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Cofradía de la Negritud - CONEG
Desde la Ceiba
Martes 21 de febrero de 2012
Sumario
a. La sociedad abakuá y su influencia en el Arte
por Dr. Jesús Guanche
b. Unas palabras que pudieran servir de prólogo al libro La Sociedad Abakuá y
el estigma de la criminalidad
por Tato Quiñones
c. Un Festival de RAP en La Habana
d. VIII Coloquio y Festival Internacional de Música y Poesía Nicolás Guillén
e. Exhibición de multimedia "Ashe" en la Facultad de Filosofía e Historia de
la Universidad de La Habana
La sociedad abakuá cubana es heredera y depositaria de las tradiciones
asociativas masculinas del Calabar, en los actuales territorios de Nigeria
sudoriental y Camerún sudoccidental. Su presencia en Cuba es resultado de la
trata trasatlántica de africanos esclavizados durante la época colonial y fue
reconstruida en diversas zonas portuarias de Cuba como La Habana, Matanzas y
Cárdenas.
Sus miembros, tanto africanos, como criollos y cubanos, fueron perseguidos y
acosados debido al desconocimiento histórico de las autoridades coloniales y
neocoloniales sobre el papel que desempeñan las diversas formas asociativas
según la pertenencia de género y como vehículo de control social y transmisión
de valores culturales entre sus miembros, donde resaltan la cosmovisión
religiosa, las artes y ceremonias, los espacios y recintos para los ritos, la
pintura corporal y de otros objetos y sitios identificados como sagrados.
A más de medio siglo de Revolución triunfante reconocer la presencia de un
legado cultural asociativo con 176 años de vida propia, portador y transmisor
de diversas expresiones músico-danzarias, escénicas, artesanales, lingüísticas,
gestuales, simbólicas, éticas, entre otras, que han trascendido hasta el
presente como parte de la cultura nacional, es dignificar también el origen
latinoafricano del patrimonio cultural compartido por una parte de la
población.
La sociedad abakuá surge en Cuba durante la tercera década del siglo XIX por la
misma necesidad de proteger a sus miembros para subsistir en un medio
socioeconómico hostil y se reprodujo mediante un sistema de apadrinamento
asociativo según referencias territoriales de origen y con la temprana
presencia de personas nacidas en la Isla con independencia de su apariencia
física. La reconocida figura de Andrés Facundo de los Dolores Petit (1829-1878)
influyó en la diseminación de esta asociación entre otras personas nacidas en
Cuba y poseedoras de los más disímiles oficios, ocupaciones y creencias
religiosas. En este sentido, por su condición inclusiva, la sociedad abakuá es
un cimero ejemplo del ejercicio del antirracismo y la inclusión social.
Sus miembros han participado en diversos hechos históricos relacionados con el
origen y formación de la nación cubana como la protección al General Antonio
Maceo en el barrio de San Isidro durante su presencia clandestina en La Habana;
el intento de rescatar a los ocho estudiantes de medicina en 1871 antes que se
cometiera uno de los crímenes políticos más horrendos en la historia de Cuba;
el apoyo financiero a José Martí durante sus campañas de organización en Tampa
y Cayo Hueso para lo que el propio héroe nacional de Cuba denominó La guerra
necesaria de 1895 y, consecuentemente, en la participación en la contienda
independentista, entre otros acontecimientos.
Durante el siglo XX figuras como Aracelio Iglesias sintetizan la sostenida
presencia abakuá en el movimiento obrero cubano y en la defensa de sus derechos
laborales y sociales. En los años más recientes diversos miembros de la ya más
que sesquicentenaria asociación han participado en misiones internacionalistas
y ostentan el reconocimiento al valor y el sacrificio, como oficiales de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias y militantes del PCC.
Sus expresiones musicales y danzarias han influido fuertemente en diversas
manifestaciones de la rumba, la conga, el danzón y el son cubanos, que pueden
sintetizarse en muy destacados cultores y compositores, miembros de la sociedad
abakuá, como Chano Pozo, Santos Ramírez, Miguel Failde e Ignacio Piñeiro,
respectivamente; de igual manera; sus expresiones lingüísticas relacionadas con
el efik, también han influido en el habla popular urbana de la zona occidental
de la Isla y han trascendido a la literatura en obras de Alejo Carpentier y
Manuel Cofiño, por ejemplo. Valga señalar también la muy estimada figura de
Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, hermano abakuá que con su poesía llenó un
amplio espacio de la décima cubana.
Por tales motivos, diversos estudiosos de la cultura cubana como Fernando Ortiz,
Lydia Cabrera y Argeliers León, por solo aludir a tres muy destacados, han
resaltado los diversos valores que representa un sostenido legado patrimonial
de la nación.
