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El
Movimiento Afrodescendiente Cubano: la reunión de Harvard, 7/6/2017
Un grupo de activistas del movimiento afrodescendiente cubano se reunió en
la Universidad de Harvard el 14 y 15 de abril del 2017 para hacer un
balance de la evolución del movimiento antirracista cubano, sus logros,
limitaciones y desafíos de cara al futuro. El movimiento afrodescendiente
cubano se ha ampliado desde su surgimiento en la década del noventa e
incluye activistas que desarrollan su trabajo en diversas esferas. Entre
las mismas se encuentran iniciativas comunitarias; proyectos culturales y
artísticos; redes de colaboración con la participación de intelectuales y
académicos; organizaciones que articulan demandas desde el lenguaje de los
derechos ciudadanos y jurídicos; plataformas de diseminación de
información sobre la lucha antirracista; así como representantes de
organizaciones oficiales vinculadas a estos temas. La reunión acogió,
además, a un grupo de empresarios afrocubanos que han logrado promover
empresas en el sector privado emergente. Ello da cuenta no solo de la
diversidad socioestructural de los/as participantes de este encuentro,
sino además de la complejidad temática que pone en tensión cualquier
capacidad de convocatoria.
La presencia de los activistas en una casa de altos estudios como la
Universidad de Harvard obedece a una lógica muy simple: los movimientos
sociales y culturales son productores de conocimientos que deben ser
incluidos en los planes de enseñanza y los espacios académicos. Los
activistas fueron a Harvard a compartir sus saberes y experiencias. El
Instituto de Investigaciones Afrolatinoamericanas de la Universidad de
Harvard, que organizó la reunión, ha realizado encuentros similares con
otros sectores del movimiento afrodescendiente en América Latina, con
idénticos propósitos. Estos encuentros forman parte de una agenda más
general para implementar el primer objetivo del Decenio Internacional para
los Afrodescendientes (2015-2024) decretado por la Organización de
Naciones Unidas: el reconocimiento. El re-conocimiento está
indisolublemente ligado a una agenda educativa que propicia la
articulación entre activismo afrodescendiente y las academias.
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Afro-Cuban Movement at Harvard
University in April 2017, courtesy of
Amílcar Ortiz |
Los participantes tuvieron la oportunidad de visitar el Archivo y Centro
de Investigaciones del Hip Hop y la Galería Cooper de Arte Africano y
Afroamericano, donde pudieron ver la exposición Diago: los pasados de este
presente afrocubano, del destacado artista cubano Juan Roberto Diago. El
evento fue clausurado con un concierto de tambores batá en conmemoración
por los ochenta años del memorable concierto de música sacra afrocubana
organizado por Fernando Ortiz en 1937. El concierto de clausura se hizo
bajo la dirección musical de Yosvany Terry, director del grupo de jazz de
la Universidad de Harvard.
La reunión. La agenda de trabajo de la reunión y su estructura temática
fueron consensuadas en un largo proceso de consultas entre académicos y
diversos actores del movimiento y estuvo precedida por varios encuentros y
discusiones en Cuba. La misma estuvo inspirada en la creencia de que,
durante los últimos veinte y cinco años, la sociedad cubana ha
experimentado cambios importantes, los cuales tienen una incidencia
directa en las luchas por la igualdad y la justicia raciales. Durante este
periodo, las autoridades cubanas reconocieron que el racismo constituye un
problema social importante y han dado pasos para propiciar su visibilidad
y análisis. Los retos que el movimiento, la academia y las instituciones
estatales enfrentan de cara a este tema son diferentes hoy a los de hace
dos décadas. Por otra parte, la reunión no se propuso articular un plan de
acción, una plataforma única, o nuevas estructuras organizativas.
Respetamos y celebramos la diversidad de puntos de vista, acciones y
contribuciones que enriquecen y definen al movimiento afrodescendiente
cubano.
Temas. Sin pretender resumir aquí dos días de intensos intercambios y
debates, destacamos algunos de los temas y preocupaciones centrales
mencionados durante el encuentro, sin que ello implique unanimidad de
criterios sobre los mismos.
Primero, la justicia racial no es una agenda de "negros" o "blancos," sino
una preocupación de todas y todos los cubanos. Muchas/os de los
participantes enfatizaron este punto, defendieron el criterio de que Cuba
ha de ser una nación racialmente igualitaria e incluyente, y convocaron a
todas/os las/os cubanas/os a luchar activamente contra el racismo y contra
cualquier forma de discriminación racial o de otro tipo.
