|
Cofradía de la Negritud - CONEG
Desde la Ceiba
Nº 138 16 de febrero de 2014 (Extra)
Prolegómenos al VIII Congreso de la UNEAC
Sumario
- La UNEAC, antes del
Congreso por Ulises Aquino
- El Congreso de la UNEAC y los petardos por
Jorge Ángel Hernández
- Alegato de una claudicación por A. L. García.
- La ética de un compromiso En el camino hacia el
VIII Congreso de la UNEAC por Pedro de la Hoz
- Valoraciones hechas en mi página privada de
Facebook. Por Ulises Aquino
- Documento Definitivo Sección de Crítica e
Investigación Asociación de Medios Audiovisuales y Radio UNEAC
- Documento UNEAC (Santiago de Cuba) Por
José Aquiles Virelles.
Mi participación en las Asambleas preparatorias del
Congreso de la UNEAC, me ha llevado a escribir varias ideas que considero
inaplazables en el contexto actual, y que siento que urge valorar por
todos, antes de esta magna cita de la intelectualidad cubana.
Cualquier análisis, antes de entrar a valorar nuestras problemáticas, que
no por históricas han dejado de tener tanta o más vigencia que nunca, debe
pasar primero por cumplir con el deber ético de valorar la génesis de
tantas insatisfacciones, para tratar de entenderlas en su esencia, para
así encaminarnos a sus posibles soluciones.
Tenemos el deber de partir del inicio, y con seriedad profunda
preguntarnos, ¿por qué y para que se fundó la UNEAC? ¿Cuáles fueron los
objetivos, y qué vigencia tienen hoy los intereses fundacionales? Como
premisa fundamental sin duda, fue la de sembrar semillas para que
fecundara la esencia de los artistas y el pensamiento revolucionario,
desde donde emergieran libres las ideas de la vanguardia artística, de su
pensamiento. Con la misión de potenciar las obras y la creación de lo
mejor, de lo más significativo, y trascendental de la intelectualidad
cubana. Para que fuera refugio obligado del pensamiento inteligente, para
el debate honesto y enriquecedor de aquellos entonces nuevos tiempos.
¿Que UNEAC tenemos hoy?
La UNEAC de hoy, es una leve sombra de la que soñaron muchos de sus
fundadores. Es reflejo de la realidad de la nación. Instrumento de un
pensamiento político que no logra adaptarse ni engranar con los nuevos
tiempos, condicionada por el distanciamiento entre las necesidades
ideológicas de nuestros días y las prácticas históricas.
Sin liderazgo ni iniciativa para cambiar lo que necesitamos cambiar, donde
los obedientes y los que comulgan con los obsoletos métodos, se acomodan a
repetir consignas para proteger un status que los ha convertido en casta.
Que no funciona como contrapeso entre nuestras aspiraciones y las del
estado, en cuya conveniencia como ya está demostrado, ni se acerca a las
nuestras.
La UNEAC de hoy también, se ha convertido en otro medio más donde la
burocracia ha logrado imponer su voluntad por encima de la de sus
miembros. Miembros que por otro lado, desde hace mucho tiempo no tienen ni
Sindicato que les represente, porque también representa al estado.
Momento de indefensión tan grande como el que hoy padecemos los artistas
no ha existido antes. Quienes nos dirigen, no nos representan. La
burocracia, inventa mecanismos y se regenera, no admite que podamos
escoger directamente el liderazgo que necesitamos. El Partido la utiliza,
con sus comisiones de candidatura, para obviar a los incómodos en favor de
los que convienen y de los que obedecen. Son hoy los responsables de que
nuestro futuro sea más incierto que nunca antes, porque hablan en nombre
de todos sin contar con nosotros, y hablan de Cuba mirándose solos por
dentro.
¿Cuál es la Unión que necesitamos?
Necesitamos una UNEAC viva, vibrante y revolucionaria, consciente del
momento, del escenario actual que padecen los artistas, donde podamos
elegir y votar de manera directa por los que nos van a representar, para
que sean nuestra legitima representación, para que no elijan por nosotros,
sino para que elijamos al que represente a la mayoría de nosotros. Para
que podamos cambiarlos cuando no cumplan con nuestras aspiraciones. Esa
práctica electoral ha conducido a nuestro país a la apatía, a la
desesperanza, la misma que ha demostrado que las decisiones estarán de
antemano reservadas para que las ejecuten los que no generaran conflictos,
y que por simple lógica tampoco generaran desarrollo.
Por eso sabemos que ser y mantenernos revolucionarios hoy, es muy difícil.
Es mucho más difícil, porque la generación del centenario sabia contra
quien luchaba, hoy cuesta mucho mas identificar a los verdaderos enemigos
de la revolución, se hace más difícil encontrar donde y debajo de que
rostro se esconden.
Nuestros enemigos no son los que disienten porque desde sus perspectivas
aspiran a una Cuba revolucionaria mejor. Esos no son los enemigos de la
revolución. Hoy los enemigos son más difíciles que nunca antes, porque se
esconden algunos dentro de nuestras propias filas, detrás de mascaras de
revolucionarios y de militantes que los errores ayudaron a construir.
Los que cuando pierden sus cuotas de poder demuestran su verdadera
esencia, oportunistas que en nombre de la revolución, han destrozado
muchos sueños de estos 55 años. Han dejado huellas largas y profundas de
las que se ha alimentado el imperialismo, donde han ganado espacio los
simuladores que fabrican falsos disidentes cuando se ejerce el simple y
sagrado derecho de no estar de acuerdo.
Son los que nos incitan a luchar contra los hacedores de riqueza y
bienestar legítimos, en vez de luchar contra los que con su actitud nos
condenan a la miseria, al desencanto, a la desesperanza. Son los mismos
que construyen barricadas burocráticas y nos obligan a pasar trabajo para
vivir con dignidad.
Los que desconocen la vida sin las prohibiciones que desencadenan la
miseria, espacio donde nacen los peores valores, donde nunca nace el
pueblo, sino la chusma. La chusma, que no es pueblo, que no es ciudadanía,
que solo se combate, combatiendo las causas de la miseria, la
marginalidad, el igualitarismo, la violencia y sobre todo la incultura,
hijas todas de la burocracia. Los que no actúan con educación, que no son
ejemplo para que no puedan hacer nido la vulgaridad entre los
revolucionarios.
Revolucionario es hoy quien demuestra valores cívicos como no
traicionarse, no envidiar, no robar, trabajar bien, servir con honor a la
Patria, y decir que no, cuando no se está de acuerdo, actuar con sentido
propio por el bien de los demás, crear riquezas con el trabajo honrado,
para uno y para el bien de todos.
El que rinde homenaje la virtud y no a los oportunismos y las falsas
adhesiones. El que lucha por cambiar todo lo que tiene que cambiar, y a
todos los que tenemos que cambiar.
¿Qué prosperidad podremos lograr con las imposiciones y los limites que le
impone la burocracia a las aspiraciones, al trabajo, el esfuerzo, a la
inteligencia, fuerzas legítimas generadoras del desarrollo? La falta de
productividad no es responsabilidad de los trabajadores, es
responsabilidad de los errores políticos, de los intereses creados por una
elite que le teme a la independencia de la gente. Que en su lucha contra
la improductividad solo encuentra soluciones aumentando desproporcionada y
arbitrariamente los precios que deben pagar los que trabajan mucho y crean
riqueza, para sostener a los que no hacen nada. Para patrocinar un enorme
estado diseñado por burócratas y tecnócratas cuyos gastos nos condenan al
malvivir. Esos son los errores que desalientan a los revolucionarios, que
alimentan al imperialismo, a la reacción, a la contrarrevolución. Esas
graves faltas a la democracia socialista que han provocado el abismo que
separa, a los revolucionarios de la burocracia que se apropió de la
revolución.
