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Cofradía de la Negritud - CONEG
Desde la Ceiba
Miércoles 27 de julio de 2011

Sumario:

· Artistas e intelectuales firman carta de apoyo al pintor cubano Agustín Bejarano.

Ecos de un Debate:
a. Cuba y su diáspora: El desafío de facilitar un reencuentro Por Carlos Saladrigas
b. Las propuestas de Carlos Saladrigas para Cuba Por Jesús Arboleya Cervera
c. Comentarios sobre la entrevista a Saladrigas y las opiniones de Arboleya Por Ramón de la Cruz Ochoa
d. Saladrigas y el debate con Ramón de La Cruz Por Jesús Arboleya Cervera
e. Reconciliación, peligros y cambio de modelo Por Pedro Campos

· Cuba: Otro solo de la Pogolotti por Jorge Gómez Barata

Artistas e intelectuales firman carta de apoyo al pintor cubano Agustín Bejarano.

----- Original Message -----
From: orisel
To: Agustín Bejarano Juan Ruiz
Sent: Tuesday, July 19, 2011 5:50 PM

Subject: Sumamos el apoyo de La Colmenita, primera Compañía de Teatro Infantil y
Juvenil de Cuba y sus más de mil niñas y niños de 3 a 15 años junto a sus familiares.

Recientemente he promovido en mi blog una carta de apoyo a mi querido hermano de
la vida y el arte Agustín Bejarano, la misma lleva adjunta un llamado a
adherirse de Ramiro Guerra (Cuba 1922), bailarín, coreógrafo, profesor,
escritor, crítico, investigador, e historiador y Premio Nacional de Danza,
residente en la isla y ha sido firmada por relevantes y prestigiosas
personalidades de distintas ramas del arte de Cuba y el mundo, profesionales
varios, periodistas, conocidos, amigos y admiradores de la obra y la calidad
humana del artífice cubano Agustín Bejarano para quienes los cargos de supuesto
abuso sexual que pesan sobre el artista son de dudosa y nula credibilidad.
Agustín Bejarano se presentará el 19 de septiembre en el tribunal del condado
de Miami Dade quien fijará la fecha de inicio del juicio. Su abogado Melvin
Black está inmerso en la preparatoria de la defensa, acopiando información y
pruebas que demuestren la inocencia de su defendido.

La cartas tienen el objetivo de arropar y poner en el lugar que le corresponde
la dignidad y el honor de nuestro querido artista y gran ser humano que es
Agustín Bejarano, ninguno de sus firmantes acepta la cadena de monstruosidades
que se pretenden verter sobre su persona. Nuestras sencillas pero seguras
palabras cuentan con el apoyo desde España de la Agencia del Cortometraje
Español (ace), el Periodista y crítico de cine Sergio Berrocal, la doctora en
Bellas Artes María Elena Soto, el artista de la plástica Juan Guillermo Garcés
Sigas uno de los creadores contemporáneos más importantes en el ámbito del
dibujo y la pintura en Iberoamérica y el Mundo, la reconocida actriz gallega
Fely Manzano Conde, el actor Martín Mujica, el premiado Director y guionista
Iván Ruiz Flores, la agente literario Alicia Rosell, promotora cultural,
periodista independiente y directora editorial de Alicia Rosell Servicios
Editoriales, la Presidenta de la Asociación Cultural Yemayá y promotora
cultural Pilar Zumel, la Artista multidisciplinar Elisa Merino C., el Fotógrafo
Andrés Marín, Gabriel Navarrete, Presidente de la ONG española Cultura y
Cooperación Internacional, el Pintor, escultor, dibujante y serígrafo Nelson
Villalobos, uno de los artistas más destacados de la llamada generación de los
ochenta o diáspora cubana, el escritor y repentista Alexis Díaz Pimienta, y el
trabajador de la construcción Doney Ramirez, entre otros.

Desde Cuba nombres relevantes de la cultura se aprecian firmando las misivas,
Enrique Pineda Barnet (Cuba 1933) Cineasta y guionista, Premio Goya 1990 por La
Bella del Alhambra y Premio Nacional de Cine 2006. Destacan además las firmas de
Moraima Clavijo Colom Licenciada en Historia del Arte y Directora del Museo
Nacional de Bellas Artes, el periodista y crítico de arte, Jorge Rivas
Rodríguez, la cantante y compositora Sara González Gómez, Frank Padrón,
escritor y crítico de artes, Zenaida Romeu, Directora de Orquesta y fundadora
de la Camerata Romeu, Ania Ortega, periodista del Noticiero Nacional de la
Televisión Cubana. El Documentalista y Fotógrafo Roberto Chile, los periodistas
Pedro Martínez Pírez y Deisy Francis Mexidor, la Licenciada en Historia del Arte
y Directora del Museo Nacional de Bellas Artes Moraima Clavijo Colom, el Poeta y
Director de la Revista de Poesía AMNIOS Alpidio Alonso, la cineasta Belkis Vega,
el Director Artístico y trovador Enriquito Núñez Rodríguez, la escritora Juana
García Abás y la poeta y ensayista Lina de Feria, el diseñador teatral y Premio
Nacional de Teatro Eduardo Arrocha, el saxofonista, arreglista, compositor,
cantante, y director Angel Bonne, la Guitarrista, Concertista y profesora del
Instituto Superior de Arte Rosa Matos, la bailarina Rosario Cárdenas,
Coreógrafa, Profesora y Directora de la Compañía Rosario Cárdenas, Sergio
Benvenuto Solás, Director del proyecto Cine Pobre Humberto Solás, la actriz y
Premio Nacional de Cine Daysi Granados, el Dramaturgo Abelardo Estorino, el
Músico saxofonista Cesar López, Director del grupo Habana Ensemble, René de la
Cruz Ortiz (Renecito) actor y Presidente de la sección de actores de las Artes
Escénicas de la UNEAC, el fotógrafo Liborio Noval, Premio Nacional de
Periodismo, Reynaldo González, escritor miembro de la Academia Cubana de la
Lengua y Premio Nacional de Literatura, el escritor y crítico Eduardo Heras
León, el Crítico y comentarista cinematográfico, investigador e historiador
Luciano Castillo Rodríguez y Carlos Díaz Alfonso Director de Teatro El Público.

Una larga lista de importantes artistas de la plástica han dado también sus
firmas, entre ellos Flora Fong, Alicia Leal, Carlos René Aguilera Tamayo, Juan
Moreira, Rigoberto Mena Santana, Antonio D Estefano Gallo, el escritor y pintor
José Luis Fariñas y el Arquitecto y pintor José Antonio Choy López por solo
mencionar algunos. La señora Nidia Mora Otero, madre del honorable crítico de
arte, escritor y ensayista Rufo Caballero, recientemente fallecido, quien
dedicara a la sobresaliente obra de Agustín Bejarano excelsos y rigurosos
análisis, ha puesto también de manifiesto su rotunda credibilidad en la
inocencia del artífice.

El apoyo de La Colmenita, primera Compañía de Teatro Infantil y Juvenil de Cuba
y sus más de mil niñas y niños de 3 a 15 años junto a sus familiares acentúa la
lista de firmas "de las personas que admiramos, somos amigos y seguimos el
ejemplo de Bejarano, no solo por el tremendo Artista que es, sino y sobre todo
- por el ser humano íntegro y ejemplar que siempre ha sido y será para todos
nosotros" en palabras de su director Carlos Alberto Cremata Malberti. Y no
falta la firma del poeta y director teatral Juan Ruiz (suegro de Agustín
Bejarano) cuyo tremendo apoyo al artista habla por sí solo.

