documento. Ahora,
gracias a la generosa contribución de ese caballero puro que es Alejandro Zamora
Montes, dispuse de buenas fotos, las pasé por un programa de reconocimiento
óptico, las corregí durante varias días y aquí, finalmente, les va el texto.
Para hacer las coincidencias perfectas, resulta que la semana próxima habrá un
encuentro donde se hablará del Partido Independiente de Color y, como es obvio,
de la Enmienda Morúa. Estimo que un buen apoyo para que la ciencia florezca va a
ser tener a mano este documento lleno de sutilezas. Hecha esta parte, lo que me
queda, para otro momento, será escribir sobre lo que en ese par de días, en
febrero de 1910, se expuso, se dejó entreveer, se coordinó y finalmente sucedió.
Me gustaría mucho escuchar a historiadores y juristas valorando estos debates de
ayer y más.
ENMIENDA PRESENTADA POR EL SENADOR M. MORÚA DELGADO, Y DEBATE Y
RESOLUCION SOBRE LA MISMA EN SESIONES DE LOS DIAS 11 Y 14 DE FEBRERO DE 1910
HABANA
IMPRENTA. PAPELERIA Y ENCUADERNACION DE RAMBLA y BOUZA
Pl y MARGALL NUMEROS 33 Y 99
AL PUEBLO CUBANO
Para que la opinión pública no sea extraviada, y a fin de que los cubanos todos
sepan a ciencia cierta la verdad de lo ocurrido, y de ese modo se les facilite
la manera de formar juicio exacto de la enmienda propuesta al Senado por el
Senador Martín Morúa Delgado, se da íntegra a la publicidad, así como los
incidentes del debate y la resolución de que fué objeto en aquel alto Cuerpo
Colegislador.
SESION DEL DIA 11
Hallándose en discusión el proyecto de Ley presentado por el Senador Martín
Morúa Delgado, Presidente del Senado, y los Senadores Antonio Gonzalo Pérez y
Tomás A. Recio, modificando varios artículos de la Ley Electoral vigente, y
aprobado por el Senado el artículo 19, conforme a la ponencia del Senador
Antonio Sánchez de Bustamante, de la Comisión de Justicia y Códigos, propuso el
Sr.Morúa Delgado la siguiente enmienda adicional al artículo 17 de la expresada
Ley Electoral, como sigue.
Sr.PRESIDENTE(MORÚA DELGADO) : Hay presentada a la Mesa una enmienda adicional a
uno de los artículos de la Ley Electoral.
(El Oficial, Sr. Villar, leyendo) :
AL SENADO:
Por cuanto la Constitución establece como forma de gobierno la republicana;
inviste de la condición de cubano a los africanos que fueron esclavos en Cuba, y
no reconoce fueros ni privilegios personales; Por cuanto la forma republicana
establecida por la Constitución instituye el Gobierno del pueblo por el pueblo,
sin distinción por motivo de raza, nacimiento riqueza o titulo profesional;
Por cuanto los partidos políticos tienen la indeclinable tendencia a constituir
por sus propios miembros un gobierno que desarrolle en el país sus doctrinas
políticas y administrativas;
El Senador que suscribe considera contraria a la Constitución y a la práctica
del régimen repúblicano la existencia de agrupaciones o partidos políticos
exclusivos por motivo de raza, nacimiento, riqueza o título profesional, y tiene
el honor de proponer al Senado la siguiente Enmienda adicional al artículo 17.o
de la Ley Electoral:
(5) No se considerará, en ningún caso, como partido político o grupo
independiente, ninguna asociación constituida exclusivamente por individuos de
una sola raza o color, ni por individuos de una clase con motivo del nacimiento,
la riqueza o el título profesional.
Senado, 11 de Febrero de 1910.
Martín Morúa Delgado.
SR. PRESIDENTE (MORÚA DELGADO,) : ¿Me hace el favor el señor Laguardia de ocupar
la Presidencia?
(ElSR. LAGUARDIA ocupa la Presidencia).
SR. MORÚA DELGADO: Pido la palabra.
SR. CISNEROS : La pido para después.
SR. MORÚA DELGADO:Señores Senadores: Mi propósito al presentar esta enmienda al
tiempo de discutirse la que se ha propuesto modificando la Ley Electoral, es en
el fondo el mismo que ha movido al señor Antonio Gonzalo Pérez a pedir la
urgencia de esta discusión, temiendo que no haya tiempo bastante para que,
aprobado aquí el proyecto de modificación, lo tenga también luego la Cámara de
Representantes para concurrir o no con nuestra aprobación.
Y si llegara ese caso, si yo dejara esta proposición para que se discutiera con
la otra parte dividida por el señor Bustamante al informar al Senado en la
ponencia de esta tarde, correríamos el riesgo, por lo menos yo que hago la
proposición, de que fuera tarde para ser incluida en la otra parte, que trata
del sistema de votación.
En síntesis, pretendo, al hacer esta proposición, lo que dice el preámbulo que
le he agregado, para que se vea desde el primer momento el interés que a ello me
mueve. Creo perfectamente inconstitucional la agremiación política, la
organización de cualquier partido, su existencia en nuestra República, siempre
que ese partido tienda a agrupar a los individuos por motivo de raza o de clase,
siempre que esa clase no contenga en sí los elementos étnicos todos de que se
compone la sociedad cubana.