Burocracia que no sabe crear, que se alimenta de nuestras necesidades y de
las prohibiciones que impone. No se trata de regresar al capitalismo
voraz, porque "La cultura es un concepto fundamental del socialismo,
cuando necesita y concreta el concepto de libertad en el ejercicio del
pensamiento, y la adquisición de ideas", principio fundamental para pensar
y saberse dirigir en la vida .Se trata de ser todo, y lo mas socialistas
que debemos y tenemos que ser. La cultura es la historia, el fruto de la
vida de los hombres y es, al mismo tiempo, el modo de ser de los hombres
en su realidad histórica. No se puede existir sin cultura, sin ser cultos,
sin crear culturalmente y no todos crean para siempre. No todos pueden
hacerlo, son los intelectuales, los que le impregnan conciencia al campo
económico, al social y al político.
De la vida social, la más importante, es, precisamente, la vida
intelectual, porque todos los hombres, en diferente grado, son
intelectuales. La sociedad los necesita, por una parte, para que cultiven
su lado intelectual y lo engrandezcan y, por otra, para que la ayuden a
organizar su razón de ser. Los intelectuales son creadores de cultura y
organizadores de la vida social, y para ello no necesitan tener puestos
burocráticos o alguna forma de poder. Lo hacen espontáneamente, sin que
nadie se lo encargue o se lo indique, porque determinan siempre el rumbo
de la vida social, para bien o para mal, y dejan de ser intelectuales
cuando se convierten en "mandaderos" de la clase dirigente.
El socialismo, para que pueda ser eterno en Cuba primero tiene que ser
productivo y competitivo, para luego ser justo en la distribución de las
riquezas. No se es más justo ni más socialista por entregarle al que tiene
menos por el simple hecho de que tiene menos, porque no se esfuerza.
Seremos más justos y más socialistas cuando sostengamos al que no puede,
pero se esfuerza, a nuestros ancianos, a los discapacitados, a los que
verdaderamente necesiten de nuestra ayuda.
No debemos repetir más que nuestra salud pública, nuestra educación, el
deporte y la cultura son gratuitos, eso no justifica el esfuerzo de
nuestro pueblo todos estos difíciles años. Todos esos beneficios sociales
los conquistó la Revolución para que con el aporte económico de todos
nadie quedara excluido.
Pero no son gratis, nos cuesta a todos, los pagamos todos, no son un
regalo, es un derecho adquirido por la revolución de todo el pueblo.
Esas conquistas no aceptan la mirada de la tecnocracia como algo
negociable o sustituible, porque es la contribución de todo el pueblo de
Cuba. Tanto o mas que como subvencionamos nuestro ejército, nuestra
policía, para que sirvan al pueblo como funcionarios públicos, no al
revés.
No sería justo atacar a nadie en particular, a ninguna institución.
Llegamos hasta aquí como hemos podido, a pesar del imperialismo que con su
obtusa mirada nos ha querido condenar con un bloqueo doblemente brutal.
Doblemente, porque es intrínsecamente criminal, pero de nuestra parte es
más criminal porque se impone desde adentro y sigue siendo el pretexto
ideal para justificar los errores cometidos, con sus consecuencias.
Espero que estas palabras nos sirvan a todos y a todas cuando hablemos, a
las personas naturales, a las jurídicas, porque no existirán soluciones
mágicas mientras no partan de nosotros mismos, mientras consintamos que
nuestro único partido sea excluyente, y que por el hecho de ser único, no
le exijamos que sea más democrático que si existieran cien. En el que
deben inscribirse todos los hombres y mujeres de nuestro pueblo
interesados en el mejoramiento nacional, que no puede ser excluyente si
quiere ser democrático, y que no puede ser selectivo si nos va a gobernar
a todos, porque la libertad es la fuerza inmanente de la historia, la que
hace explotar los esquemas preestablecidos, y porque el desarrollo y la
prosperidad están condicionados por el ritmo de la libertad.
Ulises Aquino.
El Congreso de la UNEAC y los petardos
por Jorge Ángel Hernández (Tomado Cambios en
Cuba febrero 8, 2014)
La proximidad de un nuevo Congreso de la UNEAC despierta
expectativas en la absoluta mayoría de sus miembros; en unos porque su
sentido de pertenencia los lleva a contribuir para que su camino continúe,
con aciertos y errores, como es natural en toda obra humana, contribuyendo
a la cultura cubana y, con ello, al mejor destino de la nación; en otros,
porque el grado de legitimación que otorga la organización les permite
"arañar" determinadas prebendas y, en otros, porque nos hallamos en un
momento imprescindible, difícil y crucial, a veces caótico y errático, de
la actualización del modelo socialista cubano.
Algunas de esas decisiones, por supuesto, pueden inclinar la balanza hacia
una u otra dirección, proyectando tanto la continuidad como su ruptura
definitiva. Son puntos de análisis impostergables que merecen abordajes
serios, profundos y, sobre todo, ajenos a los eternos prejuicios que los
patrones de juicio de la Guerra Fría dejan aun en el imaginario cultural
de la ciudadanía.
La creciente apertura al respeto a la opinión ajena, impulsada desde la
propia plataforma oficial del estado cubano, ramifica el espectro de
criterios, según sean las expectativas y, sobre todo, las posibilidades de
alcance de los exponentes.[1] No hay que olvidar que a través de la UNEAC,
y de instituciones culturales, se han lanzado plataformas tan importantes
como la de la lucha contra la discriminación racial que la tradición
cultural reproduce aun a pesar de los nuevos contextos, o la que atañe a
la diversidad sexual, tan artificialmente manipulada en el contexto de la
globalización que une al siglo XX con el XXI, o incluso la de la
democratización concreta de las relaciones entre la burocracia
institucional y la sociedad civil.
Si se tiene en cuenta el shock que imprimió a la sociedad cubana el
derrumbe del socialismo europeo, y la agudización de las limitaciones
comerciales en medio de una crisis global estructural del sistema
hegemónico, habremos de admitir que, pese a errores y limitaciones de
perspectivas para su proyección futura, insisto, la UNEAC, como
institución, se ha colocado en la avanzada de la transformación cubana y,
muy importante, en el centro de la socialización de las ideas más
polémicas, no solo en el ámbito político, sino también, y con mayor
importancia, en el ámbito cultural de la ciudadanía. De sus abiertos,
agudos y diversos debates, han brotado esenciales directivas de trabajo
para la nación. Cualquiera que se aventure a confrontar los documentos
detectará que hay derivaciones importantes de su trabajo en los derroteros
programáticos, oficiales por tanto, del estado, y no precisamente a la
inversa, como lo repite la incansable y bien financiada propaganda. Los
artistas y escritores que, por mérito y decisión propias, a la UNEAC
pertenecen, no se han limitado a defender sus estrechas parcelas
creativas, lo cual indica hasta qué punto se ha logrado un pensamiento
comprometido con el mejoramiento de la sociedad. Y ello se refleja
también, con ritmos diversos, según se profundice en el tema, en los
itinerarios del trabajo institucional de la organización.
Pero nada de esto, y de mucho más que para no pecar de exhaustivo dejo en
el cajón de lo implícito, borra el efecto que ciertos patrones de
oportunismo interesado imprimen al contexto de confrontación ideológica.