Desde México ha manifestado "estar de acuerdo con lo expresado a favor de mi
amigo y admirado artista Agustín Bejarano por la actriz cubano/española Orisel
Gaspar y el coreógrafo Ramiro Guerra" el destacado artista de la plástica
cubano/mexicano Segundo Planes. Se suman también los artistas plásticos Luis
Miguel Valdes, Fundador y Director de El Taller de Gráfica La Siempre Habana y
Ulises González Gutiérrez, Ricardo Silveira, Juan Enrique González Careaga,
Mizraim Cárdenas; el escritor Eliseo Alberto de Diego, el músico y profesor
Manolito Mulet, la teórica del arte Viky James, el cineasta Jorge Pucheux
Padrón y el actor Norberto Antonio Echemendia.

Provenientes de Argentina concurren entre otros firmando el documento Irene
Perpiñal, Solidaridad internacional República Argentina, Museo CHE Guevara
Argentina, la actriz Audry Gutiérrez Alea (hija del destacado cineasta cubano
Tomás Gutiérrez Alea), la escritora y periodista, maestra de periodistas Stella
Calloni, el escritor, periodista, profesor, investigador histórico y sindical
Santiago Senén González, el músico y artesano Cacho Robin, la médico Marisol
Rivera, el artista de la plástica y trovador Ivan Cepeda García y el periodista
y escritor Juan Carlos Rivera Quintana. Desde Panamá ha expresado su apoyo
solidario el periodista Euclides Fuentes Arroyo.

Desde Italia hace manifiesto su incondicional y total apoyo la actriz y
bailarina Virginia Borroto, el periodista free lance, promotor y activista
cultural Vando Martinelli y el Periodista Red Ronnie, Director de la Revista
Roxi Bar, mientras que desde Brasil lo hace el abogado y pianista clásico Jésus
Silva Machado, desde Colombia el artista Plástico Juan Carlos Rivero Cintra, el
prestigioso Maestro de la pintura y el grabado Ángel Alfaro Echevarría y el
Presidente de la Corporación Colombo Cubana Jairo Alberto Suarez Sánchez.
Figuran de Ecuador las firmas de Alfredo Vera Director de Relaciones
Internacionales de la Fundación Guayasamín, y del escritor Pepe Regato, desde
Rusia la del escritor y periodista Andrés Mir, desde Portugal del galerista y
curador José Sacramento y la cooperante internacional Sandra Lopes, desde Chile
del actor Alberto Contreras D'Romero, de Francia del artista y arquitecto Juan
Luis Morales y de Alemania la de la periodista Omi María Soria, el músico Luis
Alexis Socarrás Estrada y Ada Maria de Boer (TuyyoArt) promotora de Artistas
Plásticos Cubanos en Alemania.

Firmando las misivas de Estados Unidos aparecen Belma González, bailarina y
coreógrafa, Directora de Free Soul Dance Company, Adolfo V. Nodal productor y
ejecutivo de Cuba Tours and Travel, el galerista Darrel Couturier, Margaret
Gilpin de LCSW, Cuba in Focus, WBAI, Pacifica Radio, la Directora de Cuban Art
Space Sandra Levinson, los artistas de la plástica Jacqueline Maggi, Oscar S
Duarte Rey, Gabriel Gutiérrez y Rolando Díaz.

Una Subasta Solidaria por el pintor cubano Agustín Bejarano se promueve también
desde la red en cuya organización colaboran voluntaria y altruistamente desde
la Habana el director teatral y poeta Juan Ruiz (padre de la pintora Aziyadé
Ruiz y suegro de Agustín Bejarano), el artista plástico Eduardo Guerra, desde
Perú Elyann Robledo y yo desde Madrid; donan sus obras para apoyar al artífice
renombrados artistas plásticos entre los que se encuentran Oscar Rodríguez
Lassería, Nelson Villalobos, Roberto Valentín Hernández Expósito, Hortensia
Margarita Guasch Padrón Chencha, Ángel Alfaro, Juan Garcés, Noel Guzmán Boffill
Rojas, José Luis Fariñas, Gólgota, Caridad Ramos Mosquera, Annia Alonso, Ernesto
González Litvinov, Deborah Nofret Marrero, Max Delgado Corteguera, Elisa Merino
C, Eduardo Rosales Ruiz, Nadia María García Porras, Mizraim Cárdenas, Tai Ma
Campos, Michel Mirabal Martínez, Luis Garzón Masabó, Julia E. Valdés Borrero,
Orlando Silvio Silvera Hernández, Yuri González Litvinov, Martha Castro,
Ghislaine Loyré-de Hauteclocque, Nagy Niké, Ulises González y Roberto Martínez.


Cuba y su diáspora: El desafío de facilitar un reencuentro 
Por Carlos Saldrigastop

Debemos partir de la base de que existe un problema de fondo cuando un país no
genera la capacidad económica, o el clima político, para retener a su
población sin que ésta enfrente presiones o anhelos migratorios. Los países
prósperos, lejos de padecer emigración, se encuentran con el buen problema de
controlar la inmigración.

Aunque a corto plazo, la emigración cubana se ha convertido en una de las
fuentes más importantes de remesas y divisas a la Isla, de cara al futuro la
continuación de la emigración presenta un problema agudo, ya que somos el único
país de América con una población decreciente. En la mayoría de los países donde
se emigra, generalmente la emigración proviene de los sectores más pobres y de
escasa educación. En el caso cubano se trata de personas educadas y
capacitadas, producto de una enorme inversión nacional en este ámbito, pero que
carecen de las oportunidades necesarias para proveerles a sus familias un futuro
mejor.

La diáspora cubana, aunque extendida por muchos países, tiene una concentración
particular en el sur de Florida, donde ha demostrado características
marcadamente distintas a todas las olas migratorias que han formado parte de lo
que es hoy Estados Unidos. Es notable el poder económico y político que han
adquirido en pocos años los cubanos en el sur de Florida.

No obstante, ésta ola migratoria desde Cuba, que no ha decaído aun, representa,
además, un reto y un gran activo estratégico para el futuro de Cuba. La
diáspora del sur de Florida es una verdadera caldera de pasiones, dolor,
tendencias políticas, extremismos, añoranzas y sueños. Pero algo que casi todos
comparten, es que, aun en los jóvenes que ni siquiera la conocen, no han
olvidado a Cuba, ni dejan de hablar de ella.

Si bien está decir que para que Cuba cambie todos los cubanos tenemos que
cambiar, la diáspora cubana ya comenzó su jornada. Mientras algunos de nosotros
hablamos de Cuba, muchos se están integrando a Cuba a través de los nexos
familiares y afectivos que mantienen. Este gran sector de la diáspora está ya
transitando, y de forma muy directa está teniendo un impacto enorme en la Isla.
Más de 300 mil personas viajaron a Cuba el año pasado, remitieron varios miles
de millones de dólares, van cargados de suministros para sus familiares, tanto
para el uso personal como para la reventa, y contribuyen con insumos y
capitales a las miles de pequeñas empresas que están brotando en toda la Isla.
Estos, que son mayoritariamente los emigrados más recientes, están reunificando
al país, persona a persona, familia a familia. Pero quedan muchos otros sectores
de la diáspora, los más políticos, los que llegaron hace muchos años, y la clase
empresarial, que aún están por comenzar su proceso de reunificación y de
reintegración a Cuba.

En estos sectores radica una gran parte del potencial de la diáspora, que va
desde la disponibilidad de capital hasta la llave para la normalización de las
relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Ahí radica el reto y el activo
estratégico. El activo consiste en una clase exitosa y capacitada en el manejo
de los mercados, en una fuente importante de capital, y en la capacidad de
ayudar a legitimar los difíciles procesos de cambio que enfrenta Cuba hoy y que
enfrentará, aun más, en el porvenir.