He tenido mucho cuidado en salvar el derecho indiscutible que tienen los cubanos
de organizar un Partido Obrero. No se trata de la clase de trabajadores, entre
los cuales se hallan comprendidos los hombres de ambas razas, y el fin que
persiguen es verdaderamente democrático y moralizador. En la clase obrera entran
todos los elementos de que nuestra sociedad se compone, y se defiende el derecho
que el trabajador obrero estima hollado. Los principios que propaga, las
doctrinas que defiende y quiere ver realizadas en la administración pública, son
progresos que demanda y por los cuales lucha para beneficio del obrero y para
beneficio de la nación en que el obrero
se desenvuelve.
No veo ninguna de estas ventajas en la organización, y mucho menos en la
existencia de un partido por motivo de raza. Desde el momento en que en
cualquiera de los partidos existentes se le negara la entrada, el ingreso a un
individuo de color, merecería para mí el concepto de antipatriótico, porque
vería en ello la exclusión de un elemento importantísimo del país cubano, al
cual no es posible que razonablemente se descuente. Muy buen sentido han tenido
hasta ahora todos los que se han empeñado en obra de organización política, al
no hacer semejante cosa, porque hubieran incurrido seguramente en un absurdo
imperdonable; y no solamente no lo han hecho, sino que a juzgar por los actas
que han realizado y que se han exteriorizado por todos los individuos jefes de
partido político, ni siquiera han pensado en excluir a determinados elementos
sociales. Muy por el contrario, he visto siempre el empeño de contar con el
mayor número de individuos de la sociedad, con el fin de que el partido tenga el
mayor volumen, la mayor potencia electoral y pueda, desde luego, constituir
gobierno y administración que desarrolle sus doctrinas é implante sus
principios.
No he podido comprender el empeño, la razón patriótica que tengan los que
intentan mantener en nuestro pueblo un partido por razón de raza; yo no dudo que
los que eso hacen entiendan que en el fondo va la bondad de su pensamiento; pero
una cosa es creer que un pensamiento es saludable, y otra es que la salud no
parezca por ninguna parte. Y como yo presiento que de seguir las aguas por ese
cauce crecería el río de manera que pudiera ahogarnos a todos, es por lo que
intento quitarle valladares para que se extienda y riegue la campiña y fertilice
el llano y haga el fruto sano y abundoso; que nos confundamos todos en todos los
partidos, y que no haya en la nación un ciudadano que no viva para sus
conciudadanos; que no haya restricción ninguna para servir al país en su
partido, y desde luego, cese la existencia de cualquiera que haya, en el cual se
pongan obstáculos a otra persona que con los mismos ideales quiera formar entre
sus filas. Yo no discuto principios, ideas, doctrinas; propáguense las que se
quiera; tengo ya el hábito de no asustarme por las ideas de nadie, y aun me
parece mejor desatar la vena, quesalga y se precipite cuanta cerebración exista;
cualquiera idea que venga así, parezca lo más absurdo que pudiera parecer, es a
mi juicio conveniente que se conozca, que se discuta, que al fin y al cabo el
convencimiento vendrá, de una manera o de otra; pero no puede venir nada bueno
para la sociedad nuestra de las agrupaciones políticas por motivo de raza. Harto
desgracia hemos tenido con las preocupaciones que nos han separado en muchos
casos; harto desgracia, además de la nacional que hemos sufrido en nuestra vida
política, las intervenciones, enmiendas a nuestra Constitución y determinaciones
que se quieren imponer a nuestra sociedad, para aumentarlas ahora con una nueva,
que no sé si aquellos que han tenido interés en crearnos dificultades, se
sienten satisfechos por esa nueva que vendría a estorbanos el paso a la libertad
a que todos propendemos.
Yo ruego al Senado que sin apasionamientos piense en los propósitos de esta
enmienda, que en nada infringe la Constitución, que nos ampara a todos y
noaconseja divisiones y recelos, siempre perjudiciales.
Si siquiera hubiera una doctrina nueva en cualquiera agrupación, en cualquier
asamblea de las que han surgido últimamente con el carácter de división de
razas, una idea nueva, algo que no se propusieran los demás partidos, algo que
no se pudiera alcanzar dentro de los demás partidos, santo y bueno; yo
pertenezco a esa raza—y ahora sí, señor Cisneros, que me honra pertenecer a
ella, como no me honraba el otro dia ser pobre—me honra la pertenencia a esa
raza, y vería con mucho gusto, y defendería con toda mi alma, con toda mi
energía, cualquier cosa que viniera a engrandecer a esa raza a que yo con honra
pertenezco. Pero lo que no viene a traernos enaltecimiento y sí depresión; lo
que no viene a traernos nada bondadoso y sí mucha maldad: lo que no viene a
traernos lo que todos los cubanos trabajamos por alcanzar : el afianzamiento de
nuestros derechos y nuestra independencia nacional, y sí ponerla en peligro,
incontestablemente, no puedo mostrarle mi conformidad; porque no sólo como
hombres de color sino como cubanos, vendría a colocarnos de tan mala manera, a
someternos a tan mala suerte, a disminuirnos de modo tal, que quedaríamos en
peor condición que aquella de que por el esfuerzo de todos los cubanos, blancos
y negros, hemos salido. Volver a eso de una manera o de otra, sería un retroceso
imperdonable ; y donde hay un Congreso que desde que se constituyó la República
no he hecho otra cosa que procurar su engrandecimiento sería vergonzoso que
ahora, a la hora de consolidar nuestros derechos, fuésemos a concurrir con los
que quieren que nuestros desaciertos nos lleven a la perdición de nuestras
aspiraciones más altas.
