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Partido Independiente de Color
¿Eran racistas, anexionistas?
Tomás Fernández Robaina, Investigador y 
Profesor Titular de la Biblioteca Nacional José Martí 
y de la Universidad de La Habana

Aunque escrito hace 20 años, el autor publico el ensayo ese para ampliar el debate provocado por el libro de Rolando Rodríguez, "La conspiración de los iguales".

¿Qué es el racismo? ¿Qué ha de entenderse por partido racista? ¿Son aplicables tales definiciones al Partido Independiente de Color? Serafín Portuondo Linares abordó este problema en el capítulo XXVII de su obra sobre los Independientes. En él está demostrado que el Partido Independiente de Color (PIC) no era racista. Criterio este aceptado en posteriores trabajos históricos de Sergio Aguirre1, Fernando Portuondo y otros. 

Portuondo señaló atinadamente que: “la guerra racista no mereció este nombre en verdad, ni los alzados cometieron las atrocidades características de movimientos de ese tipo, ni apenas pudieron resistir a la persecución del flamante ejército, creado por el Presidente Gómez".2 

Además de las declaraciones de sus máximos dirigentes, las cuales corroboran que el PIC no era racista, al analizar su Programa no hemos hallado un solo elemento racista, ya que ha de entenderse como tal, es decir, como partido racista, aquel que considera la mezcla de razas como perjudicial a la salud moral del país y a la conservación de sus características culturales y de su unidad espiritual. 

El Partido Independiente de Color no puede ser definido como practicante de esa corriente inhumana. Una prueba de ello lo tenemos en las palabras iniciales de su Programa, las cuales expresaban que se constituían en agrupación en todo el territorio nacional para mantener el equilibrio de todos los intereses cubanos.3 No podría tomarse la petición de incluir en el cuerpo diplomático y en la administración del estado a negros cubanos que tuvieran capacidad para ello, como manifestación de esa corriente, sino como una demanda encaminada a luchar contra la discriminación de la que eran objetos. 

Uno de los libros que trata con mayor objetividad los hechos históricos de nuestro país, y a los Independientes en particular, expone: "Fue un movimiento que adoptó una táctica equivocada en cuya raíz hallamos una necesidad totalmente justificada: la de luchar contra el acoso de que eran víctimas, en todas las actividades de la sociedad cubana, los cubanos negros y mulatos."4 

Desde sus inicios, el PIC fue acusado de racista. Con ello se perseguía la finalidad de restarle fuerzas, y predisponer a la opinión pública contra los propósitos reales del Partido. Aún no había surgido la Agrupación, y ya Evaristo Estenoz había sido atacado por la prensa clasista de la época, como ocurrió en la caricatura ya mencionada en otra parte de este libro.5 

Saliéndole al paso a la campaña racista emprendida de singular manera desde el Diario de la Marina, se publicó en Previsión un artículo del que entresacamos los siguientes párrafos: "Se nota la marcada intención de alarmar la opinión pública más que llenar esa necesidad de la prensa en lo que a información se refiere. Todo el mundo sabe como también lo sabe el Diario de la Marina que la clase de color de Cuba no tiene pretensión de ser gobierno, ni de gobernar a nadie, que solo desea y tiene derecho indiscutible, a que se le gobierne bien no solo a ella en particular, sino al país en general, del cual forma ella parte porque es el país suyo como lo es también de los demás cubanos."6 ¿Podían ser racistas los que se expresaran de ese modo, los que en cuanta oportunidad tenían clamaban por la implantación del ideario martiano? 

Continuando su defensa señalaban: "Nosotros por el contrario, no aspiramos sino a que en el seno de la república todos vivamos contentos y felices, sin pretensiones enojosas, sin odios, sin rencores.”7 

La campaña contra el PIC llegó a su punto máximo cuando fue presentada una enmienda por el senador Martín Morúa Delgado, el 11 de febrero de 1910, con la finalidad de prohibir constitucionalmente la existencia de una agrupación formada por miembros de una sola raza. 

En el propio Senado se combatió contra su aprobación por considerarla inconstitucional, como en el caso del senador Laguardia, quien señaló: "Entiendo, pues, que resultaría violada la Constitución al impedirse a alguien que se constituyera en partido político para encaminarse en cualquier dirección… Entiendo que es un derecho inviolable e indiscutible al cual no podemos negarnos." 

Posteriormente dicho senador adoptó una posi­ción incongruente al abstenerse de votar, cuando la misma fue sometida a la Cámara. Otro que la combatió fue Gaspar Cisneros Betancourt. Algunos de sus alegatos no resisten un análisis profundo, ya que entre varias cosas apuntó: "Yo niego que aquí haya una cuestión de razas, no las hubo en Cuba libre y no puede haberla en Cuba republicana.”9 

Esas palabras pretendían ocultar una realidad inobjetable. Sí había un problema racial con una base económica social, que era la que motivaba la existencia de la discriminación racial y el malestar social general reinante, no solo de los negros, sino de las capas más necesitadas de la sociedad. Con esa pretendida negación del problema, la esencia del mismo seguía intacta.

Llama la atención de que la moción de Morúa haya sido presentada estando en prisión Evaristo Estenoz, y precisamente el mismo día en que era condenado por segunda vez, acusado, junto con otros miembros del PIC, de promover la alteración del orden contra el Gobierno. Hecho este que sirvió para especular y lanzar la hipótesis de que todo se había hecho premeditadamente. 