El reto consiste en saber evolucionar desde una posición de obstáculo a una de
activo transicional. Para esto se hace necesario tener la sabiduría, sobre todo
en los años venideros, de no usar su poder político para dañar la soberanía de
Cuba, sino para fortalecerla. Tenemos que aceptar la realidad de que la
relación de Cuba con Estados Unidos siempre será asimétrica, pero una diáspora
integrada, fuerte y poderosa, tendrá la capacidad de balancearla favorablemente
en bien de Cuba.

Lograr esa integración, tan necesaria para la nación, exige que todos cambiemos.
Cuba tiene que abrirse a su diáspora y su diáspora a Cuba. Cuba tiene que
respetar los derechos de todos sus hijos, incluyendo a los que vivimos fuera.
Somos cubanos, al igual que los de allá, con derechos y deberes. Es menester
que se nos respete el derecho de regresar, algo tan humano como legítimo. Por
nuestra parte, habrá en la diáspora aquellos a quien la historia dejará a un
lado, porque no supieron, o no quisieron, tomar el paso de la reunificación.
Pero quien sí añore y desee dar ese paso, debe adoptar actitudes facilitadoras
y habilitantes.

Entre esas actitudes, la más importante es la humildad. Quizás tengamos más
riquezas que los de allá, pero eso no nos hace más ricos. Hay muchos tipos de
riquezas. Quizás tengamos algunos conocimientos que en la Isla se carece, pero
hay muchas experiencias, vivencias y conocimientos que los de la Isla nos
pueden enseñar. No tenemos un monopolio sobre el dolor, víctimas somos todos,
muchas veces de nosotros mismos. Somos cubanos, al igual que todos, y solo con
el corazón en la mano podremos superar el abismo de la separación y del tiempo.

En segundo lugar está la actitud de facilitar la reconciliación y la
reunificación. Siempre van a existir problemas; pero ninguno debe alejarnos de
la meta. Usando las palabras del cardenal Jaime Ortega, los materiales para
construir puentes y murallas son los mismos. Es nuestra decisión cómo
utilizarlos. Primero hay que remover obstáculos y derrumbar los muchos muros
que a través de los años hemos erigidos en ambas costas. Después, tenemos que
construir los puentes. La confianza y el respeto son esenciales para el
entendimiento y la reconciliación.

Tercero, es esencial que haya una disposición al diálogo y una preferencia a
escuchar antes de hablar. El diálogo, para que sea exitoso, requiere
transparencia y respeto. Por necesidad tiene que preceder a la reintegración,
ya que después de tantos años hemos de aprender a conocernos y a entendernos,
reconociendo, apreciando y valorando nuestras diferencias.

En cuarto lugar, es importante contar con una visión enfocada hacia el futuro.
Aunque la historia contiene importantes lecciones, a corto y mediano plazo, el
pasado enloda y divide, mientras que el futuro conlleva el potencial de unirnos
y de lograr algo conjuntamente. Claro está que el futuro se edifica sobre el
presente, por lo que hay que salvar lo que se debe salvar, y desechar lo que
se debe desechar.

Quinto, pero muy importante, es una actitud de valentía, sin miedo. Lo
desconocido y lo incierto siempre nos atemoriza. Hace muchos años que nos
tenemos miedo, unos a otros. Debemos sobreponernos al miedo y estrecharnos las
manos. Hace tiempo que no nos vemos, pero somos hermanos. Es cierto que no
sabemos qué traerá el futuro, pero éste tiene el potencial de ser mejor que el
presente y el pasado. Debemos enfrentarnos a él con valentía, optimismo y
esperanza.

Sexto, hay que saber soñar. La capacidad de soñar es contagiosa y poderosa. El
sueño nos permite ver las cosas como deben ser, o como pueden ser. Soñar nos
deja ver el futuro, nos contagia de optimismo y de colaboración, nos permite
obviar nuestras fallas y ver solo lo bueno y agradable. El sueño nos puede unir
como nación.

Por último, y lo más importante, es el amor. El amor que nos debemos como
hermanos, y el amor que se nos da como cristianos. El amor todo lo puede. Es
capaz de sobreponerse a la mayor de las dificultades y al mayor de los
obstáculos. El amor puede más que el rencor, que el odio y que el miedo. Es lo
que más necesita Cuba ahora y lo que necesitará mañana, y es lo que somos
capaces de dar y recibir a plenitud. Esa es la actitud que nos humaniza, y que
por sí sola es capaz de reunir todas las actitudes que nos hacen cubanos y
compatriotas. Ha de ser el cemento con el que edificaremos entre todos la Cuba
del mañana.

Han sido muchas décadas de separación y éxodos. Cuba tiene que volver a la
normalidad, reinsertarse plenamente en la institucionalidad internacional y
encontrar su espacio en una economía global cada vez más competitiva. Para
lograrlo necesita la reunificación y la reconciliación con la diáspora que
ahora, más que nunca, resultan posibles, aunque no fáciles. Para lograrlas hay
que propiciar un ambiente de inclusión y crear oportunidades y espacios de
diálogo y de encuentro. Esta es una responsabilidad compartida entre los de
afuera y los de adentro.

Cuba enfrenta grandes retos y problemas, en un momento en el cual el mundo
entero está sumido en una enorme crisis económica, en peligros geopolíticos,
retos ambientales, crecientes desigualdades y, en no pocos países, extrema
pobreza. La economía mundial y los avances tecnológicos imponen una
competitividad intensa y una capacidad de cambio rápida y constante. La Cuba de
hoy está lejos de hallarse preparada para enfrentar estos retos.

Los procesos de cambio, que tanta falta hacen, también ofrecen peligros desde el
precipicio del consumismo desenfrenado que deshumaniza, el crecimiento económico
disparejo capaz de dejar a grandes sectores de la población hundidos en la
pobreza, hasta la corrupción endémica que aflige a la región y desemboca en
Estados "fallidos" donde las mafias, los oligarcas y los hampones operan con
impunidad.

Es por eso que en ambas orillas aquellas generaciones que contribuyeron a crear
los problemas o la nuestra, que los acrecentó, debemos compartir una obligación
especial orientada a buscar las soluciones que Cuba necesita para encaminarla en
una dirección que aproveche el capital humano de nuestro pueblo y las ventajas
estratégicas con las que cuenta. Muy fácil sería posponer las soluciones para
las nuevas generaciones, pero el deber nos hace un llamado distinto. Todos
hemos cometido errores que han dañado a la Patria, por lo que a todos nos
concierne la tarea de rectificarlos.


Las propuestas de Carlos Saladrigas para Cuba 
Por Jesús Arboleya Cerveratop

He leído la entrevista que Carlos Saladrigas concediera a la revista Palabra
Nueva del arzobispado cubano, la cual Progreso Semanal reprodujo recientemente,
y me animo a comentarla.

Estoy al tanto que se trata de un empresario importante, con influencia en
Estados Unidos y tengo entendido que sus posiciones políticas lo ubican dentro
de la llamada "tendencia moderada del exilio", aunque tal definición no deja
claro si la moderación está referida a los métodos o los fines que se
persiguen. De cualquier manera, no veo razones para dudar de las buenas
intenciones que animan sus propuestas, el asunto sería calcular su
factibilidad, en el contexto cubano actual y el estado de las relaciones con
Estados Unidos.