He hecho estas consideraciones, porque he creído que debía explicar mi enmienda,
aunque entiendo que la Proposición en su preámbulo y su disposición dice
bastante. Si se agrega ese párrafo al articulo 17o de la Ley Electoral, en que
trata de la organización de las Juntas Electorales, los partidos que tengan
ingreso allí como tales partidos, serán los que después de ser examinadas sean
reputadas corporaciones con autoridad bastante para intervenir en la cosa
pública; y no admitiendo a los que tengan determinada composición, a los que en
su creación no llenen lo que esa enmienda se pide, quedarán descartados como lo
merecen, por atentatorios a la estabilidad de la República.
Sr. Cisneros :Pido la palabra.
SR. PRESIDENTE (LAGUARDIA) : La tiene el Sr. Cisneros.
SR. CISNEROS : Tengo primero que hacer mención a la alusión que ha hecho el
señor Morúa Delgado. Yo creo, señores Senadores, que acudir a cualquier función
un Senador en pesetero no lo deshonra.....
SR. MORÚA DELGADO : No, Marqués, el ser pobre lo que no dá honra.
SR. CISNEROS: Ni el ser pobre ni el ir en pesetero desmontarse en la esquina por
no hacerlo en la puerta de Palacio. Yo, con mucho gusto, y mucha honra me
desmonto en la misma puerta de Palacio yendo cualquier función de la
República....
SR. MORÚA DELGADO : Eso no es, Marqués—
SR. CISNEROS : Permítame continuar. Deshonra es para el Senado que aquí se toque
una cuestión de razas. Yo no puedo aceptarlo; creo que para el Senado todos los
individuos son iguales. La cuestión de razas la creo perjudicial é impertinente,
y no quisiera que aquí en el Senado se hablase de diferencia de razas. Nosotros
en la Revolución, donde eran más los de color que los blancos, nunca tocamos la
cuestión de razas, porque para nosotros todos los individuos que peleaban eran
iguales. De consiguiente, yo suplicaría al señor Morúa que retirase su Moción,
porque no es posible que nosotros, la primera sociedad, la más alta sociedad de
la República, podarnos tratar de una cuestión perjudicialísima al país.
SR. MORÚA DELGADO: Pido la palabra.
SR. PRESIDENTE (LAGUARDIA) : La tiene el señor Morúa Delgado.
Sr. Morúa Delgado : Yo, al Sr.Cisneros, que le conozco mucho, que he hecho con
él vida de compañeros en la emigración, donde estuvimos muchos años.
SR. CISNEROS: Pobres los dos; muy pobres.
SR. MORÚA DELGADO : Muy pobres los dos—no le he notado nunca,—ni siquiera pensó
en ello,—diferencias de ninguna clase. Yo, que sé que el señor Cisneros es un
demócrata de pura sangre, por temperamento; yo que sé que él es incapaz de
autorizar, por ningún concepto, nada que venga a dividir a los cubanos. quiero
lo mismo que él quiere, quiero exactamente lo mismo que él pide y se pide en ese
proyecto. Pero no podemos quitamos la calentura sin tomamos el pulso y ver que
la hay, y en habiéndola, con no hablar de la calentura el enfermo no se pone
bueno.
SR. CISNEROS: Si no hay médico, no hay enfermos.
SR. MORÚA DELGADO:El médico y las medicinas están ahí; y cata es la única manera
de que podamos curar al enfermo. No es posible ocultar las llagas sociales. si
las hay, aunque en el Senado, o en otro Cuerpo más alto, si es posible que lo
haya, no se trate de los males sociales; los males sociales, si existen, ahí
están, Hasta que los curen; y no se rebaja en nada el Senado al hablar de la
cuestión de razas, si la cuestión de razas existe.
SR. CISNEROS: No existe.
SR. MORÚA DELGADO:Lo que debemos es buscar la manera de que no exista y de que,
si no por la educación hasta ahora, por lo que va a venir y por la coerción de
las leyes, se acostumbren los cubanos todos a pensar como piensa el Sr.Cisneros;
que cuando una cosa no nace en la escuela, desde el principio, se va
implantando, como ahora sucede, a medida que los demanden las circunstancias; a
ese cambio de temperamento que comenzamos a tener aquí desde que cesó la
esclavitud y que hemos arraigado desde que se constituyó la República; si a eso
podemos auxiliarlo con leyes que, como ésta, vengan a quitar de la mente de los
que pudieran tenerlas, ideas de esas que el Sr.Cisneros no quiere que se traten,
es conveniente que lo hagamos ; no hay nada de pecaminoso en ello, por el
contrario: esa es la escala para llegar a la altura en que se encuentra el
Sr.Cisneros.
SR. CISNEROS : Pido la palabra.
SR. PRESIDENTE (LAGUARDIA) : La tiene el señor Cisneros.
SR. CISNEROS: Puede decirse que es axiomático que en una casa en que entre un
médico, todo el mundo se enferma. De consiguiente, donde no hay médico,pocas son
las enfermedades. Y yo creo que mi compañero y mi íntimo amigo el señor Morúa
Delgado me complacerá no revolviendo ese caldo. No hay duda de que en todas
partes hay individuos, hay doce, quince, veinte o mil, que piensen quizás como
él indica; pero yo niego que aquí haya cuestión de raza; no la hubo en Cuba
Libre, y no la puede haber en la República de Cuba.