De ahí que en La Discusión de abril 25 se dijera: "Pero si no se ve ni aparece por ninguna parte el hilo de la tremenda conspiración de los negros contra los blancos, en cambio se ve, como el cometa, a simple vista, la hilaza de la conspiración del gobierno contra el Partido Independiente de Color; destruir a este, impedir su formación, declararlo ilegal, echarlo al agua, cerrarle a todo trance el paso, fue siempre un propósito evidente. Y ahí está le ley Morúa, demostrando que era la finalidad que se perseguía."9 

A partir de la promulgación de la Enmienda, la lucha contra ella, así como el incremento de las medidas organizativas, va a ser los temas principales de los escritos de los Independientes. Por tales móviles reprodujeron el comentario aparecido en El Comercio, que analizaba la Enmienda del siguiente modo: "Esto se hace para evitar la existencia del Partido Independiente de Color el cual puede burlarse de la Enmienda del Sr. Morúa, sin más que hacer que pertenezcan a su agrupación un solo individuo blanco, chino o de cualquier otra raza que no sea la etiópica, porque lo que prohíbe es que haya partidos formados exclusivamente por individuos de una sola raza (...). Y bien fácil será a los de color adquirir cuantos blancos quisieran, no tienen más que ofrecerles destinos [Mutilado) lleva a todos los blancos cesantes.”10 

¿Tendrían que recurrir a esa táctica los Indepen­dientes para que no se les aplicara la Enmienda? ¿Era aplicable a ellos esa ley realmente? ¿O los escritos que aparecieron negando la exclusividad racial fueron una estrategia para evitar la Enmienda, o el comenzar a explotar realmente un aspecto que había sido pasado por alto y que había ocasionado precisamente los principales ataques? 

En la circular publicada el 5 de marzo de 1910 se decía: "No estamos dentro de las condiciones a que refiere la ley… en nuestros comités están afiliados individuos de todas las razas que pueblan esta Isla y sus variedades… queremos la República igualitaria sin odiosas pretensiones de razas."11 

También en marzo 20 se publicó otra circular, esta del PIC de Jagüey Grande, en la que se precisaba: "El Partido Independiente de Color, hoy prepotente desde Oriente a Occidente, llama a su seno a todos los hombres sin distinción de razas para terminar la obra redentora del inmortal Martí: La República con todos y para el bien de todos."12 

En Reivindicación, órgano del PIC en Sagua la Grande, se exponía: "El Partido Independiente de Color al surgir a la vida pública como Partido Nacional no ha venido con el fin de que solo elementos de color integraran sus filas, sino que ese Partido en todas las épocas ha tenido y tiene las puertas abiertas a todos los elementos que integren esta sociedad y que con arreglos a la Constitución y a las leyes del país estén en el pleno uso de sus derechos políticos. El Partido Independiente de Color admite sin reservas de ninguna especie, cuantos hombres blancos deseen venir a sus filas con el mismo entusiasmo y agrado que si fueran elementos de la raza de color, por cuanto nosotros proponemos cumplir nuestro programa en todas sus partes, cuyo más amplio espíritu es la igualdad y la justicia para todos igual."13 

Desde Previsión se precisó que "... el PIC no es racista. Yo podría dictarle varios nombres de personas blancas adheridas al Comité de este Partido".14  

Este hecho no fue lo suficientemente explotado por los Independientes en su campaña anterior a la promulgación de la Enmienda y en la etapa posterior, tal vez por carecer de órganos de prensa que circularan regularmente durante esa época, que fue cuando más se combatió al Partido, especialmente en 1912. Previsión, órgano oficial del Partido que se publicaba en La Habana, desaparece en 1910; Reivindicación, vocero del PIC en Sagua la Grande, circula esporádicamente y anuncia en un número de 1911 que Previsión volverá a la circulación.15 En 1912 encontramos el periódico Libertad, órgano de los Independientes de Santiago de Cuba, del cual solo localizamos un ejemplar del mes de febrero en los Archivos de la Academia de Ciencias de esta ciudad.    

No debe extrañar que la prensa grande, El Triunfo, La Discusión y Diario de la Marina, entre otros, eliminaran de sus páginas toda la información tendente a demostrar que el PIC admitía a cualquier ciudadano sin tener en cuenta el color de la piel. 

Debemos preguntarnos el porqué de la Enmien­da, las causas de los otros partidos para no reconocer que el PIC no era racista, si, en definitiva, los Independientes habían obtenido menos de dos mil votos en las elecciones del 14 de noviembre de 1908.16 

En la sección "Al Trote" del 15 de febrero de 1910, se publicó un comentario que podría ayudar a forjar una idea al respecto: "El PIC tiene cerca de 60 000 afiliados, entre ellos 15 000 soldados de la guerra de independencia, 12 generales, 30 coroneles y centenares de oficiales de menos categoría."17 

Esto refleja que a pesar de la derrota sufrida en las elecciones indicadas, lejos de disminuir su membresía, esta había aumentado, y cada día se hacía más popular y atrayente para algunas de las capas más necesitadas de nuestra sociedad en aquella época. 