Concebido, en esencia, como un proyecto de equidad social que se contrapone al
capitalismo, en Cuba fue implantado el socialismo hace 50 años y solo la
existencia de un apoyo popular muy generalizado, explica su capacidad para
sobrevivir los embates sufridos en esta media centuria. Parto entonces de esta
voluntad popular demostrada, como punto de partida para el análisis.

Resultará muy difícil a Saladrigas y sus colegas convencer a los cubanos que 
defendemos la conservación del socialismo, que los empresarios privados, sean
nacionales o extranjeros, serán nuestros "salvadores". Al menos, la historia no
recoge ningún caso donde los capitalistas se hayan convertido en constructores
del socialismo y tampoco creo que intentarlo sea lo que ellos pretenden.
Estamos, por tanto, en presencia de una diferencia ideológica básica, la cual
no es óbice para que ambas partes dialoguen, pero resulta sano reconocerla, si
se aspira avanzar en un clima de sinceridad.

Tampoco resulta muy convincente su apreciación sobre las virtudes del mercado. A
pesar de las enseñanzas de la crisis económica actual, se nos pide que aceptemos
como infalible lo que cualquier persona razonable se cuestiona. De hecho, el
mundo anda revuelto por culpa del mercado, las ideas del socialismo nunca antes
han tenido más vigencia en América Latina y hasta en Estados Unidos ha sido
necesaria la intervención del Estado, para resolver los entuertos generados por
el neoliberalismo.

Eso no quiere decir que el sistema socialista cubano no tenga que aprender a
convivir con los empresarios privados. En realidad, ello constituye un dilema
histórico del socialismo y, desde Lenin hasta Fidel Castro, se ha tratado de
encontrar fórmulas que concilien o, al menos atenúen, lo que constituye una
contradicción inevitable, debido a las condiciones objetivas que influyen en su
implantación.

Es cierto que en Cuba se ha intentado en varias ocasiones obviar esta realidad y
las consecuencias para la economía no han resultado alentadoras. Pero, también,
gracias a este sistema igualitario - a veces excesivo -, ha sido posible
articular el consenso nacional y se han alcanzado logros sociales reconocidos
mundialmente. Quizás, el más relevante, un desarrollo humano que el propio
Saladrigas dice admirar.

Más que una ortodoxia doctrinal, fue la necesidad de enfrentar la agresión
externa, especialmente de Estados Unidos, la que ha determinado las formas de
la economía y la política cubana. Como dijo el Che, la Revolución cubana ha
sido, en buena medida, una revolución de contragolpe, por lo que resulta
constructiva la crítica a la política norteamericana que se infiere de las
declaraciones de Saladrigas.

Tal experiencia ha dado lugar a una cultura igualitaria, vinculada lógicamente
al mantenimiento del socialismo, a la cual tendrá que adaptarse cualquier
propuesta de reforma que pretenda gozar de consenso en la población. Como quedó
demostrado en las recientes asambleas, lo que la mayoría de la gente pide es más
socialismo y no existe un rechazo ideológico de las autoridades a concederlo,
solo que la economía resulta incapaz de financiarlo en las condiciones
actuales.

De ahí que los cambios más importantes adoptados no son los que destaca
Saladrigas, sino los relacionados con la propia gestión empresarial socialista
y, en tal sentido, sus preocupaciones respecto al funcionamiento de la economía
cubana, resultan absolutamente pertinentes en el debate donde millones de
cubanos estamos participando. A nosotros también nos preocupa la falta de
productividad y creatividad de la economía, el rechazo insensato al trabajo por
cuenta propia, las incongruencias del marco legal, los problemas de la
burocracia y la falta de pragmatismo que prima en algunas decisiones.

Es cierto que estas reformas también incluyen una mayor apertura a la empresa
privada. Ahora bien, esta apertura está concebida para funcionar en
correspondencia con el sistema socialista, por lo que la envergadura de la
misma y sus implicaciones sociales, así como su impacto en el régimen político,
evidentemente está limitada por la escala prevista.

Creo que, a la larga, incluso evadiendo las prohibiciones norteamericanas,
resultará común que un emigrado cubano invierta junto con un ciudadano del país
en algún pequeño negocio, pero otra cosa es plantearse la inversión en gran
escala y la propiedad privada de los recursos fundamentales del país, lo cual
contradice la esencia del socialismo, como ha sido entendido históricamente por
los revolucionarios cubanos.

Los Lineamientos Económicos y Sociales aprobados, expresan claramente que se
evitará la alta concentración de capital en manos privadas. Por tanto, la
propuesta de Saladrigas, orientada a incentivar las inversiones conjuntas de
los capitalistas cubanoamericanos con ciudadanos cubanos aspirantes a serlo,
contradice este propósito, en la medida que su destino es la formación de una
nueva burguesía nativa, alimentada y, por lo tanto, dependiente del capital
extranjero. Porque él y sus colegas tienen derecho a sentirse tan cubanos como
cualquiera, pero sus capitales no lo son. Prueba de ello es que, en última
instancia, sus posibilidades de invertir en Cuba ni siquiera dependen
exclusivamente de la voluntad de cubana, sino de la ley norteamericana, que las
prohíbe en cualquiera de sus variantes.

Restablecer el capitalismo no es lo que actualmente se discute en Cuba y, desde
mi punto de vista, en el no reconocimiento de esta premisa radica el principal
desfase de Carlos Saladrigas y su grupo. Colocado entonces ante la disyuntiva
que plantea esta voluntad mayoritaria de mantener el socialismo, lo cual
implica el rechazo a su disolución, ya sea por las buenas o las malas, cabe
entonces preguntarle, si igual que el socialismo cubano tiene que proponerse
coexistir con el empresario privado, ellos están dispuestos a convivir con el
socialismo cubano. Quizás en esto radica la posibilidad de éxito del diálogo
que propone, porque otra cosa solo conduce al enfrentamiento, aunque sea más
civilizado y elegante que lo vivido hasta ahora.

De cualquier manera, resulta alentador que un grupo influyente de la comunidad
cubanoamericana se plantee dialogar respecto a Cuba en los términos y la forma
que Saladrigas lo ha hecho, alejándose de las posiciones predominantes de la
extrema derecha. Ya que, lamentablemente, tampoco coincido con él cuando afirma
que esta gente pertenece al pasado. Quizá no sean del futuro, pero son un
presente muy tangible, que controla la vida de Miami y tiene expresión
prácticamente indisputada en la actual política norteamericana hacia Cuba.

Así que, probablemente, la tarea más complicada que Carlos Saladrigas tiene por
delante será contrarrestar intereses que dependen del mantenimiento de la
beligerancia, para los cuales está excluida cualquier forma de diálogo con los
cubanos, incluso aquellos que no desean hablar de política ni de economía; sino
de cultura, deportes, religión o simplemente aspiran a reunirse con sus
familiares, en un clima de paz y concordia. Ojalá que tenga éxito.

Comentarios sobre la entrevista a Saladrigas y las opiniones de Arboleya 
Por Ramón de la Cruz Ochoatop

Los cubanos de aquí y de allá necesitamos la polémica, pero por supuesto
objetiva. Eso opinamos muchos y, por esta razón, me he decidido a tratar este
tema, el cual considero importante.

La entrevista que realizó la revista Palabra Nueva a Saladrigas es relevante,
porque se trata de un destacado representante de la comunidad cubana que reside
en Estados Unidos. Para los cubanos que desde siempre hemos luchado por la
unidad de la Nación Cubana, y que entendemos que sólo obligatoriamente debemos
coincidir en un punto esencial, la Independencia y la Soberanía de nuestro
país, es algo importante.

Hay algunos aspectos de esta entrevista que deseo subrayar:

1. Saladrigas reconoce que la comunidad cubana en Estados Unidos no es un todo
homogéneo en relación al tema Cuba y hace algunas consideraciones que me
parecen objetivas.