Por consiguiente, yo digo al señor Morúa, y le llamo la atención, que lo mejor
es no menear este caldo.
12
SR.PRESIDENTE (LAGUARDIA) : Yo desearía tomar parte en la discusión.¿Quién me
sustituye?
(Varios señores Senadores: El señor Recio, como de más edad). ¿Se acuerda que
sea el señor Recio que no ha tomado parte en esta discusión?
(Signos afirmativos).
(Ocupa la Presidencia el señor Recio).
SR. LAGUARDIA: Yo desearía que se leyera primero elartículo diez y siete de la
Ley, al que se propone la Enmienda.
SR. PRESIDENTE (RECIO) : EL Oficial de Secretaria va a dar lectura al artículo
solicitado.
(El Oficial, señor Villar, leyendo):
Artículo 17.—Compondrán la Junta Central Electoral:
(1) El Presidente del Tribunal Supremo de Justicia o quien legalmente le
sustituya, que será el Presidente de la Junta ;
(2) El Magistrado más antiguo, en ejercicio, de la Audiencia de la Habana;
(3) Un catedrático titular de la Facultad de Derecho de la Universidad de la
Habana; designado por los de aquella Facultad; y
(4) Dos miembros de partidos políticos, nombrados, en la forma que más adelante
se expresará, uno por cada uno de los dos partidos políticos que en las
elecciones generales últimamente verificadas, hubieren obtenido mayor número de
votos para Representantes. Estos dos miembros deberán haber sido, con
anterioridad a su designación, Senadores, Representantes, Magistrados, Decano o
Presidente del Colegio de Abogados de la Habana, Rector o Catedrático de la
Universidad de la Habana, o Abogados con más de cinco años de ejercicio.
SR. LAGUARDIA : Pido la palabra.
SR. PRESIDENTE (RECIO) : La tiene el señor Laguardia.
SR. LAGUARDIA : Había pedido la lectura del artículo para darme cuenta de la
congruencia de la enmienda, porque realmente no lo recordaba, y a mi juicio,
salvo mejor parecer, encuentro que la enmienda no es congruente; pero éste es un
punto que no tiene importancia ninguna.
Al pedir la palabra, empiezo por hacer constar que es contra de la Enmienda ;
pero debo empezar también por hacer constar de la manera más cordial y
verdadera, mi felicitación al señor Morúa Delgado por el acto, a mi juicio de
verdadero valor cívico, que en este momento realiza.
Como el señor Morúa, comprendo los peligros de esa situación, que todos
conocemos y que nadie tiene inconveniente en designar por su nombre. He venido
combatiendo esa tendencia a formar un Partido de raza, dentro del estrecho
círculo en que me muevo, dedicando a ello una serie de artículos, más de diez,
publicados en un periódico de Guanabacoa, que me trajo bastantes disgustos y
bastantes mortificaciones, pues por esa campaña se me ofendió frecuentemente por
los que combatían mi doctrina. En ellos me empeñaba en demostrar a la raza de
color que no era ni patriótico ni conveniente para ella esa tendencia.
Ello, no obstante, me opongo a la enmienda porque la considero
anticonstitucional; porque encuentro que no es el remedio; y porque no
corresponde a los principios democráticos que informan el Partido Liberal, al
cual pertenecemos.
La Constitución dice en su artículo 25: “Toda persona podrá libremente, y sin
sujeción censura previa, emitir su pensamiento, de palabra o por escrito, por
medio de la imprenta o por cualquier otro procedimiento; sin perjuicio de las
responsabilidades que impongan las leyes, cuando por algunos de aquellos medios
se atente contra la honra de las personas, el orden social o la tranquilidad
pública”. Hay otro artículo, el 28, que determina que: “Todos los habitantes de
la República tienen el derecho de reunirse pacíficamente y sin armas, y el de
asociarse para todos los fines lícitos de la vida”. Además, el artículo 36,
dice: “La enumeración de los derechos garantizados expresamente por esta
Constitución y otros que se deriven del principio de la soberanía delpueblo y de
la forma republicana de gobierno”.
Esos tres artículos, especialmente el último, envuelven una demostración de que
los derechos del pueblo y de cualquiera de los individuos del pueblo,
soncompletamente amplios para poder asociarse y expresar sus pensamientos y para
constituir cualquiera agrupación que nazca de su soberanía.
Entiendo, pues, que resultaría violada la Constitución al impedirse a alguien
que se constituyera en Partido político para encaminarse en cualquiera
dirección, aún cuando sea en la de obtener el triunfo, la superposición de una
raza sobre otra. Entiendo que ese es un derecho inviolable e indiscutible, al
cual no podemos oponernos. Entiendo que será una desgracia, que será muy
perjudicial para la raza de color sobre todo, la formación de ese Partido.
Entiendo que no recibirá ventaja de ninguna clase, si no, antes al contrario,
perjuicios; pero, a pesar de ello, mi respeto a la Constitución, a los
principios democráticos y a los derechos individuales,—aunque enalteciendo como
merece la actitud del señor Morúa—me obligaría, en este caso, a votar en contra
de su Enmienda.
SR. MORÚA DELGADO: Pido la palabra.
SR. PRESIDENTE (RECIO) : La tiene el señor Morúa Delgado.
SR. MORÚA DELGADO: El señor Laguardia encuentra, en primer lugar, que no es
congruente la Enmienda. A mi juicio se equivoca el señor Laguardia.