El 25 de marzo de 1910, desde el propio órgano periodístico, se decía: "¿Cómo conformarse que sin un céntimo hayan organizado un Partido Nacional con 70000 afiliados?"18 La escisión ocurrida en su seno, cuando un grupo de los detenidos decidió acatar la Enmienda y darlo por disuelto, no fue lo suficientemente fuerte como para hacerlo desaparecer.19 

Tampoco tuvo éxito el intento de fundar el Partido Independiente Nacional (PIN) y su órgano de prensa, Prevención, del cual parece que circuló solo una hoja en donde se explicaba que, disuelto el PIC, había que buscar una nueva organización para la lucha. También se explicaban las bases programáticas del PIN, las cuales eran las mismas que el PIC, pero no pedía la inclusión específica de los negros en la administración pública y en el servicio diplomático.20 

Referente al problema de la disolución del PIC, Evaristo Estenoz expresó: "Contestando a unos, desmintiendo a otros y orientando a mis correligionarios, que de buena fe siguen nuestros principios y mantienen nuestros ideales, es por lo que puedo asegurarles a todos que no ha habido tal disolución, ni aún siquiera cambio de nombre... no hay tal disolución, lo que solo es cierto es que algunos correligionarios se han dado de baja en nuestras filas y han renunciado los cargos que desempeñaban en las distintas asambleas."21 

La táctica consistente en la sustitución del nombre de la agrupación no fue esgrimida en 1910 y menos aún en 1912, de forma particular, con sobrada razón, puesto que solo podían concurrir a las elecciones presidenciales los partidos que se habían presentado a las de 1908. La alteración del nombre para escamotear la ley los imposibilitaba de presentarse a los comicios. 

Por lo tanto, en 1912, al PIC no le quedaba más remedio que luchar para demostrar que no era racista, y para intentar la derogación de la Enmienda por considerarla inconstitucional. Por ello centraron todos sus esfuerzos en combatir la Enmienda destacando los aspectos señalados, considerándose como un modo de presionar al Gobierno para obtener su anulación, la posibilidad de una protesta colectiva, de manera que éste, ante el temor de una nueva ocupación militar, satisficiera sus demandas; o, por el contrario, que el Gobierno de Washington intercediera con el presidente José Miguel Gómez para que éste reconociera al PIC, por haber nacido dicha entidad política al calor de las leyes norteamericanas durante la segunda intervención. 

Una de estas dos posibilidades ya habían sido esgrimidas, como bien se indica en el siguiente artículo de Previsión: "El Presidente de la República no debe estar muy dispuesto a que le intervengan el gobierno que él representa, dándose cuenta del asunto, la vete antes de recibir una lección de un gobierno extraño."22 

Es innegable que algunas figuras, entre ellas Estenoz, trataron de que los norteamericanos presionaran a José Miguel Gómez para poder concurrir a las elecciones, agotadas ya todas las vías legales. Esta posibilidad había sido ya contemplada en 1910, cuando se planteó el envío de una comisión a Washington para gestionar la supresión de la Enmienda, y que ocasionó la publicación de un manifiesto firmado por exmiembros de los Independientes que se declaraban contrarios a esa medida.23

Parece que Estenoz no vaciló en retomar esa posibilidad al ver en peligro los objetivos de la protesta. En carta dirigida al Secretario de EE.UU., decía Estenoz, después de señalar los crímenes y desmanes del Gobierno cubano contra los Independientes: "Quiero con esto demostrar al mundo entero que somos nosotros más capacitados y más civilizados que las propias fuerzas del gobierno que tan malamente nos han venido dirigiendo (sic). Por lo tanto, nosotros creemos del todo imposible llegar a un acuerdo con este Gob. Toda vez que no nos merece absolutamente ninguna confianza: pues este no ha hecho otra cosa más que dividir la opinión en el país, haciendo creer a los blancos nativos que nosotros los odiamos y que nuestra justa reclamación es una guerra de razas, de negros contra blancos, siendo lo contrario, toda vez que nuestros hechos son las mejores pruebas de lo dicho por sí. 

"Esperamos pues, que igual que otras veces, nombre ese Gob. un representante si lo cree a bien que en el mismo campo de la Revolución se convenza de todo lo que expongo, pues de seguir así los atropellos con nuestras familias nos veremos en la necesidad de establecer represalias. 

"El General Monteagudo trata de valerse de algunos de las fuerzas a su mando para quemar algunas propiedades norteamericanas y con ello proporcionarnos el odio de Uds. todos."24 

Todo parece indicar que los Independientes adoptaron esa posición como una táctica, al igual que otras que habían adoptado con anterioridad, ya que ellos tenían muy en cuenta quiénes eran los norteamericanos. Muchas de sus manifestaciones sobre EE.UU. habían sido publicadas, como la del 30 de enero en Previsión: "Nosotros vemos en la Patria el centro de todas nuestras afecciones, sufrimos con sus dolores y reímos con sus alegrías. Para nosotros Guantánamo y Bahía Honda son dos heridas por donde sangrará siempre nuestro amante corazón. La intromisión norteamericana es un baldón que ningún bienestar podría disminuirlo en toda la horrible angustia que nos hace padecer."25 

En otro escrito se demuestra muy bien como los Independientes reconocían que la discriminación racial que había en Cuba en aquella época, había sido alimentada por la presencia de los norteamericanos, al plantearse, entre otras cosas, lo siguiente: "¿Qué nos importa el turismo ni la prosperidad que con su trabajo puedan esos yankees traer a Cuba si gracias á ese turismo y á esos yankees precisamente se han establecido diferencias que no existían a raíz de la independencia; que sin ellos, sin su influencia nefasta no tomaran los caracteres alarmantes que revisten hoy."26 