Hoy podemos decir con la admiración que sintió José Martí en 1893 por los
obonecues Tomás Surí y Juan Pascual, uno porque decidió ser alfabetizado con
setenta años para servir de ejemplo a los más jóvenes y otro porque propuso
«que la orden donara una cantidad que ayudase a engrosar los fondos de la
guerra, porque ellos también quieren contribuir con algo al día de la patria.
Fue unánime la aprobación, y se dijo mucho bueno, aunque no con mucho adorno,
pero creo que con el mejor, porque hablaban con el corazón».[1][1] La sociedad
abakuá cubana es todo un símbolo de resistencia desde la época colonial hasta
hoy y un patrimonio cultural de la nación cubana.
José Martí, con sus habituales ideas sentenciosas y premonitorias, fue muy
contundente contra quienes lastrados de prejuicios podían juzgar y aun juzgan
equivocadamente el legado abakuá a la cultura cubana. Cuando escribe en Patria
el 1 de abril de 1893 sobre «UNA ORDEN SECRETA DE AFRICANOS»[2][2] para
referirse a la obra de Surí y Pascual, dos de los muchos obonecues de la
emigración cubana en Cayo Hueso sentenciaba:
Es de uso entre los necios tener en poco las cosas grandes. Si no es suya la
virtud, ni virtud les parece. Creen que debajo de su plastrón se esconde la
llave del mundo. Llevan el mundo en sí, que empieza en su cuna y acabará en su
tumba, y niegan, con sincera imbecilidad, que sea cierta la guerra o el amor, o
el desinterés o el heroísmo, o todo lo que en ellos no sea, sobre todo si les
desarregla su plastrón.
Por eso, este libro, como el anterior de Ramón Torres Zayas, es otra contundente
contribución para que algún día los necios e imbéciles a los que se refería
Martí, sean solo historia pasada y un motivo necesario para olvidar un recuerdo
indeseado. Al mismo tiempo, representa una propuesta para seguir indagando en
nuevas aristas del legado abakuá a la cultura cubana como parte de la
contribución africana a Las Américas y el Caribe.
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[1][1] Martí, José, OC, vol. V: 325.
[2][2] en OC, vol. 5: 324.
¿Sería
la patria igual de no haber sido
por la sangre?
¿Sería la misma sin la música del
grave corazón de África?
-- Eliseo Diego
Tras la llegada de los primeros colonizadores a Cuba, los primitivos pobladores
de la isla fueron prácticamente exterminados, no sólo por la brutal intensidad
de los trabajos a que fueron sometidos, como tanto se ha dicho, sino además -y
justicia es reconocerlo-- aniquilados en desiguales combates contra los
invasores de su tierra.
El extermino de los aborígenes cubanos trajo por consecuencia que, apenas
comenzado el siglo XVI, se introdujeran en Cuba los primeros africanos para
trabajar como esclavos en las plantaciones, las minas y el servicio doméstico,
dándose con ello inicio al monstruoso tráfico negrero, que en poco menos de
cuatro siglos arrebató millones de seres al continente africano. Sólo entre
1790 y 1865 se introdujeron en Cuba alrededor de seiscientos mil africanos
esclavizados.
En su forzada emigración, aquellos hombres y mujeres no trajeron más equipaje
que sus memorias, y en ellas -junto a la nostalgia por las patrias para siempre
perdidas-- sus filosofías, sus cosmogonías, sus ritos, sus cantos, sus bailes,
sus magias, sus mitos, sus lenguas, sus éticas y sus estéticas que, confundidos
luego con las culturas que nos legó España, dieron lugar a lo cubano específico,
a lo que nos distingue y define como nación y como cultura.
En el ámbito de la religiosidad, de las influencias recíprocas entre las
culturas de las distintas etnias africanas que nos nutrieron mientras duró la
trata esclavista, y entre éstas y la cultura dominante, surgieron los así
llamados "cultos sincréticos cubanos", religiones populares entre las que se
destacan la Regla de Ocha o Santería, de origen yoruba; la Regla de Palo o Palo
Monte, de raíz bantú, y las asociaciones abacuá o ñáñigas -suertes de sociedades
secretas, hermandades para la ayuda y el socorro mutuos, exclusivas para
hombres, de las que sobreviven hoy más de un centenar en las ciudades-puertos
de La Habana, Matanzas y Cárdenas--, de nítida oriundez "carabalí", como se ha
dado en llamar al conjunto de etnias que pueblan la actual Provincia Sureste de
Nigeria, territorio conocido como "Viejo Calabar" según la división impuesta en
su tiempo por el colonialismo inglés. El "ñañiguismo" constituye un
singularísimo fenómeno etnológico y antropológico que, fuera de África, sólo
puede ser observado en Cuba.