El artículo diez y siete, que él mandó a leer, es precisamente el que encomienda
a la Junta Central, la primera de las que se trata en la Ley para la
constitución de todo el mecanismo electoral, la admisión de dos miembros de
Partidos políticos en la composición de las Juntas. Si en ese momento la Junta
tiene delante la composición de los Partidas y cómo deben ser, seguramente no
admitirá al representante de un Partido que no llene las formas legales. Y este
el único lugar, o el que, por lo menos, me parecía mejor en toda la Ley
Electoral,—para definir, desde ese punto de vista, lo que hubiera de entenderse
por Partido, a fin de que se sepa a quiénes debe admitirse como representantes
de ellos.
De manera que donde aquí dice que se admitirán dos miembros por cada Partido
político, nombrados en la forma que más adelante se determina,—y la forma que
más adelante se determina es la designación por medio de las Asambleas de cada
Partido, etc., etc.—es el lugar en que debe decirse,—porque es la primera
admisión de representantes de los Partidos políticos—cómo son esos Partidos y
cuáles los representantes que por ellos deben admitirse. De manera que me parece
perfectamente congruente la Enmienda, porque ahí cabe, y no estorba.
Además, el señor Laguardia cree que la proposición es inconstitucional, y ha
tenido en cuenta, al sostenerlo, dos o tres artículos que, con el perdón del
señor Laguardia, esos sí que no me parecen congruentes.
Una de las bases de la enmienda es precisamente el artículo once de la
Constitución, donde se declara que no se reconoce privilegios entre los
ciudadanos de la República; y la diferencia se establece no así como quiera,
sino nacionalmente con la constitución de un Partido político que no admite a
determinados ciudadanos por razón de su color o de su raza. Y yo tengo de los
Partidos políticos una idea tan grande, que creo que son realmente el súmum de
la civilización, de los productos que la civilización actual nos ha dado; para
mí lo más grande de todo lo que compone una sociedad es un Partido político.
Cada vez que hombres libres, conscientes de sus derechos, se reúnen y disponen
de todas sus facultades y de sus derechos todos en conjunto y le dan su
representación a un individuo, y ese individuo los representa en todo, los
defiende en todo, y no reclaman por sí, sino que dejan que sea su jefe quien lo
haga todo, considero que se ha llegado o tener una confianza grande no sólo en
el derecho que se posee, sino en aquel en quien se deposita y en el fruto que va
a recogerse; todo ello difundido en la sociedad. En el Partido político se
discute todo, se determina todo, se buscan todas las reformas, todos los
mejoramientos; es el Partido político,—o por lo menos tiene el propósito de
ser—el árbitro de la sociedad, el que la levanta,—y debemos creer siempre que la
levanta, porque ningún Partido se crea para deprimir, para hacer descender a una
sociedad, pues todos hacen por levantarlo. De manera que creo que en el Partido
político se puede hacer todo lo que va a perjudicar o lo que va a enaltecer a
una sociedad; y si en aquel Partido—que es como dije antes, a mi juicio, el
árbitro de la sociedad—no se dá cabida a determinado elemento, ciudadanos con
perfecto derecho, vean si tienen razón a quejarse, a lamentarse, a procurar que
no exista, aquellos elementos que se ven rechazados, competidos a no entrar allí
donde tanto bien pueden procurar a su patria.
Que por razón de ideas no se admita en un Partido más que a determinado número
de individuos, importa poco; es la idea la que quiere abrirse paso y elque no
sea partidario de ella no es natural que pertenezca a ese Partido. Pero que se
separe a tal individuo porque tenga más o menos coloreada la piel, puede cansar
el descendimiento de una sociedad, la caída de una nación. Si la Constitución
nuestra amparara eso, pediría que la Constitución se modificase para que no
autorizara semejante enormidad.
No hay, pues, en cuanto a lo demás, nada de fondo que yo deba combatir, porque
me parece perfectamente constitucional; no restringe ni enmienda nada los
principios que la Constitución propaga, ¿Por qué los va a restringir? A nadie se
le quita el derecho de emitir su pensamiento.
Yo estoy cansado de decir—salvo injurias y punibles incorrecciones en que no
pienso incurrir,—todo lo de doctrina, todo lo de principios, y más que todo
loque se ha dicho en esa organización de raza, todo lo he dicho yo en todas
partes, lo han dicho todos los que hemos salido a propagar en los tiempos
electorales la preeminencia de nuestros Partidos. Nada nuevo se dice ahí ni
habría por qué temer a nada de lo que ahí se dice, a lo que sí hay que temer es
a que determinada raza se congregue para decirlo, y con espíritu de exclusivismo
mantenga determinado credo; porque de donde viene lo que el Sr.Laguardia y todos
tememos.
Yo le agradezco la consideración que hizo al atribuirme civismo y no recuerdo
qué otra cualidad halagadora...
SR. LAGUARDIA : Patriotismo.
SR. MORÚA DELGADO: No hay en ello, a mi juicio, cuestión de civismo. He
presentado una enmienda que resuelve un tremendo problema, que evita la
posibilidad de una situación pavorosa que amenaza a nuestra patria. Creo que
debo hacer esto y lo hago, lamentando mucho que el Sr.Laguardia nos anuncie su
voto en contra; pero esperando todavía—porque he oído que el Sr.Gonzalo Pérez ha
pedido la palabra,—esperando todavía, repito, que si no la mía, difícil é
inelocuente, la otra, sabia y fácil, de esas que penetran en el cerebro y
predominan, le convenza de que debe unir su voto al de todos los demás
Senadores—de los cuales lo espero favorable—para que esa Enmienda pase, y
procurar por ese medio salvar el precipicio a que imprudencias temerarias
quieren llevarnos.