Un ejemplo más de que ellos no buscaban la intervención ni habían pensado en la posibilidad real de un levantamiento armado, lo hallamos en este otro artículo publicado en Previsión: "Nadie ha pensado en levantarse en armas porque todos los hombres de color nos damos cuenta exacta de lo que sucedería y nosotros no queremos que el americano tenga que intervenir más en nuestro país. Por eso nuestra lucha es ordenada y legal."27

También habían expresado que: "... ¿puede lla­marse civilización la de un pueblo que mantiene odiosas discriminaciones, que tiene por deshonra conversar con un negro, que cree contaminado el vaso sobre el cual pose su labios un negro y cambia de sitio en los ferrocarriles, en las fondas, y en los cafés al ver en el mismo vagón o en la misma mesa vecina a un hombre cuyas venas están matizadas de negro?"28 

Opinión bien contraria, por ejemplo, a la expresada en el diario Cuba: "Los cubanos veríamos con agradecimiento y el mundo con simpatía que el pueblo grande que nos ayudó á ser libres viniera á ayudarnos a sostener nuestra libertad. Y si es esto lo que los Estados Unidos intentan hacer, bueno será que piense en ello nuestro Gobierno y vea cuánto nos convendría aceptar la noble oferta."29 

Todo esto se escribía para propiciar la creación de una atmósfera favorable a la intervención, a pesar de que los Independientes no significaban ningún peligro, ya que en el mismo periódico se decía: "Hasta el momento [mayo 27] las fuerzas enviadas aquí no han tenido ni un solo encuentro con rebeldes. Resulta pues, que los negros rehúsan combatir."30 

Las declaraciones de dos figuras sobresalientes del movimiento en Oriente, Eugenio Lacoste y Gregorio Surín, aparecidas en El Cubano Libre, son una prueba irrefutable que demuestra que los Independientes no buscaban la intervención, y que la finalidad de la protesta era la derogación de la Enmienda.      

El primero de ellos declaró: “Dieron el día 20 el grito de guerra o abajo la ley Morúa, único objeto por el cual realizaron el movimiento armado, movimiento que ellos creyeron que no llegarían a donde llegó, porque creían que el señor Presidente de la República, temeroso de un conflicto grave, accediera a derogar la citada ley. Pero se equivocaron porque enterado el General Gómez que ellos a pesar de ser muchos carecían de armas y pertre­chos, les lanzó encima toda la fuerza pública (...) dice que no se explica qué motivos ni qué datos se han podido tener para calificar de racistas al movimiento cuando se ha visto palpablemente que ningún blanco ha sido atropellado por ellos.  

"No se le había ocurrido nunca la idea de hacer un movimiento para traer a este país una intervención norteamericana, que jamás pensaron los independientes de color en independizar a Oriente del resto de la República y mucho menos construir un gobierno."31 

Surín, el segundo de los entrevistados, fue uno de los que se había separado del PIC al promul­garse la Enmienda Morúa, pero se reintegró posteriormente a las filas cuando vio la posibilidad de que los Independientes pudieran presentarse a las elecciones de 1912. Es probable que en este sentido vislumbrara algún arreglo. No hay que descartar lo anterior, pues se habían publicado artículos en los que se decía: "A nosotros nos importa bien poco que triunfe el Liberal como el Conservador o el Independiente."32 

Por lo que podemos pensar que el columnista vis­lumbraba la alternativa de que los Independientes triunfaran o, al menos, pudieran concurrir a las elecciones. Es importante, además, destacar el reconocimiento de la existencia de ese Partido, no obstante estar fuera de la ley, en virtud de la aplicación de la Enmienda Morúa. 

Las declaraciones de Surín son importantes, pues reflejan la magnitud de los crímenes cometidos por las tropas del Gobierno; pero hay que ver con cautela otras declaraciones que hace, dada la situación que él tenía en aquel momento: preso y acusado de alterar el orden público. Por ello sus palabras pueden parecer contradictorias, sobre todo cuando enjuicia a Evaristo Estenoz. Sobre el levantamiento dijo: “Solo tenía por objeto pedir la derogación de la ley Morúa, aunque tuviera el carácter racista que le han querido dar, pues en el monte hay muchos blancos, particularmente españoles." 

Dato este importante para profundizar en ulteriores estudios sobre el PIC para detectar quiénes eran esos españoles, qué corrientes ideológicas y políticas los habían hecho sumarse al movimiento, o si toda la declaración de Surín en este sentido era falsa. 

Surín señaló, además, que la partida donde él se encontraba estaba formada por "... 70 u 80 hombres mal armados y peor parque, que en el momento del asalto ellos estaban, unos durmiendo y otros cocinando y que a los primeros tiros, todos se dispersaron abandonando todo cuanto tenían. Asegura que en el reconocimiento hecho rápidamente por Ortiz aparecieron 25 muertos, pero que al día se encontraron 20 más".33  

Ahondó en la información, y dijo que Estenoz e Ivonnet habían ordenado rehuir el combate para de esa manera alargar la guerra y precipitar la in­tervención, ya que, según Surín, ellos creían que era la única forma que tenían de lograr la derogación.