2. Acepta sus errores, incluyendo su posición poco entendible, cualquiera que
sea la opinión que se tenga, de impedir el viaje de un crucero a Cuba, con
motivo de la visita que el Papa Juan Pablo II realizó al país. Fue una
posición, diría con todo respeto, irreflexiva y apasionada. Cualquier persona
con sentido político hubiera estimulado este viaje, mucho más si se es
adversario de la Revolución Cubana. Sólo esta situación puede explicarse por la
ignorancia de la política y de la realidad cubana. Esto es aplicable no sólo
para este caso concreto, sino para las posiciones irreflexivas y fanáticas que
con tanta frecuencia ocurren especialmente en algunos sectores de la comunidad
cubana residente en Estados Unidos.

3. Se destaca su interés en participar en el proceso de transformaciones que se
lleva a cabo actualmente en Cuba, lo hace con humildad y enfatizando que los
que están aquí son los que mejor conocen nuestra realidad. Subrayo la
importancia de esta declaración.

4. Saladrigas hace sus consideraciones sobre la política económica reflejadas en
los Lineamientos, con ellas se puede estar de acuerdo o no, pero lo hace con
respeto. Consideraciones críticas se han hecho con entera libertad dentro de
Cuba. Recomiendo un trabajo publicado recientemente en la página Web de la
revista cubana Temas, donde, en la sección Catalejo, el Profesor Ricardo Torres
Pérez, del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de la
Habana, hace reflexiones sobre este tema, que son bien agudas y polémicas.

5. Por último, me parece importante el llamado que hace Saladrigas al
empresariado cubano residente en el exterior para que contribuya al futuro de
Cuba. Sobre este punto, desde 1995, que se aprobó la Ley de Inversión
Extranjera en Cuba y, después de un agudo debate, se decidió por la Asamblea
Nacional no excluir a los cubanos residentes en el exterior. Por supuesto, en
los momentos actuales, la inversión de un cubano a través de una persona
natural o jurídica proveniente del extranjero, está regulada por esta Ley.

La inversión de los cubanos residentes en el país está claramente definida en
los lineamientos y se está estimulando. En su desarrollo posterior, se irá
definiendo su alcance. La única limitación existente, es la no concentración de
riqueza, lo cual requiere, en mi opinión, una definición legal más exacta.

Por todo lo anterior considero que las opiniones de Saladrigas pueden o no ser
compartidas, pero en general son serias, pueden ser debatidas y no tienen
porqué de antemano ser rechazadas.

Sobre las opiniones de mi amigo Jesús Arboleya, un experto en temas de la
comunidad cubana en el exterior, tengo las siguientes opiniones:

1. Arboleya expresa con justeza la adhesión de los cubanos a los principios
esenciales del Socialismo, de lo cual no dudo, pero es omiso en explicar el
consenso nacional alcanzado, respecto a la necesidad de cambiar o actualizar el
modelo económico existente actualmente en nuestro país. La batalla por lograr
este consenso, ha sido encabezada por el Primer Secretario del Partido
Comunista de Cuba y Presidente de los Consejo de Estado y Ministros, Raúl
Castro Ruz.

2. No creo que nadie pretenda situar a los empresarios privados como
salvadores, pero creo que también hay consenso de que es importante la
participación del sector no estatal y la inversión extranjera para desarrollar
la economía del país. De una forma u otra, esto está presente en el programa de
actualización económica.

3. Sobre el tema del mercado, la posición está clara, no se puede ignorar el
mercado, la posición definitiva del Sexto Congreso modificó la versión original
y dice claramente: "La planificación tendrá en cuenta el mercado, influyendo
sobre el mismo y considerando sus características". Más claro, ni el agua.

4. Las grandes diferencias sociales, el desamparo de los más humildes es
repudiado por el pueblo, pero también entiendo que hemos comprendido que el
igualitarismo es dañino y no puede ser tolerado, porque trae consecuencias muy
negativas que conocemos y de lo cual se ha discutido mucho en la sociedad
cubana.

5. El surgimiento de un sector de la población con mejores posibilidades
económicas que otros es una realidad que tarde o temprano resulta inevitable,
lo importante es mantener bajo control esta situación, bajo principios de
legalidad y con políticas económicas correctas, no desestimulantes. Lo
importante para Cuba en estos momentos es propiciar el crecimiento económico,
manteniendo las grandes conquistas de la Revolución en salud, educación y
justicia social, sin el Estado abandonar ni renunciar a su papel rector en la
economía, ni abandonar el control de los medios fundamentales de producción y,
por supuesto, sin lesionar la Sagrada Independencia y Soberanía Nacional. Estas
son mis consideraciones en este importante debate.



Saladrigas y el debate con Ramón de La Cruz 
Por Jesús Arboleya Cerveratop

Las opiniones de Ramón de la Cruz son muy respetadas en Cuba. En sus comentarios
respecto a mi artículo "Las propuestas de Carlos Saladrigas para Cuba", tuvo el
cuidado de advertir que somos buenos amigos. Quizá por ello lo leyó con más
ganas de lo que merecía y decidió rebatirlo a fondo en la seguridad de que,
entre nosotros, no hay cabida a resentimientos o malas interpretaciones.

En realidad tales discusiones, sobre temas aparentemente vedados, ocurren con
bastante frecuencia en los círculos académicos e intelectuales cubanos, incluso
en el seno de las organizaciones políticas o en asambleas populares, solo que,
por mucho que se les critica, nuestros principales medios informativos no se
ocupan de difundirlos y, cuando salen a la luz, parecen una rareza.

Comenzaré por decir que no me considero fuera del "consenso nacional alcanzado
respecto a la necesidad de cambiar o actualizar el modelo económico existente
en nuestro país", como se infiere de lo dicho por de la Cruz. Al contrario, me
parece que dejé claro en mi artículo que me parece indispensable para
adecuarnos a la actual realidad, incluso expresé la opinión que se trata de un
problema histórico al que el socialismo no ha encontrado adecuada respuesta.

Quizá donde difiere mi análisis con el de Saladrigas es que no valoro la
apertura al capital privado doméstico como la medida esencial de los cambios en
marcha. Me interesa más lo relativo a las reformas en el funcionamiento de la
empresa estatal socialista; el estímulo a las cooperativas -que es una forma
también de propiedad social-; la descentralización de la gestión estatal y el
establecimiento de una clara demarcación entre la función gubernamental y la
administración de los medios de producción o la entrega en usufructo de
propiedades estatales -entre ellos la tierra-, con lo cual se estimula la
iniciativa individual, sin que ello conlleve a la privatización del patrimonio
nacional.

De todas formas, mis "consideraciones críticas" al modelo recientemente
aprobado, planteadas por cierto en Cuba en las asambleas citadas por de la
Cruz, no están referidas a la apertura a la gestión privada en la escala
establecida, sino a que aún no está suficientemente clara la autoridad de los
trabajadores y la población en general para intervenir de manera efectiva en la
gestión económica, lo que considero el mejor antídoto para enfrentar las
deformaciones que engendra la burocracia.

Tampoco estoy en contra de la inversión extranjera, también indispensable en las
actuales circunstancias. El problema está en cómo regularla para evitar que
menoscabe la soberanía del país -cosa que preocupa a Saladrigas- y el balance
político interno, cosa que me preocupa a mí. Como bien dice de la Cruz, desde
1995, rige en Cuba una ley de inversiones extranjeras que, no por nacionalista,
deja de ser muy amplia. Aunque efectivamente, como de La Cruz aclara, esta ley
no excluye entre los potenciales inversionistas a los emigrados cubanos.
Saladrigas rechaza de plano esta posibilidad, según sus palabras, "por razones
éticas", planteando la condición de hacerlo bajo otras reglas. Creo que en esta
pretensión radica el meollo de la cuestión.