SR. LAGUARDIA: Pido la palabra para rectificar.
SR. GONZALO PÉREZ : Yo la había pedido antes.
SR. LAGUARDIA : Si el señor Gonzalo Pérez lo desea, le cedo el uso de la
palabra.
SR. GONZALO PÉREZ: Se lo agradecería, porque usted va a rectificar y así puede
hacerlo también de lo que yo diga.
SR. PRESIDENTE (RECIO) : Tiene la palabra el señor Gonzalo Pérez.
SR. GONZALO PÉREZ: Con mucho gusto cedería mi turno al señor Laguardia si no
creyese conveniente para el señor Laguardia y para los demás compañeros, que él
hablase después que yo, porque las rectificaciones, como su nombre lo indica, no
tienen otro objeto que rectificar los errores cometidos por el que habla o por
su contradictor; y si se consumen los dos turnos en contra antes de que otro
consuma un turno en pro, no cabría hacer esa rectificación.
Desde luego, abundo en los mismos motivos que tenía el señor Laguardia para
elogiar la conducta del señor Morúa, pues entiendo que el primer deber de todo
legislador, es precaver o prevenir los males sociales del país para que legisla.
Y si en un momento determinado de su historia asoman males socialesque necesiten
remedio, faltaría a su deber el legislador que por contemporizaciones indebidas
o por otros motivos, no levantara su voz, aunque fuese oída con desagrado por
algunos para evitar en la medida de sus facultades, lo que él preve como motivo
de desorganización o de ruina para el país que representa.
Yo creo primeramente que toda agrupación política que en nuestra tierra se funde
o establezca por razón exclusivamente de la raza o color, es una agrupación
política que perturba el orden social y la paz pública porque, si no de momento,
a la larga, esas agrupaciones constituidas de esa manera serán fuente de
disturbios sociales, que empiezan por alterar la paz moral y acabarían,
desgraciadamente, por perturbar la paz material, llevando al Estado a una guerra
social, haciendo imposible la vida de la civilización y dando al traste con las
conquistas realizadas por las revoluciones.
SR. PRESIDENTE (RECIO) : Perdone, señor Gonzalo Pérez.
Señores Senadores: Va a dar la hora reglamentaria y me parece discreto consultar
al Senado, aprovechando la interrupción que ha hecho el señor Gonzalo Pérez, si
resuelve que se prorrogue la sesión o si se termina a la hora reglamentaria.
SR. LAGUARDIA: Propongo la prórroga de la sesión hasta que se acabe esta
discusión.
SR. CISNEROS: Yo pediría algo más que eso, porque yo deseo hacer unas
manifestaciones después que se concluya la discusión.
SR. PRESIDENTE (RECTO): ¿Entonces el señor Cisneros se adhiere a lo que propone
el señor Laguardia, agregando que desea que se le conceda la palabra después
para hacer algunas manifestaciones al Senado?
SR. CISNEROS : Sí, señor.
SR. PRESIDENTE (RECIO) : ¿Están conformes los senadores con ambas proposiciones?
(Señales afirmativas).
Acordado.
Continúe el señor Gonzalo Pérez.
SR. GONZALO PÉREZ : Y refiriéndome a lo de la inconstitueionalidad de la
proposición del señor Morúa Delgado, entiendo que no hay tal
inconstituciónalidad.
Nuestra Constitución consagra el mismo derecho a todos los ciudadanos, sin tener
en cuenta para nada, la raza, el color, la clase o la profesión; pero la
Constitución no autoriza a los ciudadanos para que se constituyan en
agrupaciones políticas de carácter racista que necesariamente tienden a
perturbar el orden social; y si aquí se constituyese un partido anarquista, con
el propósito determinado de difundir las doctrinas anarquistas, creo que sería
el señor Laguardía el primero en levantarse y pedir a los Poderes Públicos,—y si
él no lo hiciese lo pedirían otros, porque el orden social está garantizado por
la Constitución,—la disolución de ese partido, por constituir un peligro para el
orden social y para la estabilidad de las instituciones. Y si las agrupaciones
anarquistas no habrían de constituirse, si no se consienten en las otras
Repúblicas, de régimen democrático, eso le demuestra al señor Laguardia que la
Constitución, que ampara la libre emisión del pensamiento y de la palabra, no
autoriza ni ampara agrupaciones o asociaciones con fines ilícitos, inmorales o
perturbadores del orden social.
En los Estados Unidos, país clásico de la libertad, de donde pudiera decirse que
ha tenido su origen nuestra Constitución, porque del Código Fundamental de aquel
gran pueblo se tomaron muchos preceptos de los que figuran en el nuestro, se ha
declarado por el Tribunal Supremo inconstitucionales las grandes combinaciones
del capital y del trabajo como peligrosas para el bienestar de la nación; y
siguiendo las doctrinas del señor Laguardia, no sería posible impedirle a un
ciudadano rico que de acuerdo con otro ciudadano rico, procurara enriquecerse
más y más a costa de las miserias y de las lágrimas de la inmensa mayoría de los
ciudadanos.