Sin embargo, un documento cursado por A. Beaupré al Secretario de Estado de EE.UU., demuestra una opinión contraria: “Hay varias teorías sobre el origen de este movimiento. La  creencia  predominante es que el movimiento se inició con propósito de provocar una intervención norteamericana para beneficio de varios intereses que estimaron que se beneficiaban con un cambio de gobierno. Un movimiento que tendría a provocar la intervención americana, claramente dirigía  sus primeros esfuerzos  a la destrucción de la propiedad extranjera, pero como ya se ha informado, poco se ha hecho en este sentido.”34 

Si fueran pocos los ejemplos mostrados hasta aquí para convencer al lector de que el PIC no planteó un levantamiento armado en el sentido estricto de ese concepto, véase la declaración, entre muchas otras, del Capitán Santiago Castillo, al referirse a unos alzados que había perseguido: "...Se retiraron a juzgar por el rastro, dando lugar con nuestra persecución a que cayera por la parte del Ramón, donde otras columnas con seguridad han debido encontrarlos, a menos que hicieran con estas, lo mismo que hicieron con las nuestras, huir, que es lo único que hacen hasta ahora.”35 

Testimonio importantísimo que viene a corroborar aún más todo lo anterior, lo tenemos en las declaraciones de Guillermo Laza, secretario personal de Evaristo Estenoz: “Nunca pensó Estenoz que la contienda tuviera el fin que ha tenido… pues esperaba la derogación de la enmienda, terminando, por lo tanto, el movimiento, pero cuando él vio que no era así la cosa y que lo que mandaba el gobierno eran soldados para combatirnos, toda vez que sus planes de campaña eran de que los rebeldes hicieran desde lejos una pequeña resistencia para no causar bajas ni que nos la causaran y correr mucho para cansar a la fuerza pública y que a la larga surgiera el arreglo en que pensaba."36 

Laza declara en la entrevista que él calculaba unos seis mil rebeldes; que quinientos de estos habían muerto en la refriega, y que mil quinientos habían parecido en las emboscadas de las fuerzas del Gobierno, y puntualizaba: "En los combates las bajas que sufríamos los rebeldes  eran numerosas por la precipitación al huir, lo cual nos obligaba a abandonar sobre el campo a los heridos que morían sin remisión y ello disgustaba en gran manera a la gente.” 

Otra fuente testimonial de suma importancia, porque arroja luz sobre la tan mencionada alianza o pacto entre Estenoz, Ivonnet y José Miguel Gómez, es la declaración de Buenaventura Parada, presidente de los Independientes en Santiago de Cuba. Después de hablar de los actos políticos que tenían programados y que no podían celebrarse por la circular del secretario de Gobernación, Gerardo Machado, que prohibía a los Independientes toda actividad o manifestación política, señala: "Estenoz inició entonces las gestiones para la derogación de esta circular, cerca del Presidente Gómez, y este entonces mandó a buscar a Pedro Ivonnet que fue con tal motivo a La Habana, celebrando con el Pre­sidente de la República varias entrevistas… Las entrevistas con el Presidente de la República fueron en el mes de abril y nunca supimos el resultado de las mismas, pero sí, que el general Gómez había autorizado el que continuáramos la propaganda de nuestro partido. 

"Cuando regresó Ivonnet, yo me entrevisté con él y no me dijo en concreto de lo que se había tratado con el general Gómez, pero sí me afirmó que había prometido interponer toda su influencia para que la ley Morúa fuese derogada ocho días después, del en que terminaron las entrevistas y que después de esto se celebraría una asamblea magna para ver si se cambiaba el nombre que ostentaba el partido y a cual candidato presidencial se iba apoyar." 

Ya en víspera del alzamiento, narra Buenaventura que Estenoz llegó a verlo y le dijo: “Es preciso que nos vayamos al campo, todas las provincias están ya preparadas para el movimiento y el partido comprometido para alzarse… no habrá derramamientos de sangre, las tropas no nos encontrarán y si acaso nos encontraran, sostendremos pequeños fue­go del que nada ha de resultar, a los ocho días se derogará la ley Morúa y después hemos de apoyar la reelección de General Gómez.”37  

De la anterior cita se desprende que la tan famosa y no probada existencia de un pacto entre José Miguel Gómez y los Independientes cobra fuerza, y solo falta la publicación y hallazgo de un documento que verifique lo que testimonialmente ha quedado recogido en la prensa, y personalmente por nosotros, del hijo de Pedro Ivonnet.38  

Este nos contaba que de pequeño había oído decir en su casa que el Presidente Gómez había traicionado a su padre. Nos refirió que recordaba haber visto una carta que demostraba la traición de que habían sido víctimas los dirigentes del PIC. Recientemente hemos sabido que la investigadora Olga Cabrera ha localizado una carta cursada entre el Presidente y el General Gerardo Machado, entonces secretario de Gobernación, que parece probar la veracidad del acuerdo, y que ha hecho suponer que el PIC era un partido más que venía a formar parte del rejuego politiquero de la Cuba de aquella época. 

¿No podríamos suponer que quizá todo fuera una táctica política de los dirigentes del PIC para lograr el reconocimiento legal del partido, y poder concurrir a los comicios? ¿No hubiera podido alcanzar Evaristo Estenoz posiciones destacadas dentro del Partido Liberal, haciendo mover sus influencias en ese sentido, como lo había hecho Generoso Campos Marquetti? 

¿No había alcanzado Estenoz una posición econó­mica desahogada como resultado de su trabajo, de quien se cuenta era experto maestro de obras públicas en la ciudad de La Habana, y que viajaba regularmente a Francia y EE.UU.; así como abrirle una casa de modas a su esposa, quien era también famosa modista, con gran clientela de "lo mejor de la sociedad habanera"? ¿Arriesgaría Estenoz toda la posición alcanzada por una mayor ambición de riquezas y poder; o, por el contrario, debido a principios nacidos del análisis de la discriminación existente? Lo cierto es que, cualquiera que haya sido el motivo del pacto, los logros que ambos bandos pensaron obtener devino un fracaso rotundo. 