Efectivamente, soy menos complaciente con Saladrigas que de la Cruz, pero ello
no se debe a que "rechace de antemano sus propuestas" por venir de un grupo de
emigrados y mucho menos que me niegue a debatirlas, sino que las considero, más
que fórmulas puramente económicas, una vía para insertarse en los cambios que
están teniendo lugar en Cuba: un proyecto político alternativo y como tal deben
ser discutidas. No descubro nada, el propio Saladrigas reconoce que están
orientadas a "transformar el régimen cubano", en un sentido distinto al que
estoy seguro tanto de la Cruz como yo concebimos, lo cual, sí creo, está fuera
del consenso existente en Cuba.

Por otro lado, tengo la impresión que la principal preocupación de la gente,
tanto en Cuba como en la emigración, no es la posibilidad de que grandes
empresarios cubanoamericanos inviertan en Cuba; sino que la relevancia del tema
que nos ocupa radica en el interés de la mayoría por encontrar fórmulas que
normalicen las relaciones entre los cubanos. Vale entonces que escudriñemos un
poco más en las causas que lo impiden.

La naturaleza de la Revolución cubana definió sus metas y decantó a sus enemigos
antagónicos; a saber, el poder hegemónico norteamericano y la oligarquía nativa
que le servía de sustento, para la cual, impedir el logro de este proceso
constituía una necesidad objetiva, toda vez que de ello dependía su propia
existencia como clase. Sin embargo, otros que se sumaron a la oposición o
simplemente abandonaron el país más o menos en desacuerdo con el régimen, no lo
hicieron por razones clasistas de por sí irreconciliables.

Aunque es cierto que la intensidad de la confrontación condujo a posiciones
generalizadoras y extremas por ambas partes, mirado desde una perspectiva
histórica, entre la Revolución cubana y la mayoría de la emigración siempre ha
existido la posibilidad de un diálogo para satisfacer intereses comunes, cuya
realización, de forma estable y duradera, ha sido impedido por la beligerancia
de la extrema derecha cubanoamericana, alimentada en última instancia por la
política de Estados Unidos.

Mirado a partir de los intereses de la extrema derecha, es fácilmente
comprensible su intransigencia ante la posibilidad de cualquier tipo de
contactos. Para ellos, la beligerancia no solo constituye una reacción
emocional, sino que de su mantenimiento depende el control económico y político
sobre el resto de la comunidad cubanoamericana y su acceso a los centros de
poder norteamericanos. En este caso, los medios son tan importantes como el fin
en sí mismo, así que incluso el llamado "tránsito pacífico" en Cuba, queda
excluido de su proyecto.

El interés por las propuestas de Saladrigas, incluso aspirando al fin del
sistema cubano por otros medios, se explica porque entran en conflicto con las
premisas de esta extrema derecha y alteran un estado de cosas donde el diálogo
entre cubanos resulta imposible.

Al margen de las divergencias, se trata de un cambio de mentalidad que debe ser
apreciado en su justo valor, sobre todo viniendo de alguien cuya posición
clasista lo ubica dentro de los sectores que, hasta ahora, han sustentado esta
línea beligerante, lo que demuestra que, incluso en este entorno, son posibles
cambios determinados por su propia evolución histórica.

Más importante aún, Saladrigas, tal y como lo demuestran las encuestas
auspiciadas por el grupo que preside, no ha hecho otra cosa que adaptarse a las
transformaciones políticas ocurridas en la propia comunidad cubanoamericana,
como resultado del natural proceso de renovación generacional y el impacto de
los nuevos inmigrantes cubanos.

Estamos hablando de fenómenos muy complejos relacionados con el origen social y
la experiencia existencial de los nuevos inmigrantes, así como el avanzado
proceso de integración de la comunidad cubanoamericana a la sociedad
norteamericana, lo cual tiene implicaciones relevantes para su propia identidad
y sus prioridades de vida, entre las cuales se encuentra el vínculo con su país
de origen.

Claro está que estos cambios también tienen expresión en Cuba. Hoy día, la
sociedad cubana no percibe igual a la actual emigración que a sus antecesores y
reclama una adecuación de la política nacional al respecto. Por demás
impostergable, dadas las connotaciones estratégicas que implica para el futuro
mismo de la nación, la existencia de una nutrida y pujante comunidad de origen
cubano radicada en Estados Unidos.

Efectivamente, Saladrigas tiene razón cuando afirma que los cambios ocurridos en
Cuba y en la comunidad cubanoamericana, crean las condiciones para un espacio
más inclusivo de convivencia nacional. Prueba de ello es la actual relación
entre el Estado y la Iglesia católica, definida como normal por monseñor Carlos
Manuel de Céspedes en la televisión cubana, aunque son conocidas las diferencias
ideológicas existentes.

La verdad es que casi todos hemos cambiado algo y debemos continuar haciéndolo,
sin por ello tener que renunciar a lo que somos, salvo para ser mejores. Pero
la variable que se ha mantenido inalterada ha sido la política norteamericana y
su expresión en la agenda de la extrema derecha cubanoamericana.

Tratar de cambiar eso puede ser un buen comienzo en el camino hacia una
conciliación nacional, a la que la mayoría de los cubanos aspiramos. Sobre todo
los de acá, porque en definitiva ni el Estado cubano mantiene un bloqueo
económico sobre Estados Unidos, ni nunca se ha planteado invadir militarmente a
Miami. De lo que resulta que, los del otro lado pueden vivir más tranquilos que
nosotros, mientras las cosas se arreglan.


Reconciliación, peligros y cambio de modelo 

Por Pedro Campostop

Últimamente se han publicado varios artículos, entrevistas e iniciativas de la
oposición pacífica -interna y externa- al gobierno cubano, promoviendo el
diálogo, la reconciliación nacional y cambios hacia formas más democráticas de
gobierno. Casi todos tienen algún vínculo con la Iglesia Católica.

Es tradicional en las altas instancias del gobierno/partido, tomar esas
iniciativas como relacionadas con el interés del gobierno de EE.UU. de provocar
un cambio de régimen político y económico en Cuba, hacia la plena restauración
del capitalismo privado. Esta vez, no parece ser su enfoque, al menos para
todos lo casos.

Significativamente, las propuestas del empresario cubano-americano Carlos
Saladrigas sobre la eventual participación de capitales de la diáspora en la
"actualización" del modelo económico que propugna el gobierno/partido, han
tenido ya respuestas públicas no confrontativas de parte del oficialismo.

Quienes desde el seno revolucionario, hace años hemos estado promoviendo cambios
hacia un socialismo participativo y democrático y la realización de un diálogo
nacional con todos, apreciamos en general como positivas todas estas
iniciativas pacíficas y desearíamos que entre todos fuéramos capaces de llegar
a un consenso.

Mis puntos de vistas hoy, sobre el asunto, no son los mismos que en 1979
cuando, como parte de mi trabajo, tuve que ver con el diálogo "La nación y la
emigración". En lo personal he asumido el reto con otra visión hace ya algún
tiempo, cuando en el 2007 publiqué un comentario sobre el libro de mi amigo
Félix Sautié Socialismo y reconciliación en Cuba, cuyas posiciones esenciales
al respecto comparto.

En marzo del 2009, el poeta y escritor Félix Guerra, igualmente partidario de un
socialismo más participativo y democrático, hizo pública su propuesta de
realizar un Congreso de la Nación, con la participación de todas las tendencias
políticas.