Sobre todo aquel donde es posible hacer que la detonación de petardos
aparentemente aislados suene claramente como un instrumento de campaña
mediática contrarrevolucionaria, en el más semántico, y además teórico,
sentido de este término.
Así he recibido en mi buzón personal de correo, al parecer producto de una
de esas petardocomunes cadenas de reenvío, un llamado del barítono Ulises
Aquino, cuya excelente voz he escuchado alguna que otra vez por la
televisión cubana. El tono del petardo de Aquino es anodino, aunque
pretende presentarse como valiente y revolucionario, incluso intentando
combinar las retóricas extremas de la etapa de Guerra Fría: por una parte,
injuria a la UNEAC, con una clara extensión a los aparatos burocráticos de
estado y, sobre todo, al Partido rector de la política; en tanto por la
otra, abunda en frases manidas y asertos desiderativos de la época del más
vulgar realismo socialista.
Para cualquier especialista en las materias que instiga, desde la
sociología política hasta la economía, los planteamientos de Aquino
aparecen sin el menor fundamento y suenan como una catarsis de muy pequeño
alcance: una cantaleta más de las que van a sumarse a las presiones
ideológicas en el contexto de confrontación cubano. Pero, para alguien que
reconoce, como especialista, las aristas y el contexto en que se inserta,
sí se hacen evidentes ciertas intenciones con las que creo necesario
polemizar.
Primero: oportunismo de campaña propagandística electoral ante un Congreso
que, entre las reducciones financieras y la superpoblación de su
membresía, va a dejar fuera a un numeroso grupo de delegados naturales y
acaso imprescindibles para el buen debate, toda vez que, una simple
búsqueda en Google, arroja que sus últimas noticias datan de un manipulado
escándalo", por el cierre de un centro nocturno privado dentro de su
proyecto <<La ópera de la calle>>, siempre asistido por el Consejo
Nacional de las Artes Escénicas, del Ministerio de Cultura, como se
demostrara entonces.[2] Hay, por demás, en el petardo, varias alusiones a
la elección de los delegados y directivos de la UNEAC.
Segundo: comunión abierta y elemental con el discurso de campaña mediática
contrarrevolucionaria, al punto de equiparar el bloqueo estadounidense,
que data de 1961 y ha sido una y otra vez condenado por la inmensa mayoría
de las naciones de la ONU, con lo que considera bloqueo "desde dentro", al
que califica, por cierto, como "más criminal" que el estadounidense. Ni un
estudiante de primer año de Psicología puede dejar de percibir el uso
interesado de las simpatías, o sea, de la complicidad con esa acción
criminal de quienes, al bloquear la nación, median para sus intereses los
patrones de opinión.
Tercero: una retórica altamente politizada, y a la vez nula en sus valores
cognoscitivos, que, en tanto predica como derrotero necesario la
transformación revolucionaria, niega su posibilidad y la reduce a
determinadas conductas de decencia ciudadana, contigua, sin proponérselo
acaso, a la campaña por la recuperación y formación de valores que desde
la educación se propaga en el país. Por ironía, ciertos esquematismos que
ponen en peligro el éxito de la campaña educativa oficial, se reiteran en
el petardo electoral de Aquino.
Cuarto: una ignorancia concreta del papel activo y las limitaciones de los
aparatos burocráticos de estado. Como decir, buscándole alguna analogía
musical aproximada, que Anita Cerquetti es mejor que María Callas porque
se retiró temprano a la decencia de la vida doméstica, en tanto Pavaroti
es superior a ambas porque unió su voz a cantantes como Tracy Chapman o el
rapero Giovanotti. O sea, y como se ve, un sinsentido que, sin embargo,
busca un determinado objetivo ideológico: el descrédito del estado y el
Partido Comunista de Cuba que, según señala, son capaces de convertir en
títere de fácil manipulación a instituciones como la UNEAC. Lo dice claro,
aunque con muy poca altura.
Quinto: una confusión de puro arroz con mango entre lo que considera
aspiraciones "nuestras" y "del estado". La confusión, no obstante, no se
queda en ello, sino que se transforma en ofensiva a costa de los
individuos que pudieran estar implicados en ese proceso de indefensión que
dice denunciar.
La lista podría extenderse, desde luego, pero lo básicamente importante,
al menos desde mi perspectiva de intelectual que ha trabajado largo por la
UNEAC, está en llamar la atención sobre la verdadera naturaleza, sea o no
intencionada, de este tipo de asertos, donde la locución se convierte, con
intención marcada o no, en vocero de patrones de dominación cultural que
el capitalismo bien ha sabido reproducir como si fuese producto del
esfuerzo ante la libertad de opción y de expresión. Y lo más importante,
no perder de vista la constante polémica que tanto el trabajo
institucional, como el desarrollo individual de la obra de escritores y
artistas necesita, incluido en ello, cómo no, el papel del estado, el
Partido y, no olvidarlo, la sociedad civil, en el aprovechamiento y
desarrollo de los bienes concretos que el sistema socialista cubano ha
dejado durante su historia.
Si los debates previos al Congreso de la UNEAC, y su propia agenda de
trabajo, se dejan secuestrar, en nombre de ciertos espejismos
democráticos, por mecanismos y alegatos que sí son dóciles instrumentos de
la hegemonía cultural, se pone en peligro el salto que la organización
debe asumir. Aunque este es ya otro tema, y deberá ser tratado en su
momento.
[1] Téngase en cuenta que el Proyecto de Lineamiento de la Política
económica y social cubana fue una plataforma lanzada desde el sector
estatal y partidista que resultó significativamente modificada en su
proceso.
[2] Véase <<La Ópera que nunca cerró>>, La Jiribilla, nro. 587, agosto de
2012, disponible en
http://www.lajiribilla.cu/2012/n587_08/587_29.html
Alegato de una claudicación
por A. L. García. Tomado del blog cambiosencuba
Resulta muy llamativo que una especie de manifiesto del
barítono Ulises Aquino haya empezado a circular, justamente, en estos días
previos a la celebración del VIII Congreso de la UNEAC. Su propio título
(La UNEAC, antes del Congreso) hace evidente la intención del autor de
colocar en el marco de ese evento los temas que quiere debatir.
En un contexto en el que además se están eligiendo los delegados y
precandidatos al Consejo Nacional y a la dirección de las Asociaciones
Nacionales, hacer circular un manifiesto como el de Aquino viene a
funcionar inevitablemente como una obvia fórmula de autopropaganda
electoral.
Para empezar, Aquino se refiere a la UNEAC con un la intención expresa de
desmoralizarla y desacreditarla; la acusa de no poseer liderazgo ni
iniciativa y de tener, entre quienes la dirigen, a personas que no
representan los intereses de sus miembros porque no fueron elegidos
"directamente" por ellos, a causa de lo cual los artistas viven un
"momento de indefensión" sin precedentes.
Cuando menos, de inconsecuente puede calificarse que el autor de este
texto diga algo así de la organización en la que acaba de aceptar un cargo
de dirección a nivel de base. Si la UNEAC es un nicho donde a su antojo
campea la burocracia, donde se protegen a los "obedientes" convertidos en
"casta", ¿cómo puede Aquino asumir una responsabilidad que lo pone al
mismo nivel de quienes denigra?
Su falta de ética pone en evidencia el interés de no renunciar a ese
espacio de visibilidad y, al mismo tiempo, presentarse en tiempos de
Congreso como "el elegido" que puede resolver unos problemas solo
identificados por él, ya que los demás se dedican a "repetir consignas".