Varios factores tuvieron un papel decisivo en el curso de los acontecimientos, e influyeron para que estos se desarrollaran en sentido negativo para todos, pero llevando los Independientes la peor parte. Entre estos factores hubo uno que pudo haber influido, quizá, en la decisión de Gómez de no vetar la Enmienda de un modo rápido. Nos referimos al proyecto de ley presentado por Fernando Freyre de Andrade, y otros que tenían la finalidad de derogar la Enmienda y declarar legal a los Independientes.39 

Este proyecto había sido presentado en noviembre de 1911, tal vez con el objetivo de impedir que José Miguel Gómez se llevara el triunfo de la derogación y los votos de los Independientes. No cuesta trabajo pensar, de ser cierta esta hipótesis, que el Presidente, ante esta situación no esperada, evitara que el proyecto de ley fuera discutido en la Cámara como una treta para evitar su aprobación. Es probable que la idea de la protesta surgiera como una forma de hallar una salida a la disyuntiva del Presidente de vetar o no la Enmienda, ya que si la misma se efectuaba, permitiría al Poder Ejecutivo intervenir directamente en el litigio, logrando de este modo sumarse la simpatía y los votos del PIC. 

Sin embargo, al fracaso del plan anterior parece haber contribuido de modo considerable la prensa, que sin duda alguna fue un elemento que determinó que las circunstancias se desarrollaran adversamente para todos los que supuestamente habían acordado el pacto. Tuvieron singular importancia los ataques de la prensa opositora a José Miguel Gómez; que no solo denunció que todo era un rejuego, una componenda con fines reeleccionistas, sino que creó una atmósfera de caos, de agitación tan grande, que obligó al Presidente a llamar la atención sobre la veracidad y tono de las noticias que se publicaban, estableciéndose por tal causa un proceso contra La Lucha, La Prensa y El Día, el 30 de junio de 1912. 

Un ejemplo de las noticias falsas que se propagaban, la tenemos en la carta enviada por la maestra Concepción Ureña, en la cual desmentía la noticia impresa de que ella había sido violada por los rebeldes.40 

El 21 de junio se publicaba en la prensa que "…un mes tenemos ya de rebelión y de paz no tenemos otro indicio que las promesas del gobierno".41 Para esta fecha, sin embargo, ya la protesta había sido aniquilada prácticamente. 

A todos esos ataques hay que sumarles otros en los que se acusaba al Gobierno de no poder controlar el brote revolucionario, de no poder garantizar las libertades individuales en el país y la se­guridad del mismo. Se alertaba, en unos, el peligro de la intervención yanqui, de acuerdo con la Enmienda Platt. 

A José Miguel Gómez no le podía pasar por alto que los Independientes habían surgido durante el segundo gobierno interventor. Tampoco podía olvidar que los Independientes habían manejado el temor a la intervención yanqui, como un modo de presionarlo para que derogara la Enmienda. Por lo tanto, él no podía descartar la posibilidad de que los Independientes, viéndose engañados, recurrieran a Washington para que los norteamericanos in­termediaran en el litigio. 

En Política y color en Cuba[11] se reproducen va­rias cartas que testimonian, como ya en plena protesta y estando claro que el Presidente no llevaría a cabo lo pactado —no tanto porque fuera esa su voluntad, sino por las condiciones que se crearon alrededor del alzamiento—, los miembros del PIC buscaron la mediación, no la intervención militar yanqui, como la única vía que tenían para salir del atolladero a la que su táctica y las circunstancias adversas los habían llevado. No debemos confundir el concepto de la mediación que ellos esperaban del Gobierno norteamericano con el deseo anexionista de los que públicamente pedían la intervención.42  

En el libro ya mencionado se recogen varios do­cumentos que demuestran que los Independientes no buscaban la anexión, como hemos señalado donde analizábamos esta acusación de la que fueron víctimas. Los Independientes conocían muy bien el modo de vida yanqui, por lo que los documentos citados indican una estrategia, un modo de buscar la legalidad ante la traición del Presidente. Este, por el contrario, debía y tenía que evitar a toda costa una tercera intervención; de ahí los telegramas cursados entre Washington y La Habana, así como el envío de Orestes Ferrara a ese país para que explicara la situación real que confrontaba el Gobierno cubano.43 

José Miguel Gómez se vio sumido en una serie de contradicciones cuya única salida era la de dar una imagen de que a) él no había pactado con los Independientes; b) su Gobierno era capaz de mantener el orden de la Isla y proteger los intereses nacionales y extranjeros; c) él no permitiría una tercera intervención. Por lo anterior se desprende que las órdenes de liquidación del movimiento no se hicieron esperar. El desembarco de las tropas yanquis por diferentes partes de la provincia de Oriente se había hecho como un "gesto de ayuda", con el fin de reemplazar las tropas cubanas que cuidaban las propiedades norteamericanas, con el propósito de que ellas pudieran dedicarse a perseguir a los alzados, que realmente se convirtió en una cacería, reflejada esta verdad por caricaturas, como en la que aparecen José Miguel Gómez y el general Monteagudo con ropas de cazadores y acompañados de perros de caza, mostrando los jolongos llenos de cabezas de negros.44 

Sin embargo, a pesar de la terrible matanza cometida, los negros cubanos continuaron demandan­do reivindicaciones sociales, luchando contra la discriminación existente. Más adelante veremos con más detalles cómo se continuó la lucha, al igual que en otros sectores, como en el aún débil movimiento obrero. 