En los documentos programáticos del Socialismo Participativo y Democrático,
presentados en función de la discusión del VI Congreso del PCC, Cuba necesita
un socialismo participativo y democrático. Propuestas programáticas, publicado
en agosto del 2008, y Propuestas para el avance al socialismo en Cuba,
publicado en enero del 2011, fuimos amplios en nuestras sugerencias concretas
para reformar el sistema político cubano. En ningún caso hemos recibido,
siquiera, el más mínimo comentario del gobierno/partido.

Saludo a los que han intervenido en las propuestas y el debate, desde los
distintos ángulos, por la forma respetuosa en que lo han hecho; a la Iglesia
Católica y particularmente a Espacio Laical por las iniciativas que vienen
desplegando para la realización de un diálogo entre distintas partes de la
sociedad cubana, más divida en algunas cosas de lo que parece a simple vista, y
más unida en otras, que la falta de información e intercambio horizontal y la
doble moral, ocultan.

No me referiré a las diferencias que puedan existir con Saladrigas o con las
otras propuestas. Si por ahí empezamos, allí terminamos. En este primer
acercamiento, prefiero referirme a las coincidencias, a los marcos generales y
a futuras cotas eventualmente compartidas.

Cambiar para bien no implica traicionar principios. Salvando distancias y
diferencias, en el seno de la revolución también hemos cambiado. Unos más que
otros. Y desde luego que solo cambiando más en todos los bandos, podrá haber
reconciliación. Pero siempre será importante definir hacia dónde cambiar.

El sentimiento de amor por Cuba, por la Cuba que soñó Martí, libre, democrática,
con la propiedad repartida, pudiera ser la clave para el éxito del diálogo. Pero
para que no quede en otro intento más, pretendido entre dos partes únicas, el
estado y un grupo de emigrados que más/menos reconocen al gobierno, sin mostrar
toda la diversidad de fuera y de dentro, tendrá que ser el diálogo con todos,
inclusivo y respetuoso. Queden fuera quienes lo deseen.

Es necesario presumir sinceridad en las buenas intenciones de esas propuestas,
aunque provengan de críticos acérrimos del gobierno. De otra forma no habría
diálogo. Pero también, porque algunos de los proponentes parten de una base
religiosa. No lo soy, pero conozco a verdaderos católicos y cristianos, como es
el caso de mi amigo Félix Sautié, un católico laico, comunista, teólogo de la
liberación y partidario de un socialismo más participativo y democrático.

No serán estos los primeros casos que conozca de "recalcitrantes
contrarrevolucionarios", cuya religiosidad les llevaran a cambiar sus tácticas
agresivas por las del diálogo.

Mi experiencia de trabajo en el Servicio Exterior, relacionado con asuntos de la
emigración durante más de dos décadas, me confirma que podemos encontrar entre
los emigrados cubanos y los opositores al "socialismo", una diversidad de
posiciones. He tenido la oportunidad de tratar a conciudadanos de todas las
visiones y puedo asegurar que todos, desde la llamada extrema derecha, hasta
los simpatizantes con el gobierno cubano, guardan ese sentimiento de
nacionalidad, muy fuerte.

Los peligros de una relación estrecha con un vecino tan poderoso como EE.UU.,
fueron advertidos por Martí y los estamos sufriendo, desde que las tropas
norteamericanas desembarcaron por Daiquirí, el 22 de junio de 1898.

El grueso de la emigración con potencialidad económica, radica allá. Pero
verdaderos anexionistas cubanos, creo, debe haber muy pocos; partidarios de
unas cercanas relaciones de todo tipo con EE.UU., abundan, incluso en el
gobierno/partido.

El riesgo mayor no es el anexionismo abierto, sino el neo-plattismo que no
concibe el desarrollo económico de Cuba, sin un intercambio dependiente de todo
tipo con EE.UU.

En China, el capital de los chinos "de ultramar", ha jugado un importante papel
en la restauración de un capitalismo atroz.

Por todo eso, por nuestra propia experiencia histórica y por lo ocurrido en los
antiguos países "socialistas", cualquier asunto relacionado con la
participación de los capitales de la emigración en el futuro de Cuba, debe ser
bien valorado y precisado.

La gran mayoría de la emigración cubana, está constituida por los que se fueron
con las manos vacías, solo con sus conocimientos adquiridos en Cuba y sus 
deseos de ganarse la vida y ayudar a sus familiares acá. Gente que conoció y se
benefició de lo mejor logrado por el proceso revolucionario cubano: salud y
educación para todos, y que allá no ha podido sobrepasar su condición de
trabajadores asalariados o de pequeños negociantes.

Es esa porción, la que más está haciendo por ese proceso de reunificación que ya
se viene dando desde abajo, desde las familias, como dice Saladrigas, a partir
de cambios en las políticas internas del gobierno cubano y en las políticas de
EE.UU. hacia nuestro país.

Asumo que lo fundamental en todas esas propuestas es promover el diálogo entre
los cubanos en busca de la reunificación necesaria. Aprecio que Jesús Arboleya
y Ramón de la Cruz comparten ese anhelo. Las ofertas sobre la forma concreta en
que participaría el capital de la diáspora en el mejoramiento de nuestra
economía, es una de las tantas cuestiones a discutir, esclarecer y consensuar.

Nuestro país vive momentos excepcionales de su historia. Estamos ante el
reconocimiento casi generalizado de que el viejo sistema estatalista, de corte
neo-estalinista, mal creído socialismo, no solo no funciona, sino que ha sido
causa principal de muchos de los problemas económicos y sociales que sufre
Cuba, en particular de la división de su población.

Aunque las políticas agresivas y el bloqueo de EE.UU. comparten los "méritos",
no se puede olvidar, como bien expresó el Presidente Raúl Castro, que sus
propios errores, son los peores enemigos del proceso revolucionario cubano. Y
éste no es un hecho político, un cambio de gobierno, un estado, un partido o un
líder; sino el avance de la sociedad en dirección a la socialización y
democratización de la vida económica y política del pueblo cubano.

La sociedad cubana enfrenta ahora una serie de movimientos en el sistema
económico y político vigente, demandados por la realidad, los trabajadores y el
pueblo en general, con resonancia en parte de la cúpula gobernante que aprecia
su necesidad; pero teme por sus consecuencias, pues de la evolución de esas
transformaciones depende el futuro promisorio de Cuba, o el caos de
consecuencias incalculables.

Algo está claro: La Cuba neo-estalinista no tiene ningún futuro y sus defensores
están llamados a deponer su resistencia y coadyuvar pacíficamente al cambio, en
dirección a la democratización política y económica de la sociedad cubana, o
su ignorancia y obstinación podrían provocar el desastre que a nadie conviene.

Pero el mundo capitalista en general también está en crisis y generando, con su
irracionalidad, la destrucción de la propia vida en el planeta. En su
descomposición ha venido generando nuevas formas de organizar la producción,
en maneras distintas al tradicional sistema explotador asalariado que tipifica
el capitalismo clásico privado. La civilización basada en la industrialización
capitalista está tocando a su fin.

Nuestro país padece de graves problema económicos que no pueden resolverse con
meros parches reformistas para reparar el viejo modelo estatalista,
demostradamente ineficiente, sino con nuevas políticas económicas que conduzcan
a un nuevo modelo. No se trata simplemente de hacer crecer la economía, sino de
cómo hacerla crecer y cuál será el papel de los trabajadores en ello, como bien
expresa Arboleya.