Perseguidas, reprimidas, sujetas a la mala prensa y la propaganda adversa,
obligadas a la clandestinidad y el ocultamiento desde que de ellas se tuvo
noticia, aún hoy se sigue calificando de "secretas" a las congregaciones
abacuá, aunque de su condición de tales podría decirse lo que de la masonería
dijera hace más de un siglo José Martí: .fue secreta cuando necesitó serlo, y
hoy es secreta por hábito, por respeto a lo pasado y por cierto extraño placer
que se encuentra siempre en el misterio,[3] a pesar de lo cual sobre ellas se
ha escrito mucho desde el siglo XIX, casi siempre desde los puntos de vista
de la jurisprudencia y la policía. No fue hasta 1906, con la publicación en
Madrid de "Los Negros Brujos" -obra fundacional del joven Fernando Ortiz- que
las corporaciones ñáñigas fueron observadas y descritas con cierta voluntad
científica no exenta de prejuicios colonizadores y racistas, de los que el ya
maduro Don Fernando logró zafarse.
A lo largo de la primera mitad siglo XX -y en buena parte de la segunda-- pese
a que la inmensa mayoría de los afiliados a las hermandades abacuá eran
trabajadores portuarios, de la construcción y otros sectores obreros -o quizás
por eso mismo-, cuyos propósitos ni fueron ni son otros que el socorro mutuo,
el apoyo fraternal y la solidaridad entre los desposeídos, la mala fama de
malhechores y forajidos que le endilgaron a los ñáñigos en el XIX se multiplicó
en libros y publicaciones periódicas.[4] Ya entrado el siglo XXI, nada menos que
la Enciclopedia Microsoft Encarta 2005, consultada por millones de
hispanohablantes en el planeta, definía al ñáñigo como "el individuo que, en
Cuba, forma parte de una sociedad de negros dedicada al bandolerismo", y ello a
despecho de que la primera corporación abacuá integrada por cubanos blancos se
fundó en La Habana nada menos que en 1863.
Así las cosas, respetables lectores y lectoras, ve la luz "La Sociedad Abakuá y
el estigma de la criminalidad", de Odalys Pérez y Ramón Torres, que ahora tengo
yo la ocasión y el placer de presentar a ustedes. Es un libro breve y
enjundioso, ceñido a las normas de redacción de la Academia y estructurado,
como es de rigor en estos textos, por una introducción, la valoración de las
fuentes bibliográficas examinadas, tres capítulos en los que se someten a
análisis, a saber: Los fundamentos teóricos y conceptuales de la religión como
agencia central de control social informal; Los fundamentos históricos, sociales
y criminológicos de la sociedades abacuá en Cuba y Los valores primordiales
promovidos por la sociedad abacuá y sus relaciones con la criminalidad. Le
sirven de colofón las conclusiones y la copiosa bibliografía consultada.
Sorprende, y complace, comprobar la profusa información que nos aporta el libro
de Odalys y Ramón en tan pocas páginas. Puede afirmarse que no hay aspecto, ya
sea este histórico, sociológico, antropológico, filosófico o cosmogónico, de
los que animan a las hermandades abacuá, que no haya sido abordado, siquiera a
gruesos trazos, por estos jóvenes científicos sociales cubanos, aunque el peso
fundamental de la obra recae, lógicamente, en lo que desde el título anuncia:
"La Sociedad Abakuá y el estigma de la Criminalidad". Y en ese sentido es, a mi
muy modesto entender, un notable aporte, desmitificador y desalienante, que
hace justicia y pone las cosas en su lugar, continuador de las faenas de Don
Fernando, Odilio, Teodoro y Lydia Cabrera, contribución que debemos agradecer
al conocimiento de la historia de la gente sin historia, según la definieron
los inolvidables maestros Juan Pérez de la Riva y Pedro Deschamps Chapeaux.
_________________________________________________
[3] "Al Federalista", Revista Universal, México, 6 de abril de 1876
[4] Habría que mencionar aquí -en honor a la verdad y a manera de notables
excepciones- las obras de Don Fernando Ortiz, Alejo Carpentier, Teodoro Díaz
Fabelo, Odilio Urfé, María del Carmen Muzio, Miguel Barnet y Doña Lydia
Cabrera, cuyo La Sociedad Secreta Abakuá narrada por viejos adeptos, publicada
en La Habana en 1958, constituye, a mi juicio, un insuperado paradigma para la
antropología cubana.