Cabe destacar en la lucha social del negro, en los años posteriores al 1912, la columna del periódico La Prensa, la cual fue tribuna para la polé­mica pública. La misma apareció de 1915 a 1916. Algo más tarde, La Antorcha continuó la batalla en contra de la discriminación. Pero al estar enmarcada esa lucha dentro de un marco filantrópico, sin ubicarla dentro de un contexto sociopolítico más amplio, sin percatarse de la necesidad de lucha por el cambio de la base económica de la sociedad, que era la última instancia la que daba origen a dicho fenómeno, todo ese intento no trascendió. 

Habrá que esperar a finales de la década de los 20, y en particular la de los 30, cuando el Partido Comunista de Cuba enmarcó la batalla contra prejuicios y la discriminación dentro de la lucha de clases que se libraba en el seno de nuestra sociedad, no solo por el cese de la discriminación, sino en contra de la explotación del hombre por el hombre. Las pocas conquistas alcanzadas por las luchas libradas durante la neocolonia republicana contra la discriminación racial eran burladas en la práctica, y poco o nada se hacía oficialmente para combatir los prejuicios. 

Con el triunfo de la Revolución en 1959 y la liquidación del régimen imperante en nuestra so­ciedad, se dio el golpe mortal a la discriminación y el comienzo de la lucha objetiva contra los pre­juicios heredados de tantos años de coloniaje. Solo a partir de 1959 se pudo comenzar a luchar para hacer realidad el pensamiento martiano: “cubano es más que blanco, más que mulato, más que negro”.

Por eso aún estamos en campaña. 

Notas:

1. Sergio Aguirre: El cincuentenario de un gran crimen, Departamento de Instrucción Revolucionaria, MINFAR, La Habana, 1962; Sergio Aguirre: "Los Independientes de Co­lor", en Fundamentos, La Habana, mayo de 1951, año 11, No. 110.

2. Fernando Portuondo del Prado: "Sucesos políticos más notables del gobierno del General Gómez", en Historia de Cuba, Editorial Minerva, La Habana, 1957, ed., pp. 599- 600.

3. Ver "Programa", en Previsión, La Habana, 15 de octu­bre de 1908, p. 3.

4. "El crimen horrendo", en Historia de Cuba, Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, La Habana, 1966, pp. 561-566.

5. Ver "Gallo tapado", en La Lucha, La Habana, 8 de agos­to de 1907, p. 1.

6. Diógenes (seud.): "Falsa alarma", en Previsión, La Ha­bana, 30 de septiembre de 1908, p. 3.

7. "Temores infundados", en Previsión, La Habana, 30 de noviembre de 1908, p. 2.

8. Diario de Sesiones, La Habana, 14 de febrero de 1910, t. 14-15, pp. 12-18.

9. "Cinematógrafo cubano", en Previsión, La Habana, 20 de febrero de 1910, p. 2.

10. "Partido Independiente de Color. Jagüey Grande", en Previsión, La Habana, 20 de marzo de 1910, p. 2

11. Partido Independiente de Color. Jagüey Grande", en Previsión, La Habana, 20 de marzo de 1910, p. 2

12. Abelardo Pacheco: "No hay exclusivismo", en Reivin­dicación, Sagua la Grande, 28 de agosto de 1910, p. 2.

13. Juan Francisco Ibarra: "Una carta", en Previsión, La Habana, 11 de abril de 1910, p. 4.

14. Ver Federico Remus Pérez: "Hay que trascender", en Reivindicación, Sagua la Grande, de diciembre de 1911, p. 2.

15. Ver Rafael Fermoselles: Política y color en Cuba: la Guerrita de 1912, Géminis, Montevideo, 1974, p. 197.

16."Al trote", en Previsión, La Habana, 15 de febrero de1910, p. 1.

17. Ver "A disolverse", en El Mundo, La Habana, 20 de julio de 1910, p. 2. Este manifiesto aparece firmado por Antonio V. Espada, Claudio Pinto, Rufino Peruyero, Ricar­do Curbelo, Joaquín Barbosa Anacleto Hernández Miralla, José Inés García, Clemente Rodríguez y Mauricio López Toma.

18. Ver "Aclarando", en Reivindicación, Sagua la Grande, 2 de octubre de 1910, p. 2. Se refiere a la aparición de una hoja en que se anuncia que el PIC está disuelto, y que en su lugar surge el Partido Independiente Nacional con su órgano oficial: Prevención. Hemos localizado esta hoja en el Archivo Nacional, Fondo Especial de Periódicos, Caja No. 50.

19. Evaristo Estenoz: "Carta del señor...", en El Mundo, La Habana, 2 de agosto de 1910, p. 2.

20. Ver "Aclarando", en Reivindicación, Sagua la Grande, 2 de octubre de 1910, p. 2. Se refiere a la aparición de una hoja en que se anuncia que el PIC está disuelto, y que en su lugar surge el Partido Independiente Nacional con su órgano oficial: Prevención. Hemos localizado esta hoja en el Archivo Nacional, Fondo Especial de Periódicos, Caja No. 50.