Y si esto es más peligroso en un país como el nuestro, por circunstancias
especiales, por su situación geográfica, por su arrastre del pasado, no debemos
permitir la constitución de esos partidos que se constituyen, según se pregona
públicamente, para organizar un gobierno exclusivamente de una casta, de una
raza, de un color, en contra de otra casta, de otra raza y de otro color. De
consentirlo, entiendo que eso sería el comienzo de una discordia intestina, que
aca baría en una guerra de razas, y debemos evitarlo con todas nuestras
energías, en beneficio de todos y muy especialmente de la misma raza de color.
Nuestra Constitución, en su artículo 26, al referirse a la libertad religiosa y
al ejercicio de cultos, dice: “sin otra limitación que el respeto a la moral
cristiana y al orden público”. Vea, pues, el señor Laguardia, como cada vez que
nuestra Constitución ampara derechos, los ampara como tenía que hacerlo, dentro
de los principios, del orden social y de la moral pública. No puede haber
Constitución alguna que autorice, en espíritu o letra, la formación de
agrupaciones que perturben el orden social, y nada ahonda más las diferencias
sociales, ni recrudece tanto los odios, como la lucha de razas.
Por eso aplaudo la conducta del señor Morúa Delgado, porque con civismo, que
deberíamos todos imitar, se levanta esta tarde para denunciar como peligrosa
para la República la constitución de agrupaciones por cuestión de raza o de
color, y no de principios o ideales.
Pero aunque estoy conforme en principio con la moción del señor Morúa, me voy a
permitir presentarle una enmienda, dejándola reducida exclusivamente a las
agrupaciones por cuestión de raza y de color, no haciéndola extensiva a
determinada clase por cuestión de nacimiento, de riqueza o profesión, porque no
es fácil que esto suceda, y porque aunque se fundasen no entrañan el peligro que
la otra. En cambio, se están constituyendo ya por cuestión de raza o de color,
induciendo a elementas sencillos de nuestra sociedad, a hombres amantes del
orden social, a muchos que fueron compañeros de fatigas de nuestros héroes en
nuestras guerras de independencia y de libertad, para que realicen actos que
perturben el bienestar social, haciéndoles creer en la posibilidad de que en
Cuba puede haber un partido negro que gobierne con exclusión de la raza blanca,
su compañera de sacrificios en las días azarosos y que debe serlo de gloría en
los días bonancibles.
Unidos a sus compañeros de nacionalidad, de trabajos y de fatigas, a los
blancos, agrupados en las diferentes asociaciones políticas constituidas o que
pudieran constituirse, contribuirán grandemente a elevar la situación moral de
ellos mismos y la situación económica y moral de la República, alcanzando la
participación en los asuntos públicos que les corresponda con arreglo a su
cultura: y miembros distinguidos de esa raza a nuestro lado se sientan y nos
presiden. Esto demuestra que entre nosotros no hay prejuicios de raza ni de
color, y que damos nuestro voto y nuestro aplauso al hombre que por sus virtudes
y por sus merecimientos se hace acreedor a ellos, sin tener para nada en cuenta
el origen de su nacimiento, ni el color de su rostro.
Y si esto es una verdad ¿no sería perturbador, no sería censurable que el
Congreso cubano no atajara, con el aplauso de la misma raza de color, los males
que algunos individuos descarriados tratan de arrojar sobre esta sociedad? ¿No
es conveniente y patriótico atajar esos males por medio de una ley que cual
dique salvador para esa raza, para la sociedad cubana, impida la propaganda
racista? Yo así lo entiendo, y por eso apoyo la Enmienda del señor Morúa
Delgado, que modifico de la manera siguiente
(El Oficial, señor Villar, leyendo):
“No se considerarán como partidos políticos o grupos independientes, a los
efectos de esta Ley, las agrupaciones constituidas exclusivamente por individuos
de una sola raza o color”,
Y, continuando en el uso de la palabra, debo hacer presente al señor Laguardia,
que el lugar que deba ocupar esta enmienda o artículo adicional, no importa a la
discusión del asunto; lo que importa es que se discuta y se acepte el principio
sustentado en la enmienda del señor Morúa Delgado; y esta enmienda puedo
aceptarse como párrafo adicional, sin número, del artículo 17 que índica el
señor Morúa Delgado, o del 99, que trata de la presentación de los candidatos o
grupos independientes, o puede aceptarse como un artículo independiente, como
precepto general, sin necesidad de adicionarlo a ninguno de los artículos que
hoy tiene la Ley. Lo que interesa es que si la mayoría del Congreso entiende que
es saludable y conveniente poner un dique a cierta propaganda perjudicial y
perturbadora a la paz social, lo haga a conciencia, teniendo en cuenta que las
medidas que tome están dentro del espíritu y letra de la Constitución y están
también dentro del espíritu y de la conciencia nacional cubana, que quiere
perdurar por encima de banderías y colores.
SR. LAGUARDIA : Pido la palabra.
SR. PRESIDENTE (RECIO) : La tiene el señor Laguardia.
SR. LAGUARDIA : Insisto en mis manifestaciones anteriores. Respecto al fondo de
las razonas expuestas por los señores Morúa Delgado y Gonzalo Pérez no tengo
nada que decir, estoy enteramente conforme con ellas; entiendo que es
perjudicial é inconveniente la existencia de esas agrupaciones, y, que ponen en
peligro la nacionalidad; pero entiendo también que es inconstitucional el que se
prohíba al pueblo o a una parte del pueblo hacer uso de un derecho que la
Constitución le reconoce.