En esta arremetida contra la UNEAC, a la que califica de "instrumento"
(¿hará extensiva la difamación a todos los miembros de la organización?)
añade que es utilizada por el Partido para "obviar a los incómodos en
favor de los que convienen y de los que obedecen".
En su cruzada de injurias no dice cómo, no expone pruebas, obviamente.
Tampoco asume la responsabilidad de señalar con nombre y apellidos a los
"incómodos" o a "los que convienen y obedecen", según su parecer.
La que Aquino acusa de servil es una organización de demostrado compromiso
con sus artistas y creadores, que en representación de estos ha sido
crítica con lo que ha debido, con seriedad y ante quienes compete.
¿Qué espacios de debate han sido más agudos y polémicos que los foros de
la UNEAC, desde donde, con verdaderos argumentos revolucionarios y una
agenda ante todo cultural, la vanguardia intelectual cubana ha construido
el diálogo permanente con la política?
El objetivo principal de los miembros de la UNEAC, como afirmó su
presidente, Miguel Barnet, en un artículo publicado en Granma el pasado 3
de enero, "es la salvaguarda de nuestra Nación y de nuestro Socialismo",
bandera que ahora quiere arrebatarle e izar por su cuenta Ulises Aquino.
Y como precedente de este VIII Congreso ante el cual Aquino pretende
imponer un enfoque divisionista, el II cónclave de la Asociación Hermanos
Saíz fue una prueba del acompañamiento y apoyo del Estado y el Gobierno
cubanos a los reclamos de los jóvenes creadores del país, encomiados por
su agudeza e inteligencia, por ser serios y constructivos, por fomentar la
unidad; atributos de los que adolece el texto de Aquino.
En la clausura de ese Congreso celebrado el pasado mes de octubre, el
primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel
Díaz-Canel, alertaba del peligro de asumir actitudes burocráticas que si
bien perjudican a toda la sociedad, en el "sector de la cultura resultan
particularmente funestas". Y esta tendencia negativa, criticada también
por el propio presidente Raúl Castro, es la que ahora Aquino nos quiere
hacer creer que descubre, pero en los espacios menos verosímiles, y donde,
por supuesto, no figura su persona.
Sin embargo, no por grave e irrespetuosa toda esta arremetida contra la
UNEAC deja de ser un mero pretexto. El verdadero objetivo de las diatribas
se le escapa al autor en varios momentos, antes de abrir el juego y
declararlo del todo.
Por un lado dice que la UNEAC, "leve sombra" de lo soñado, es un "reflejo
de la realidad de la nación". Por otro, afirma que la organización, o
quizás su cuerpo directivo (la atropellada redacción no permite precisar),
no funciona como contrapeso entre las aspiraciones de la base y "el
estado". "El Partido la utiliza en sus comisiones de candidatura", ataca
finalmente.
A partir de este punto sus planteamientos fundamentales, que nunca
tuvieron un componente artístico -como correspondería a "un artista
preocupado" por su organización-, sino marcadamente político, van
directamente contra el Partido y la Revolución, que ha sido, según él,
secuestrada por la burocracia.
¿Que el Partido es "excluyente", que hay que exigirle que sea "más
democrático", que quienes nos dirigen "no nos representan"? Hay que estar
demasiado desinformado -o convenientemente predispuesto- para decir eso de
un Partido que sometió a plena discusión popular los Lineamientos que
llevó a su VI Congreso, y que enrutan los destinos económicos y sociales
del país.
"No debemos repetir más que nuestra salud pública, nuestra educación, el
deporte y la cultura son gratuitos, eso no justifica el esfuerzo de
nuestro pueblo todos estos difíciles años", es otra de las memorables
frases del panfleto. ¿No reflexionará Aquino que precisamente por
considerar sagradas e invaluables esas conquistas, nuestro pueblo ha
resistido tantos años de asedio y bloqueo -cuyos perjuicios él menciona,
por cierto, levemente?
Es perceptible su esfuerzo por utilizar un lenguaje en apariencia
revolucionario -quizás para no resultar disonante del todo entre quienes
sí están comprometidos. Así, asombra en su texto la inclusión de alusiones
superficiales al "imperialismo" y al "bloqueo". No obstante, su posición
no deja lugar a dudas cuando dice que el bloqueo "de nuestra parte es más
criminal porque se impone desde adentro".
A partir del giro en su discurso el barítono economista opta por
instruirnos en el significado de socialismo, ofrece sus aportes al
concepto de redistribución justa y defiende a "los hacedores de riquezas y
bienestar legítimos". Pecaminosa y contradictoria, la voz del empresario
frustrado y resentido empieza a dominarlo. ¿A qué hacedores de riquezas y
bienestar legítimos se refiere el hombre que abrió un negocio lucrativo en
la sede de un proyecto artístico altamente subvencionado por el Estado?
Ese mismo Estado que a su entender está diseñado por burócratas y
tecnócratas, mantuvo un financiamiento a su proyecto cultural, Ópera de la
Calle, por casi 10 años, y solo en el 2013 este ascendió a aproximadamente
medio millón de pesos.
La subvención no se retiró ni siquiera cuando para Aquino dejó de resultar
suficiente el dinero obtenido del presupuesto estatal y-sin renunciar a
este, oportunistamente-, a base de ilegalidades y complicidades abrió una
"paladar" en El Cabildo (con personas contratadas sin la debida
autorización, espacio no arrendado para ejercer la actividad, evasión del
fisco1).
En su momento, este constituyó un clásico episodio de los ataques
mediáticos contra Cuba, a partir del cual se divulgó de manera
tergiversada que lo cerrado era el proyecto cultural Ópera de la Calle, y
no el negocio impropio.
En el trasfondo del texto, los hechos que llevaron al cierre de este
centro recreativo -el cual no tenía nada de legítimo sino que nació de la
distorsión del proyecto comunitario Ópera de la Calle,- se perciben todo
el tiempo.
El que decía servir a la comunidad violentando toda normativa, y a la vez
estaba comprometido hasta el tuétano con una autoridad ahora corrupta,
pues sus "gastos nos condenan al malvivir", nos revela que el Partido
Comunista de Cuba es excluyente y lo iguala a la burocracia.
Se apura a hablar de un desarrollo y una prosperidad "condicionados por el
ritmo de la libertad". ¿Que a qué libertades podría referirse a estas
alturas? Claro que a la de empresa. Demasiado coherente su llamado con el
discurso que intenta inocularnos la subversión.
Pero a Aquino no le bastó con aquella experiencia de manipulación, la de
El Cabildo, para volver a darle trigo a los medios vinculados a la
maquinaria anticubana, pues hace unos días le concedió una entrevista al
Diario de las Américas.
Cierto que después, en su perfil de Facebook, trató de desdecirse y alegó
que los puntos de vista reflejados por este no eran "una arremetida contra
el gobierno de Cuba", lo cual solo significa, de ser cierto, que se estaba
reservando para ahora, oportunidad en la que ya es imposible negar su
ataque abiertamente antipartidista y contrarrevolucionario.
Entre tantas, una frase del texto de Aquino demanda particular atención:
"ser y mantenernos revolucionarios hoy, es muy difícil", asegura.
En sus lecturas previas de historia, puede que el autor haya extraviado el
hilo de la interpretación objetiva, como mismo le sucede ahora cuando
intenta analizar la salud de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y
extrapolar su "diagnóstico" a la realidad política y social de Cuba.
En todos los tiempos y contextos, ser y mantenerse revolucionarios ha
constituido una tarea difícil, en tanto asumir ese camino implica el
cuestionamiento constante de nuestros actos, en función del cumplimiento
de un objetivo supremo, de justicia y bienestar común.