El FESTIVAL de RAP de invierno 2012 se desarrollará en Alamar, -populosa ciudad
del Este de La Habana- entre los días 24 y 26 de Febrero. Se trata del rescate
de un Movimiento Comunitario de este barrio, que acogió al Festival en sus
primeros años.
El día 24 a las 10 am hasta las 5 pm se comenzará con un Coloquio, cuyas
Ponencias versarán sobre la Memoria Histórica de la población negra y mestiza
de Cuba y otros temas actuales como la relación del Hip Hop con la Industria
Cultural, Racialidad, Racismo, Instituciones Culturales y Política, entre
otros. El propio día continuará a las 9 pm en el Anfiteatro alamareño -espacio
histórico del Rap- los espectáculos, donde se presentarán Agrupaciones Noveles,
previamente seleccionadas, e Invitados con cierto nivel de experiencia. El
Festival continuará el día 25 -solo con espectáculos- a las 9:00 pm, en el ya
mencionado Anfiteatro. Y el día 26 a las 2:00 pm habrá una actividad de
Clausura, en las inmediaciones de la Casa Municipal de la Cultura, sita en Ave.
De los Cocos y 5ta B. Zona 7. Alamar.
"VINE EN UN BARCO NEGRERO"
110 aniversario del nacimiento de Nicolás Guillén
CONVOCATORIA -
Fundación Nicolás Guillén
La Habana, 2 a 6 de abril, 2012
Como homenaje al aniversario 110 del nacimiento de Nicolás Guillén, y en
recordación del segundo centenario de la Conspiración de Aponte (1812), y del
centenario de la brutal represión a los Independientes de color, que costó la
vida a miles de cubanos negros (1912), la Fundación que lleva el nombre del
Poeta Nacional de Cuba, convoca a su tradicional Coloquio y Festival
Internacional de Música y Poesía, que en esta ocasión, además de repasar el
pensamiento y la obra guilleneanas, propone un intercambio de ideas sobre esos
dos sucesos, así como sobre la lucha contra la discriminación y las exclusiones
en las distintas sociedades y épocas, especialmente vistas en el pensamiento y
la cultura.
El evento teórico se desarrollará mediante conferencias, paneles de debates y
ponencias.
Entre los temas generales convocados para las ponencias están:
I.- Racismo y antirracismo
§ Causas y consecuencias del racismo y la discriminación racial
§ Teorías racistas y antirracistas. Sus manifestaciones prácticas
§ Formas de lucha contra la discriminación y el racismo
§ Conflictos étnicos
§ Subdesarrollo, emigración y xenofobia.
§ Resistencia y acciones antirracistas en la historia y en la actualidad
§ La cuestión negra en el arte y la literatura. Temas, obras y autores
§ Grandes personalidades antirracistas
§ Trascendencia histórica de la conspiración de Aponte
§ El Partido de los Independientes de Color y la llamada "guerrita de los
negros".
II.- Guillén en su 110 aniversario.
· Estudio de obras guilleneanas
· Su ideario de nación
· Trascendencia de su pensamiento y su obra
· El proyecto sociocultural de Nicolás Guillén.
· Visión guilleneana del racismo y la discriminación.
El Coloquio y Festival ofrecerá igualmente a los participantes conciertos,
lectura de poemas, exposiciones y otras actividades culturales.
Los interesados pueden hacer llegar a la Fundación Nicolás Guillén el título de
su ponencia y un resumen de su contenido, además de sus datos personales: nombre
completo, dirección, teléfono, correo electrónico y la institución que
representa, en caso de que así sea.
El evento acepta igualmente participantes en calidad de observadores o
acompañantes, los que deben comunicar también sus datos y su voluntad de
asistir.
La cuota de inscripción es de 100 CUC para los no residentes en Cuba y 100
pesos MN para los de la Isla. Los estudiantes y los miembros de la UNEAC
pagarán media cuota. La Fundación podrá hacerles llegar a los interesados
diversas opciones de hospedaje en La Habana, durante el evento.
Para mayor información, pueden dirigirse a:
Fundación Nicolás Guillén
Calle 17 no. 351, esq. H, Vedado, Plaza,
La Habana, Cuba. CP: 10400
Telf. (53-7) 833 2080
e-mail: fundacionng@uneac.co.cu
De los italianos Paolo Ferrera -fotografía- Alessandra Ciattini
MARTES 21 de FEBRER O / 2:0 0PM
SALÓN FRÍO, Facultad de Filosofía e Historia, U H
Presentada por una de sus autores: Alessandra Ciattini ,
Antropóloga de la Religión de la Universidad La Sapienza, Roma.
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