La Constitución dice que se prohibirán las agrupaciones para fines ilícitos, y
esa agrupación no persigue ningún fin ilícito. Yo llevo mis convicciones a tal
extremo que entiendo que si el negro se considera superior a nosotros porque
entiende que sus hombres son más ilustrados que los nuestros y porque crean
tener mayor número de votos, y se cree por ello con derecho a gobernarla
República de Cuba, tiene también el derecho de constituirse en partido político,
y, si gana las elecciones, a gobernarnos. Ese es mi modo de pensar. Entiendo que
ellos ejercitan un derecho legítimo, reconocido por la Constitución, al
agruparse y expresar sus pensamientos libremente, para fines lícitos,
dondequiera que les convenga. Eso que nosotros consideramos perjudicial y que
puede dar lugar a que se pierda la República, no sería porque el principio
fuesemalo, sino porque unos y otros no supimos respetarnos ante el triunfo. Es
justo que los cubanos nos preocupemos de ello y tratemos de ponerle remedio;
pero el que se va a emplear es peor que la enfermedad.
Yo estoy dispuesto, como lo he dicho muchas veces por medio de la palabra y de
la prensa, a sostener donde quiera que sea necesario, que ese sentimiento de
raza es peligrosísimo, es funesto para el país; pero de la misma manera sostengo
que es violar la Constitución, que es precipitar los sucesos, el dictar una Ley
prohibiendo al negro constituirse en partido político y por virtud de la cual se
autorice al Ejecutivo para utilizar la fuerza en contra, de los que para esos
fines se congreguen, si hay hombres que deseen reunirse en tal sentido y formar
una agrupación ; teniendo como tienen ese derecho reconocido por la
Constitución, de ningún modo puede quitársele por medio de una ley; con ello
daríamos lugar a que esos individuos, no teniendo ya un terreno legal, franco,
donde moverse, se lanzaran al de la violencia. Ese es mi temor. Yo lo único que
quiero es que se respete el derecho de cada uno. Yo entiendo que los negros
tienen derecho a constituirse en partido político, aunque también creo que eso
es perjudicial para ellos; pero reconozco que nosotros no tenemos derecho para
cohibirlos de esto, porque están al abrigo de la Constitución. La Constitución
se refiere a privilegios, y ese no es un privilegio. Por eso, pues, respetando y
celebrando extraordinariamente los móviles que impulsan a los señores Morúa y
Gonzalo Pérez, me atrevo a rogar al Senado que piense detenidamente esta
cuestión; que crea, como yo creo, que el remedio que se indica no es el
conveniente, sino al contrario, que será perjudicial.
He dicho.
SR. PRESIDENTE (RECIO) : Tiene la palabra el señor Cisneros.
SR. CISNEROS: Yo estoy acostumbrado a llamar al pan pan y al vino vino. Nuestra
Constitución es bien clara y terminante: el derecho de emitir el pensamiento es
libre para todos los ciudadanos de la República, sean negros, blancos o chinos.
Cada uno tiene su cabeza para pensar; y de consiguiente como ha dicho muy bien
el señor Laguardia, si ellos tienen mayoría de votos para formar el Gobierno,
debe aceptarse así, y ser nosotros gobernados por los negros.
Yo siento que esta cuestión se haya traído aquí, porque creo que no hay
necesidad. Si los negros están en contra de los blancos, como se supone, no hay
cosa más fácil que hacerlos desistir de eso por medio de la prensa, por medio de
la palabra, o por cualquier otro medio. No es posible que yo vaya en contra de
la Constitución, y pido que caso de llevarse esto a efecto, se revise la
Constitución.
SR. ALEMÁN: Pido la palabra.
SR. PRESIDENTE (RECIO) : La tiene el señor Alemán.
SR. ALEMÁN : Para decir a la Presidencia que no tenemos quorum.
SR. PRESIDENTE (RECIO) : Sírvase el señor Oficial pasar lista.
(El Oficial de Secretaria pasa lista).
No habiendo quórum, se levanta la Sesión.
(Eran las seis y quince).
Presentada al Senado el 11 de febrero de 1910 por Martín Morúa Delgado.
www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/la-matanza-de-oriente-34674/documento-enmienda-adicional-al-articulo-17-de-la-ley-electoral-34678
"Por cuanto: La Constitución establece como forma de
gobierno la republicana; inviste de la condición de cubanos a los
africanos que fueron esclavos en Cuba, y no reconoce ni fueros ni
privilegios personales;
Por cuanto: la forma republicana establecida por la Constitución instituye al gobierno del pueblo para el pueblo, sin distinción por motivos de raza, nacimiento, riqueza o título profesional; Por cuanto: los partidos políticos tienen la indeclinable tendencia a constituir por sus propios miembros el gobierno que desarrolle en el país sus doctrinas políticas y administrativas; El Senador que suscribe considera contraria a la Constitución y a la práctica del régimen republicano la existencia de agrupaciones o partidos políticos exclusivos por motivos de raza, nacimiento, riqueza o título profesional, y tiene el honor de proponer al Senado la siguiente Enmienda Adicional al Artículo 17 de la Ley Electoral. No se considerará, en ningún caso, como partido político o grupo independiente, ninguna agrupación constituida exclusivamente por individuos de una sola raza o color, ni por individuos de una clase con motivo de nacimiento, la riqueza o el título profesional. Senado, once de febrero de mil novecientos diez. Martín Morúa Delgado". |
The 1912 Massacre
Delgado, Martín Morúa (1856-1910)
www.blackpast.org/?q=gah/delgado-martin-morua-1856-1910
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