Ser y mantenerse revolucionarios es un reto personal a la
autocomplacencia, al conformismo, al acomodamiento en la mejor
oportunidad; es una carrera en la que, quien la asume, se sabe
comprometido a alcanzar una meta para, en el acto, proponerse llegar a la
siguiente.
La determinación de ser y mantenerse revolucionarios -si lo sabrá el
pueblo de Cuba- costó muchas vidas en el tránsito hacia nuestra libertad.
Y aunque a partir de 1959 la situación cambió radicalmente por la llegada
al poder de un gobierno que institucionalizó esas aspiraciones, "el ser y
mantenerse…" no dejó de exigir sacrificios de empeño, de voluntad, de
perseverancia, de creatividad.
Para Ulises Aquino, ser y mantenerse revolucionario -si alguna vez
realmente lo fue- resultó un propósito demasiado grande, una carga muy
pesada que con este texto, irremediablemente, dejó caer.
La ética de un compromiso En el
camino hacia el VIII Congreso de la UNEAC
por Pedro de la Hoz (La Jiribilla No. 663)
Durante la etapa actual del proceso hacia el VIII Congreso
de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, que incluye en la capital
las asambleas de las Asociaciones y la elección de delegados al foro y
candidatos a los cargos directivos, muchos y variados han sido los
cuestionamientos, las preocupaciones y las propuestas de los creadores, la
inmensa mayoría de ellos empeñados en hallar vías para lograr que la
producción artística y literaria incida cada vez más en los valores de
nuestra sociedad.
No es nueva esa aspiración, presente desde el mismo acto fundacional de la
organización encabezada entonces por Nicolás Guillén, y renovada en el
tiempo. En los momentos más difíciles de los pasados años 90, cuando en el
mundo pocos apostaban por las ideas socialistas y la crisis material en el
país tocó fondo, fue mucho más que un gesto la manera consciente y
creativa con que los escritores y artistas cubanos hicieron suyo el
argumento expuesto por el líder de la Revolución, Fidel Castro en el V
Congreso acerca de que la cultura era lo primero que había que salvar.
De entonces a acá se ha hecho mucho más visible y fluida la identificación
entre vanguardia política e intelectual en el seno de la sociedad cubana,
sin que ello implique subordinación ni ausencia de conflictos. Cabría
hablar de debates constructivos sobre la base de un compromiso ético, que
en caso de los escritores y artistas parte ante todo del compromiso con la
autenticidad en la creación.
Nadie puede ignorar ni estar ajeno al contexto ni a las circunstancias en
que se desarrolla el actual proceso hacia el VIII Congreso de la UNEAC.
Desde hace dos años el país vive un período de radicales transformaciones
estructurales a fin de actualizar y perfeccionar el proyecto
revolucionario, Sus directrices están contenidas en los Lineamientos
Económicos y Sociales aprobados por el último Congreso del Partido y en
los Objetivos de la Conferencia Nacional de la organización política.
Nadie puede ignorar tampoco que tales Lineamientos y Objetivos fueron
debatidos amplia y democráticamente no solo por los militantes del Partido
sino por todos los estamentos de la sociedad, entre estos los propios
escritores, artistas y trabajadores de la cultura, que expresaron con toda
libertad criterios, los cuales contribuyeron a la formulación de las
políticas que se han ido implementando.
Ciertas voces discordantes, en medio del proceso hacia el VIII Congreso de
la UNEAC, pretenden desconocer los aportes de la vanguardia intelectual y
artística en el diseño y aplicación de propuestas de muy variado signo y
diversos alcances, y el papel que la UNEAC ha desempeñado en ello.
La organización no está ni puede estar al margen de las transformaciones
del país, y en consecuencia ha venido trabajando colegiadamente en
comisiones que abordan desde los vínculos entre cultura y sociedad hasta
los muy complejos problemas de la economía de la cultura, y no solo en La
Habana, sino en todas las provincias. Como nunca antes, en los últimos
años, puede hablar la UNEAC como una organización de proyección e impacto
nacionales.
Esto no significa que la organización no tenga que revisar, en el camino
hacia el Congreso, mecanismos funcionales y administrativos, redimensionar
su sistema de eventos, e interactuar con más determinación con las
instituciones del Ministerio de Cultura y otros organismos de la
Administración Central del Estado, incluso con la CTC y el Sindicato de
Trabajadores de la Cultura, para deshacer entuertos burocráticos y
desembarazarse ella misma de problemáticas gremiales. En el caso de las
instituciones culturales, la mayoría de los escritores y artistas cubanos
abogan por introducir ajustes y cambios que hagan más eficiente su gestión
y faciliten la promoción de sus obras.
Ahora bien, la ruta hacia la necesaria renovación y el imprescindible
perfeccionamiento de la UNEAC no pasa ni puede pasar por la disgregación,
ni la disociación, ni la anarquía, ni la agitación desde falsas tribunas,
apuestas indudablemente oportunistas que le hacen un buen favor a quienes
quisieran ver fracturado el compromiso intelectual con la sociedad. Habrá
que cambiar muchas cosas -de hecho están cambiando-, pero debemos defender
los fundamentos de ese compromiso ético.
Valoraciones hechas en mi
página privada de Facebook.
Por Ulises Aquino (tomado de Cubaescena)
No estoy respondiendo a nadie ni a nada. Estoy aclarando
determinadas posiciones que considero deben quedar fuera de toda duda.
Todas mis consideraciones sobre la UNEAC, fueron con el afán de
revitalizar los espacios que a mi modo de ver han perdido su protagonismo
en la vida social y cultural de la nación. El liderazgo del que trata
nunca pone en duda el protagonismo de su Presidente, Dr. Miguel Barnet,
para quien siempre me faltará vida, o tiempo, para agradecerle cuanto ha
hecho por todos, y particularmente por mí y por mi obra.
La indefensión de los artistas a la que me refiero, trata fundamentalmente
de la ausencia de una estructura sindical que represente a los artistas
con todo su cuerpo legal. Jamás cuestiona el apoyo irrestricto del Estado
cubano al mundo Teatral el cual es un ejemplo en el mundo de hoy, a pesar
de los pocos recursos con que cuenta el país.
Con respecto al ELEGIDO aclaro, que mi pasión por la Patria y mi apoyo a
la revolución han estado en el centro de mi vida, sin la más mínima
pretensión de ocupar algún puesto político, por tanto, sí, fui elegido por
mis compañeros para el Congreso de la UNEAC, e intentaré desde mi modesta
posición alcanzar las aspiraciones de los miembros que represento.
La referencia a "El Elegido" estoy casi seguro que no pretendía colocarme
como alguien que no fuera escogido para otra cosa, ni para otra causa, ya
que mi vida es una prueba de lealtad a la Patria, y a sus más profundos y
cívicos ideales.
Mis puntos de vista, pueden tener errores, no lo dudo, pero fueron hechos
desde un espacio donde prima la libertad en el que todos podemos y debemos
expresar nuestras ideas.
Documento Definitivo Sección de
Crítica e Investigación Asociación de Medios Audiovisuales y Radio UNEAC
1 Nosotros, los participantes en la asamblea de la Sección
de Crítica e Investigación de la Asociación de Medios Audiovisuales y
Radio de la UNEAC, como parte del proceso preparatorio para el 8vo
congreso de la organización, consideramos oportuno dejar constancia
escrita de nuestros principales criterios, aprobados por consenso.