Segundo, los participantes tomaron nota de los éxitos y avances logrados
en la lucha contra el racismo y la discriminación. Para empezar, lo que en
sus inicios fue un reclamo de un reducido grupo de intelectuales,
artistas, religiosos y académicos se ha convertido en un movimiento social
creciente y diverso, que está además atento a temas de interseccionalidad
(género, orientación sexual, creencias religiosas, discapacidades,
generación y territorio, entre otras). Los participantes destacaron la
contribución fundamental y pionera de la cultura Hip hop en la lucha
antirracista y su incidencia en diversos espacios como la academia, el
trabajo comunitario, la formación de líderes y lideresas y el activismo
cultural. La cuestión racial ya no es un tabú y ha sido discutida por la
prensa, la televisión, en eventos nacionales como los congresos de la
UNEAC y el Partido Comunista de Cuba y en instituciones estatales como la
Asamblea Nacional del Poder Popular. Sin embargo, los participantes
también destacaron que no existen espacios públicos, estables y de
visibilidad nacional, desde los cuales es posible desarrollar una campaña
sistemática contra la discriminación y socializar lecciones importantes
sobre este tema, tal y como está ocurriendo con otras discriminaciones.
Varios de los participantes también explicaron que la televisión
contribuye a reproducir y diseminar estereotipos e imágenes racistas y
plantearon la necesidad de realizar un evento centrado en este tema, con
la participación de personal técnico y directivo de la televisión.
Tercero, es necesario modificar los planes de estudio e incluir la
historia africana, afrocubana y afrolatinoamericana como materias
obligatorias no solo en la enseñanza superior, sino también en la
elemental, secundaria y especial. En este sentido, la experiencia
brasileña es una referencia importante. La ley 10639/2003 de Brasil
institucionalizó la inclusión de elementos de la historia africana y
afro-brasileña en el currículo de la educación primaria y secundaria, pero
ha encontrado obstáculos en su implementación debido a la falta de
preparación de maestras/os. Esto es algo que Cuba puede resolver. Los
participantes destacaron la necesidad de trabajar con los Ministerios de
Educación y de Educación Superior para el desarrollo de nuevos planes de
estudio donde África y la historia y cultura afrocubanas estén debidamente
representados y acogieron con entusiasmo la reciente creación de una
Cátedra de Estudios Afrodescendientes afiliada a CLACSO (Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales) en la Habana. Destacaron, además,
que el sistema de pruebas de ingreso crea barreras importantes para los
estudiantes afrodescendientes y de familias pobres en general, dado que
las mismas no pueden pagar los servicios de tutores privados, conocidos
popularmente como "repasadores."
Cuarto, es necesario desarrollar mecanismos de regulación de los espacios
privados, que cada vez ganan mayor protagonismo en la economía y sociedad
cubanas. Esto implica garantizar que en los mismos no haya discriminación
racial en las prácticas laborales y que la composición de la fuerza de
trabajo de cualquier unidad o empresa con cierto número de trabajadores
refleje la composición racial y de género de la población cubana. Pero se
refiere también al hecho de que las entidades privadas de servicios no
puedan implementar políticas de admisión basadas en criterios
discriminatorios, de matiz racial o de cualquier otra naturaleza. Los
espacios privados no pueden ser, como en el pasado republicano, baluartes
de racismo y exclusión. Los nuevos negocios privados deben operar desde
una ética de responsabilidad social.
Quinto, los vínculos entre las academias y el activismo afrodescendiente,
demandan un replanteo en materia de contenido y formas sobe la base de los
cambios operados en la sociedad cubana. Ambos actores sociales, tienen hoy
mayores posibilidades de trabajar en común para construir saberes
integrados generados desde los barrios con capacidad de impacto en las
relaciones raciales.
La canalización e implementación de muchas de estas preocupaciones implica
una interlocución activa con una variedad de actores estatales y de
entidades gubernamentales. Los participantes destacaron que uno de los
obstáculos fundamentales en la lucha antirracista es la ausencia de una
institución u oficina gubernamental o de la sociedad civil dedicada
expresamente al tema de la justicia racial, similar a las que existen en
muchos otros países de la región. Aunque se anunció hace unos años que un
vicepresidente del gobierno daría atención prioritaria al racismo y la
discriminación, el anuncio no ha sido complementado con pasos
institucionales concretos.
El encuentro en Harvard no constituye una excepcionalidad y en modo alguno
pretende ser referente, fue solo un intercambio productivo y necesario.
Los participantes reflejan una variedad de formas de activismos, saberes y
experiencias. No son las únicas figuras comprometidas con la lucha
antirracista, sino una importante representación del movimiento. Los
participantes actuaron con toda responsabilidad, conciencia y compromiso
con el tema, a pesar de algunas resistencias.
Los participantes confirman su entusiasmo y compromiso para seguir
definiendo nuevos espacios de diálogo, legalidad, conciencia y compromiso
con la lucha antirracista, en Cuba y en otros espacios y foros regionales
e internacionales.
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