21. Evaristo Estenoz: "Carta del señor...", en El Mundo, La Habana, 2 de agosto de 1910, p. 2.

22. Julián V. Sierra: "Mr. Taft tiene la palabra", en Pre­visión, La Habana, de marzo de 1910, p. 2.

23. Ver "Los Independientes de Color divorciados del Ge­neral Estenoz. Disolución de las asambleas", en El Triunfo, 5 de agosto de 1910, p. 12; y "Aclaración al pueblo de Cuba en general y a los hombres de color en particular", en El Triunfo, La Habana, 20 de febrero de 1911, p. 5. El primer artículo refuta la carta de Estenoz aparecida el 2 de agosto.

24. Evaristo Estenoz: "Carta", en Rafael Fermoselles, Ob. Cit., pp. 183-185.

25. “Aspectos científicos de la política cubana", en Pre­visión, La Habana, 30 de enero de 1910, p. 2.

26. Jean Louis Laroche: "Señor autor de tengamos fiestas en paz", en Previsión, La Habana, 15 de marzo de 1910, p. 5.

27.Antonio Pérez S.: "Carta abierta", en Previsión, La Ha­bana, 24 de mayo de 1910, p. 7.

28. "Los polvos en el chocolate", en Previsión, La Haba­na, 15 de abril de 1910, p. 2.

29. "La rebelión, nuestra independencia y el auxilio de los Estados Unidos", en Cuba, La Habana, 9 de junio de 1912, P- 2.

30. Tartarín (seud.): "Del teatro de la guerra. ¿Existe la campaña?", en Cuba, La Habana, 27 de mayo de 1912, p. 1.

31. "Entrevista a Eugenio Lacoste", en El Cubano Libre, La Habana, 18 de junio de 1912, p. 4.

32. Fernando E. Miranda: "Seguimos observando. La polí­tica", en El Hijo del Progreso, La Habana, 18 de mayo de 1912.

33. "Una entrevista con Gregorio Surín", en El Cubano Libre, La Habana, 14 de junio de 1912, p. 1. La citada de­claración de que había blancos con los Independientes se manifiesta también en la entrevista realizada por José Ba­cardi para El Cubano Libre, con Evaristo Estenoz y Pedro Ivonnet, fechada el 27 de mayo, y que solo conocemos por la reproducción de ella en el periódico La Discusión del 29 de mayo de 1912, pp. 1 y 2.

34. Raimundo Menocal: “Como justificó EE.UU. en 1912 el envío de fuerzas a Cuba”, en El Siglo, La Habana, 21 de agosto de 1946, p. 16.

35. "Relatos interesantes de la campaña", en La Indepen­dencia, La Habana, 8 de junio de 1912, p. 1.

36. "Entrevista con Guillermo Laza", en La Discusión, La Habana, 1? de agosto de 1912, p. 1.

37. "Entrevista a Buenaventura Parada", en La Discusión, La Habana, 19 de agosto de 1912, pp. 1, 16.

38. Entrevista efectuada a Pedro Ivonnet, hijo, durante el mes de agosto de 1974 en Santiago de Cuba.

39. Ver Diario de Sesiones, La Habana, 15 de noviembre de 1911, t. 16, p. 5, col. 1. Posteriormente, en varias sesiones, Freyre de Andrade pidió que se discutiera el proyecto: 24 de abril, 26 de abril y 2 de mayo de 1912.

40. Ver "Carta de la maestra Concepción Ureña", en La Independencia, La Habana, 10 de junio de 1912, p. 1.

41."¿En qué quedamos?“, en La Prensa, La Habana, 21 de junio de 1912, p.2.

42. Ver Rafael Fermoselles, Ob. Cit., pp. 182-192.

43. "El gobierno de los Estados Unidos tiene el deber, la obligación de proteger a todo el pueblo de Cuba" ("Crónica política", en El Mundo, La Habana, 13 de mayo de 191 p. 2). Si fuera poco el ejemplo anterior, agregamos est fragmentos aparecidos en la revista The Cuban Oppor niíies, reproducidos por el periódico El Día del 24 de julio de 1912, pp. 1 y 12, de donde los tomamos, al no ha podido localizar el ejemplar de la revista en que fue publicados: "Con el desembarco de las tropas americanas en Cuba, la tercera intervención es un hecho que lógica­mente no puede ser seguida sino por la anexión. El expe­rimento de hacer en Cuba una República, ha sido un ensayo demasiado caro para el pueblo americano, y también pode­mos asegurar que ha acabado su paciencia hasta tal extre­mo, que ya la administración no se atreverá a entregar el gobierno de la Isla, como República a los cubanos. (...) Si los americanos permitieran a Cuba establecerse otra vez como República se expondrían al ridículo a los ojos de todas las naciones civilizadas,"

44. Ver "Cámara de representantes. Mociones patrióti­cas", en Diario de la Marina, La Habana, 13 de julio de 1912, pp. 4, p. 6.

-- www.lajiribilla.cubaweb.cu/2012/n557_01/557_39.html



Links/Enlaces
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Tomás Fernández Robaina, Investigador y Profesor Titular de la Biblioteca Nacional José Martí y de la Universidad de La Habana. 

Silvio Castro Fernández. 2002. La masacre de los Independientes de Color
en 1912. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales.

María de los Ángeles Meriño Fuentes. 2006. Una vuelta necesaria a
mayo de 1912: El alzamiento de los Independientes de Color. La Habana:
Editorial de Ciencias Sociales (Pinos Nuevos).

Ricardo Rey Riquenes Herrera. 2007. Guantánamo en el vórtice de los
Independientes de Color. Guantánamo: Editorial El Mar y la Mon-
taña.

 

 

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