2 No es este un nuevo espacio para repetir consignas, sumirnos en
disquisiciones filosóficas, hacer catarsis o consagrar actos de fe. Somos
los mismos intelectuales y artistas que por varias décadas hemos dado lo
mejor de nuestras vidas a Cuba y a nuestra Revolución, y seguimos aquí,
sin cansarnos ni dejar de hacer, pero tampoco sin dejar de decir, que es
también nuestro deber.
3 La mayoría de nuestras opiniones y preocupaciones ya han sido
planteadas, "en tiempo y forma", durante los últimos (como mínimo) diez o
quince años, en eventos, reuniones, talleres… y congresos de la propia
UNEAC. Pareciera que ya todo, o casi todo está dicho. Sobran documentos
que así lo atestiguan. Pero hoy los problemas, que en algún momento
pensamos podían atajarse a tiempo, se han agravado, multiplicado, y -de
forma peligrosa- entronizado en nuestra sociedad. Es este un llamado de
urgencia.
4 Nos preocupa, como a todos los buenos cubanos, la incertidumbre por las
actuales complicaciones económicas y sociales del país, pero en nuestra
condición de críticos e investigadores de cine, radio y televisión
pensamos que compete a nosotros preocuparnos y ocuparnos mucho más por
aquellos asuntos que tienen que ver con la vida cultural y espiritual de
nuestro pueblo. Es el aporte que podemos, debemos y sabemos cómo brindar.
5 La televisión cubana, todavía hoy el medio de información y
entretenimiento más popular en Cuba, proyecta una imagen muy lejana a las
necesidades culturales, informativas y de distracción de nuestro pueblo.
Envejecimiento, aburrimiento, mal gusto, mimetismo, vulgaridad, facilismo,
poco profesionalismo, falta de cultura (hasta en aquellos que conducen los
programas), y problemas de jerarquización en la programación, caracterizan
la actual TV nacional, a lo que se suman otros fenómenos nocivos, como el
continuo, y a veces inexplicable, cambio de horarios y espacios, y exceso
de movimiento en la parrilla.
6 Problemas largamente acumulados, que van desde el dudoso talento y la
preparación de guionistas, realizadores, asesores, conductores, personal
técnico y artistas, hasta graves inconvenientes salariales, deben ser
resueltos con la celeridad y la lógica de los tiempos que corren.
7 Los espacios llamados culturales muchas veces son opuestos a lo mejor de
la cultura y la estética cubanas y universales, como si la política
cultural del país fuese por un lado y la TV por el otro. Las más recientes
telenovelas del patio, han ido por el camino trillado de lo peor del
género a nivel internacional.
8 La programación informativa, que ha llevado largos y enconados debates
durante muchos años, en cuanto foro ha encontrado su espacio, dista de ser
la que necesita el país, hacia adentro y hacia afuera de sus fronteras.
Seguimos sin lograr la imprescindible cultura de polémica constructiva y
respetuosa desde todas las partes. Sólo añadimos que postergar una
solución, que depende hoy fundamentalmente de decisiones políticas, es
prolongar el peligro de desinformar a nuestro pueblo, en primer lugar a
los jóvenes, que ya han encontrado, en las "nuevas tecnologías", formas
alternativas de informarse a su libre albedrío. Es también un valladar en
la proyección de la imagen de Cuba hacia el exterior.
9 La transmisión televisiva de la recién concluida 2da Cumbre de la CELAC
demuestra cuánto y cómo se puede hacer, aún con la actual carencia de
recursos materiales.
10 Con urgencia llamamos al rescate, conservación y promoción del
patrimonio fílmico, televisual y radial de la nación y de la Revolución,
que hacemos extensivo al de todas nuestras artes. Se trata de unir
voluntades y recursos, tanto a nivel nacional, como en cada localidad y en
las instituciones albaceas de nuestras obras, para evitar su continuo
deterioro y total desaparición.
11 Rescatar y revitalizar, conceptos demasiado manidos en los últimos
tiempos, no tendrían sentido si, como parte del proceso de "salvar",
"salvaguardar", "defender"… no analizamos las causas del desastre, del
fenómeno que provocó el perjuicio. No se completa ningún rescate sin hacer
un buen diagnóstico acerca de qué sucedió, cómo pudo ocurrir y quién
secuestró, dañó o destruyó lo que ahora hay que "rescatar" o
"revitalizar".
12 Manifestamos nuestra preocupación por el creciente deterioro (hasta
estados deplorables) de las salas de cine de la capital y de la mayoría de
las ciudades y poblados del país, así como en muchos casos, su
desaparición y/o reconversión en otros espacios para los que no fueron
creadas, y que a menudo no son sino concesiones (repetidas una y otra vez)
al modismo y populismo nacionales e internacionales, a veces hasta al
poder del dinero.
13 Es necesario implementar con urgencia un plan nacional de rescate de
las salas de cine en todo el país, que defina presupuesto estatal e
instituciones encargadas, con prioridad en aquellas salas que deben ser
salvadas a toda costa por su valor patrimonial o por su probado beneficio
social. En otros casos, la experiencia indica que con igual o menor
presupuesto (y tal vez más alcance, siempre casuísticamente) puede
emprenderse la reconversión de grandes salas en multisalas, o centros
poli-funcionales, con galerías, tiendas, cibercafés, librerías,
restaurantes personalizados, y pequeñas salas de cine digital.
14 La decisión de prohibir y cerrar las llamadas "Salas 3D" particulares,
si bien tiene un sustento legal comprensible, deja un vacío cultural y de
entretenimiento. Deben encontrarse mecanismos legales y organizativos que
compensen este vacío.
15 En el actual proceso de actualización del modelo económico debe
aprobarse el uso de cooperativas y otros mecanismos legales que permitan
diversas variantes para el rescate y/o apertura de nuevos espacios, con
recursos no estatales, para la distribución y exhibición de obras
audiovisuales (incluso cubanas), apenas conocidas por nuestro pueblo.
16 Nos siguen preocupando las reiteradas muestras de discriminación y
violencia por violencia entronizadas en nuestros medios, más allá de las
políticas oficiales que las prohíben. Abogamos por la defensa de la
diversidad, en su sentido más amplio; por la visibilidad equilibrada, de
aceptación e integración, y del mayor respeto a las especificidades
sociales, raciales, de edad, de sexo y opción sexual, de credo y no credo,
de las llamadas discapacidades, y de todo tipo de diferencia entre las
personas; contra regionalismos y localismos en cualesquiera de sus
direcciones. Pongamos nuestros medios al servicio de una cultura de amor y
cuidado al medio ambiente y a todos y cada uno de sus componentes.
Avancemos a la par de las mejores tradiciones, y en consonancia con la
evolución del mundo actual, un mundo y un país de todos y para todos, sin
exclusiones. Pero no debemos quedarnos en las consignas, sino emprender
una labor consciente y organizada, que parta desde la propia preparación y
superación profesional, hasta la supervisión, por las vías que se
requieran, de los guiones y la realización de las obras y programas en
nuestros medios.
17 Es precisamente la crítica especializada y oportuna sobre (y en) los
medios el mejor instrumento para decantar el consumo de la industria
cultural cubana (donde no todo lo que brilla es oro) y la foránea. Debemos
reencontrar los espacios necesarios para el ejercicio de la crítica
especializada, tanto en la prensa escrita como en los programas de radio y
televisión legitimados para ello, así como en otros canales alternativos
de discusión e intercambio. No bastan las intenciones o voluntades. La
crítica debemos ejercerla, en primer lugar, los críticos, que hoy muchas
veces somos obviados o suplantados por conductores o invitados fortuitos a
determinadas espacios.