La superación de las contradicciones actuales en la sociedad cubana,
por tanto, pasa por la negación del actual modelo económico y político en
crisis; pero no para volver a caer al nivel de las contradicciones que existían
anteriormente y que hoy estremecen al mundo capitalista, sino para avanzar a un
nuevo tipo de sociedad superior en todos los ordenes.

Cuba debe cambiar a un modelo económico distinto, diferente del disfuncional
"socialismo de estado" (que encubre un capitalismo monopolista estatal) y del
irracional capitalismo privado.

Por eso el problema fundamental de Cuba hoy, a mi juicio, más que económico, es
político. Lo que está retrasando e impidiendo los cambios hacia la nueva
sociedad, es el conjunto de trabas de todo tipo del sistema
estatalista-burocrático. La sociedad martiana por la que luchamos los cubanos,
"Con todos y para el bien de todos", solo será real cuando la libertad quede
expresada en la plena democracia y en la repartición efectiva del patrimonio,
lejos de su concentración en el estado, o en manos de unos cuantos millonarios.

El modelo actual, autoritario y excesivamente centralizado, hace prácticamente
imposible cualquier plan de inserción de los emigrados en nuestra sociedad, por
sus muchos déficit democráticos, sus esquemas dogmáticos, sus prejuicios
políticos excluyentes y sectarios, sus excesivas regulaciones monopólicas,
leyes y obstáculos arbitrarios que entorpecen el desarrollo de otras formas de
producción fuera de las estatales y hasta el diálogo horizontal efectivo, entre
los propios partidarios del socialismo.

Las leyes del bloqueo también constituyen obstáculos para la reconciliación.
Pero es prácticamente imposible el levantamiento total del bloqueo, mientras en
Cuba continúe vigente el modelo político del neo-estalinismo, el cual tenemos
que cambiar; pero no porque alguien de fuera nos presione, sino porque nosotros
mismos nos hayamos convencido de su insensatez.

Por ello, preciso ahora, que tal reconciliación y la participación constructiva
de los emigrados en la Cuba, que debe surgir de la superación del caducado
modelo neoestalinista, solo me parecen posibles como partes de los cambios
fundamentales hacia la socialización y democratización de la vida económica y
política del pueblo cubano, más allá de la "actualización" del modelo actual
que preconiza el estado/partido.

En este contexto, la emigración cubana puede jugar un importante papel positivo
si apuesta a esa democratización política y económica y si se inserta en tal
proceso, no con apetencias sectarias o vengativas, sino buscando apoyar el
camino que elijan las grandes mayorías, que no quieren seguir como estamos;
pero tampoco desean regresar al pasado de explotación y sumisión. Su
participación en el proceso de discusión y diálogo, podría ayudar también a que
sigan modificándose las restricciones del bloqueo.

En consecuencia, estimo que el diálogo hacia la reconciliación que promueven
distintos grupos y personas de la tradicional oposición, no es independiente,
sino parte de la necesaria discusión y del consenso sobre la sociedad a la que
deseamos llegar entre todos los cubanos, respetando las diferencias y las
minorías. Nadie va a asumir algo, en lo que no haya participado y de lo cual no
se sienta parte responsable.

Importante será pues precisar entre todos, los fines, medios y métodos del
actual proceso de cambios y como parte de ello, esclarecer y consensuar el
papel de la emigración y sus capitales en ese movimiento, si no queremos -unos
u otros- tener que arrepentirnos después.

 

Socialismo por la vida.
La Habana, 20 de julio de 2011top

Cuba: Otro solo de la Pogolotti por Jorge Gómez Barata

Como otra excepción que se suma a las incursiones de Alfredo Guevara, usando a
Granma como tribuna, la escritora y ensayista cubana Graziella Pogolotti, salió
nuevamente a la escena de la problemática política nacional actual, una zona de
complicados y urgentes debates y reflexiones políticas, poco frecuentada por
las firmas relevantes de las letras, las artes y la academia del país.

La alerta de la Pogolotti acerca de la beligerancia de la burocracia que lejos
de ceder terreno se atrinchera en las posiciones que ocupa y utiliza las
prerrogativas administrativas y políticas de que dispone, va al encuentro de la
percepción de que más o menos abiertamente, esa casta, obstaculiza el proceso de
cambios impulsado por el presidente Raúl Castro.

La escritora va muy lejos -tanto como antes lo hizo Esteban Morales- al advertir
que contribuyendo a la ralentización, incluso a la paralización de ciertos
cambios, los obstáculos burocráticos pueden acarrear nefastas consecuencia;
temiendo incluso que debido a tales actitudes, ocurra en Cuba lo que en otros
lugares, donde quejas legitimas mal atendidas, se transformaron en descontento
y en tensiones sociales y que incluso contribuyeron a entronizar la violencia y
las mafias.

Según se infiere de ese análisis, en las condiciones actuales, la burocracia
que afecta no sólo a la administración sino también a la actividad de dirección
en su conjunto, adquiere un significado político y se acopla con otros fenómenos
negativos, la corrupción entre ellos. Con mano maestra Graziella Pogolotti,
dirigente en la Unión de Escritores y Artistas, retrata la forma como la
retorica al uso y de la cual abusan tanto los dirigentes administrativos como
políticos, contribuye a ocultar el alcance y la gravedad de los problemas.

Con absoluta franqueza, la comentarista advierte que: ".Ninguna medida
organizativa logrará sus propósitos si persiste el predominio de un pensamiento
burocrático, planta parasitaria que esteriliza la creatividad, la auténtica
participación colectiva y el trabajo de formación de las nuevas generaciones".
"Los errores no se superan con autocríticas formales, ni tirando piedras a
quienes ayer se equivocaron".

La alerta es tanto más pertinente porque si bien antes se creía que la
burocracia era una categoría ligada a los papeles y los tramites, hoy se sabe
que es una forma de pensamiento, un estilo de dirección y una actitud ante la
vida. El burócrata, que es un ser mediocre, cuadrado, desconfiado, con
frecuencia arbitrario e implacable que lo enfoca todo desde una perspectiva
administrativa, cuando mira ve el bosque, no los árboles y de la gente capta a
la multitud, jamás al individuo.

La alarma llega un poco tarde porque debió darse cuando en zonas del tejido
social, donde no se les espera, aparecen comportamientos burocráticos, por
ejemplo en la política, territorio dominado por la subjetividad, las pasiones y
los consensos y donde la diversidad prevalece sobre el estándar. La cultura
política, más que de normas y controles requiere de imaginación e iniciativa,
de lealtad más que obediencia y de audacia más que de cautela. La herejía que
reta lo establecido y no teme al dogma es para el burócrata como la cruz para
Satanás.

Burócrata no es el diligente empleado de correos que exige el cumplimiento
estricto de las normas, ni el conserje de la escuela que aplica a rajatabla el
reglamento, tampoco el meticuloso contador que vela porque las cuentas cuadren;
burócrata es quien traslada tales hábitos a áreas del quehacer social donde
carecen de virtualidad; especialmente a los escenarios políticos donde se
libran las grandes batallas que en la Cuba de hoy no son de clases, sino contra
las desviaciones introducidas en la sociedad y en el sistema político.

Cuando en una revolución se entroniza la burocracia es la mejor evidencia de que
algo muy importante anda mal y es el momento de rectificar, cosa que ya se hace
en Cuba, no por los burócratas, sino a pesar de ellos.

Al sumarse a los esfuerzos que conduce el presidente Raúl Castro, la doctora
Pogolotti ofrece una inestimable contribución y su voz todavía solitaria, es un
aporte más de su linaje familiar a la cultura y la edificación de la Nación
cubana. Bienvenida su contribución. Allá nos vemos.

La Habana, 22 de julio de 2011


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