18 Debemos, por tanto, los propios críticos e investigadores, encontrar y
afianzar nuevos espacios para el debate sobre cine, radio y televisión,
con la participación cada vez más activa de realizadores, artistas y otros
profesionales de los medios, y su debida socialización. En ello deben
jugar un papel fundamental la revista Unión y el portal de la UNEAC. Este
último debe ser fortalecido con un personal más profesional, a fin de
establecerse como plataforma para nuestra colaboración, además de
importante vehículo para la información hacia adentro y hacia fuera de la
UNEAC.
19 Debe priorizarse (por las instituciones de cine, radio y televisión,
con el concurso de todo experto colaborador) la realización de
investigaciones, encuestas y otros estudios especializados acerca del
alcance, el impacto y la utilidad de los medios en nuestra sociedad, pero
debe sobre todo agilizarse el uso y puesta en práctica de sus resultados,
comenzando por aquellos ya realizados y hasta premiados por diversos
certámenes, incluidos los de la propia UNEAC, a lo largo de estos años.
20 La censura, refiriéndonos a ese entramado misterioso que no aparece
nunca y que en ocasiones incluso no viene "de arriba", sino como parte de
una simple reacción burocrática y auto-censura cobarde, a veces
oportunista, para no enfrentar los problemas, es un procedimiento que
limita y entorpece la realización de creadores y especialistas. No se
trata de cancelar la potestad de análisis e intervención necesarios desde
los niveles de dirección, sino de que ese proceso se realice de forma
transparente, con profesionalismo y discernimiento, dejando el
imprescindible espacio para el análisis receptivo, oportuno y respetuoso,
desde todas las partes, con la participación y el asesoramiento y de
críticos, realizadores y artistas de probado prestigio.
21 El acceso a Internet y a las llamadas "nuevas tecnologías" hace mucho
tiempo que pasó de ser una necesidad imperiosa para la cultura cubana,
vista esta en su concepto más amplio y abarcador, que no solo atañe a
escritores, artistas, investigadores y otros intelectuales, sino a toda la
sociedad en su conjunto. Bien conocemos las carencias económicas y las
nefastas consecuencias del bloqueo de los Estados Unidos contra Cuba, pero
también sentimos en carne propia el no menos peligroso "bloqueo interno".
Explicaciones a medias y dilaciones de todo tipo no resuelven el problema
de fondo. Cada empeño (o recurso) empleado para limitar y/o supervisar el
uso de las redes en nuestro país, en lugar de facilitarlo, acentúa un daño
que cada día es más irreversible. Exigimos una vez más el acceso a la red
de redes y a la tecnología (computadoras, módems, etc.), con precios
acordes a nuestras posibilidades económicas, que nos permitan su obtención
y mantenimiento. No exigimos un lujo, sino los más elementales
instrumentos de trabajo.
22 La UNEAC debe preocuparse y ocuparse por aquellos miembros que, por su
avanzada edad, deficiente salud, y condiciones económicas actuales, hoy
están desprotegidos, con necesidades que van desde una vivienda hasta
personas que les acompañen y hagan más digna su existencia.
23 A las puertas de un nuevo Congreso de la UNEAC, coincidimos en expresar
lo siguiente:
24 Durante estas últimas casi dos décadas, en eventos y reuniones de todo
tipo, han estado sentados frente a nosotros prácticamente los mismos
funcionarios que tienen el deber y la potestad de trazar y dirigir el
trabajo ideológico en nuestra sociedad. Son estos, los llamados decisores,
quienes de una u otra manera, y desde una u otra responsabilidad, ya sea
en el Comité Central, o al frente de las instituciones de la cultura y los
medios de comunicación, han apoyado y/o limitado el trabajo y la
proyección del cine, la radio y la televisión en Cuba, y nuestro papel
como críticos e investigadores.
25 Sin desconocer ni menoscabar sus méritos y su labor, y mucho menos la
del Partido, pensamos que es momento propicio para dar espacio en esas
responsabilidades a compañeros y compañeras mejor preparados intelectual,
cultural y profesionalmente, capaces de asumir como normal, aunque urgente
e imprescindible, la actualización del trabajo político-ideológico, que
también precisa, con toda valentía y transparencia, la Cuba de hoy.
26 Sería una manera expedita para retomar una relación y un diálogo más
fluido entre todos, que nos permitiría, sobre la base de una mayor
confianza, encontrar las mejores soluciones (incluso las económicas), y
trabajar de conjunto por subvertir la actual situación del cine, la radio
y la televisión.
27 Los profesionales de hoy tenemos que ser (y somos) generadores de
pensamiento y no meros transmisores de ideas. No podemos esperar a que nos
pidan opinión, ni callar lo que pensamos o investigamos. Es nuestra misión
decir, polemizar, batallar…, todo ello como parte indisoluble de nuestro
quehacer cotidiano.
28 El venidero Congreso de la UNEAC es una nueva oportunidad para
re-pensar la labor de nuestros críticos e investigadores. De nosotros
depende que no se convierta en otro de nuestros malos espectáculos. Es
mejor un grupo de personas reunidas a puertas cerradas, diciendo las
verdades y propiciando soluciones efectivas, que varios miles levantando
unánimemente las manos. A eso nos ha instado Raúl.
29 El debate social y político en Cuba es hoy más fuerte e interesante que
nunca, y está en cada calle, en cada centro laboral o estudiantil, en cada
reunión social y familiar, en cada persona. Es el resultado maravilloso de
tener un pueblo culto y educado por la Revolución. Pero ese debate, con
toda su fuerza y naturalidad, está ausente en los medios. Ello no
contribuye a ocultar nuestros problemas, ni mucho menos a unirnos: todo lo
contrario, atenta contra ello. Igualdad de opiniones no es unidad: la
diversidad es tan necesaria como natural. Lo más importante, quizás, es
discutir a fondo el porqué no discutimos a fondo.
30 Una Revolución de tanto prestigio como la nuestra no puede regalar el
discurso ni el espacio de la crítica a sus enemigos. Cualquier crítica
interna será mejor que la hecha por los enemigos. El miedo, el oportunismo
o el facilismo hacen siempre más daño que la verdad, siempre
revolucionaria. Postergar el debate y las consecuentes decisiones con el
"no es el momento adecuado", solo seguirá generando decepción y
desestímulo.
31 La UNEAC, vanguardia de intelectuales y artistas del país, debe asumir
un mayor protagonismo en la esfera pública, como parte de la sociedad
civil que integramos. Debemos, queremos y podemos contribuir con más
fuerza y presencia al reforzamiento de la conciencia crítica que la nación
hoy demanda, con un ejercicio intelectual responsable, un posicionamiento
más articulado y comprometido, y una participación más elaborada, por
tanto determinante, en el debate de las diversas problemáticas de la
sociedad cubana.
32 En otras palabras, exigimos nuestro derecho de acompañar a la dirección
del Estado y el Gobierno, junto al Partido, en la implementación de las
medidas que se están poniendo y se pondrán en práctica, como parte de la
actualización del modelo económico cubano. Acompañar significa aportar en
la reflexión colectiva que requiere este momento histórico, para su
consecuente comprensión y consenso por parte de nuestro pueblo, que es el
gran protagonista.
33 Con la experiencia de todos estos años, con los golpes y las
satisfacciones que nos dio la vida, y aún con los anhelos intactos: aquí
estamos.
Sección de Crítica e Investigación
Asociación de Medios Audiovisuales y Radio
UNEAC
La Habana, 5 de febrero de 2014
Documento UNEAC (Santiago
de Cuba)
Por José Aquiles Virelles.
El siguiente texto fue presentado en la mañana del día 11
de febrero en la Plenaria Anual de la UNEAC de Santiago de Cuba, algunos
amigos me han pedido se los haga llegar y aquí está:
Quisiera comenzar esta pequeña intervención haciendo referencia a un
comentario que recientemente descubrí en una grabación realizada en un
encuentro efectuado en la Sala Van Troi en el año 2001, sede del
desaparecido grupo "Cabildo Teatral Santiago" donde algunos de sus
fundadores, integrantes e invitados a ese espacio debatieron temas
referentes al Teatro de Relaciones y a las Artes Escénicas en general de
Santiago de Cuba. Esas palabras las escuché de uno de los intelectuales
más brillantes y fecundos que hayan transitado por esta ciudad, Joel James
Figarola, y cito: "…toda acción humana está llena de errores, ni la
mismísima "Creación" fue perfecta y la historia se encargó de
demostrarlo…. Eso me recuerda, continúa Joel, un pasaje donde Bertolt
Brecht llega a un lugar con una carpeta en la mano y alguien le pregunta,
¿maestro que trae dentro de esa carpeta?, a lo que el maestro respondió,
mis nuevos errores, como escuchaste, si, mis nuevos errores, no los
errores viejos…"
Las palabras de Joel como siempre, más que un convite, eran un desafío a
pecho abierto para despojarse de todo lo que perturbaba y daba vueltas en
su cabeza. Hoy, salvando la distancia, los espacios, el tiempo, la
ausencia inexplicable de Joel y los motivos ( en muchos aspectos comunes)
entre aquella reunión y esta, me dispongo a escribir algunas palabras que
tampoco puedo ni quiero dejar en una gaveta ni en el olvido.
Hay que tener disciplina, rigor y desvelo por el trabajo, hay que leer
todos los días, hay que crear todos los días, hay que pintar y ensayar
todos los días, hay que escribir y cantar todos los días, porque el
artista trabaja con su mundo interior y si no contamos con un gran volumen
de ese registro interior pues no tendremos nunca capacidad de respuesta
para enfrentar, ni para disentir ante lo mal hecho porque entonces todo se
ve perfecto.
Hoy, determinadas poses, actitudes, todo lo que ya conocemos, desde
funcionarios, instituciones, etc, traen consigo la ausencia de objetivos
más comunes y profundos. La unidad de esta "UNIÓN" es un lugar muchas
veces vacío, nos hace vulnerables y por lo tanto un "lugar común" más. No
podemos perdernos en objetivos individuales que no aporten a la comunidad,
que los objetivos comunes de esta "UNION" deben redundar y aportar a los
objetivos también comunes de este país.
Tenemos que proponernos saltos de proyección de nuevos e inteligentes
conceptos. Estamos juntos y al mismo tiempo separados, juntos en el
espacio y separados en determinados y definitorios pensamientos. En esa
horrible apariencia andamos día tras día; tenemos que acabar de aprender y
comprender que la cultura y por ende el arte de este pueblo, no puede
quedarse en los niveles locales, nuestro arte no puede bajo ningún
concepto quedarse entre cuatro paredes cuando sabemos y conocemos lo que
por sus procesos, concepciones y disímiles estéticas aporta a la
supervivencia espiritual, nacional y universal. La falta de vinculación en
estos andares ha sido "caldo de cultivo" para la incapacidad, para la
frustración, para la falta de motivación de muchos, donde otros, al mismo
tiempo, nada saludable aportan a su entorno mientras intentan dañar los
conceptos más éticos y estéticos de la creación en toda su magnitud.
No podemos permitir que esta reunión sea una acción más, llena de
pasividad y acomodamiento donde los compromisos devenidos nos evoquen la
utopía de las canciones de nuestra primera juventud. Me dolería mucho
pensar que viabilizar la entrega de un teléfono, un correo electrónico, o
la simple firma para un viaje al extranjero, algún miembro de esta "UNIÓN"
lo visualice como el perfecto funcionamiento y estado de salud de nuestra
institución. Ese tema forma parte de una razón que comúnmente llamamos
necesidad y nada tiene que ver con la esencia de lo que aquí planteamos.
Es nuestra más absoluta responsabilidad dictar un nuevo camino donde todos
los artistas de este país nos proyectemos hacia logros que beneficien
todos los niveles de la sociedad y que ello traiga consigo la consabida
remuneración espiritual, la realización más profunda, ambición primera que
debe tener un artista, y como escalón final y no menos importante un pago
coherente a la labor realizada.
No podemos pasarnos la vida hablando de lo que hicimos con ínfulas de
vanas glorias. ¿Dónde está la crítica certera, aguda, sagaz, la
autocrítica, dónde andan esos oficios, los valores?. Hay que mirar
alrededor y olvidar viejos esquemas, viejas formas.
Esta "UNEAC", la de aquí, la de allá, la de donde quiera, tiene que
convertirse en un espacio de convivencia intelectual sin precedentes,
donde todos sus miembros pronuncien desde sus tribunas correspondientes
discursos llenos de fe, donde el arte sea el único y más preciado cómplice
de lo mejor, representativo y más sano de este pueblo. Nuestra Casona de
la "UNEAC" no puede seguir siendo el lugar donde vamos de vez en cuando a
hacer una absurda e interminable cola seguida de una pérdida de tiempo
irreversible para chequear Internet, no puede seguir siendo el lugar donde
se pinta una pared cada cierto tiempo y luego hay que asumirlo como un
logro o una estrategia administrativa, no puede seguir siendo el lugar de
donde brillantes artistas, algunos ya fallecidos, se alejaron por
incomprensiones nunca esclarecidas por nadie.
Esta es una oportunidad para crecer en todo sentido, una necesidad de
plantear y evitar llegar a los mismos derroteros, una oportunidad para
negarnos a asumir errores de procedimientos de otros, una oportunidad para
hablar revolucionariamente de lo que debe y puede ser cambiado, una
oportunidad que no tendremos sabe Dios hasta cuando, esta es una
oportunidad para que las voces de los pasillos oscuros hagan públicas sus
escaramuzas emocionales y enfrenten con hidalguía lo que por derecho nos
toca y corresponde hoy.
Este país está abocado a una de sus más cruciales (tal vez) encrucijadas,
en lo económico, en lo político y lo social que tendrá que resolver. No
albergo la menor duda de que los artistas, intelectuales, los grandes
pensadores y pueblo en general asistiremos a nuevos desafíos que deben
ponernos en otros planos, pero no podemos perder de vista que muchos no
podremos verlos lamentablemente, debido al consabido desgaste biológico o
ausencia técnica de la vida terrenal.
Pongamos frente a todos una nueva expectativa para el trabajo de hoy,
repito, de hoy, ni siquiera digo del futuro, voy a tomar prestado el
pensamiento de una amiga que plantea con toda razón que para la gran
mayoría de todos nosotros este es nuestro futuro, entonces, luchemos por
la unidad, por el respeto, donde cada cual con sus criterios pero con
armonía, sintetice en la fraternidad y la comunión los más profundos y
éticos pensamientos, desterremos las miserias humanas y las "parcelas". La
educación, la enseñanza, la experiencia junto a los más puros valores
demostrados en tantos años por esta "UNIÓN" hoy tienen ante sí un nuevo
reto, entonces, usémoslos. En esa medida cada cual sabrá cuanto más o
menos quiere a este país, a la "UNEAC" y a la mismísima revolución.
|