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¿Agentes para el cambio?  -  Agents for Change? 
Marzo, 2011 - March, 2011

This otherwise interesting and valuable discussion of US soft power efforts in Cuba is marred by the assertion that Cuba's racial conflicts are non-existent. This has prompted a letter to the authors from a leading Cuban investigator on race & identity, Esteban Morales, who noted that Fidel and Raul would disagree with this assertion.

Cuba has need of the type of research in this article as it seeks to understand the millions spent on subverting their society, including the promotion of astro-turf anti racism groups which follow predictable dissident patterns with new spins inserted by the likes of Carlos Moore. However, to do so without respecting the real struggles and contradictions faced in Cuba is to invite confusion and weakening credibility. One evident danger is the fostering of a witch hunt environment where the likes of Queloides, an art exhibit on race in Cuba put together by top ranking artists, come under attack.  Indeed this happened in an indirect way when one of the organizers, Alejandro de la Fuente, was banned from entering Cuba based on some dubious assumptions by mid level cultural bureaucrats.

AfroCubaWeb has published some of the most detailed analyses of US and Miami Plantocracy interventions on racial issues, as in The Discourse on Racism in Anti-Castro Publications, 2008-2010, which includes seminal articles by Alberto Jones' Una Batalla Mundial de Vida o Muerte. Primera Parte / A Worldwide Battle of Life and Death. Part I and Claude Betancourt's Cuba Briefing Sheet: roadmap for Diaspora support of Miami-backed dissidents  among others - these were the first to detail US machinations in this area, along the lines of this article Agents for Change. 

However, we have also long laid stress on the importance of the reality of the struggle against racism in Cuba, as in our pages tracking this issue, Race & Identity in Cuba and Cuba: Race & Identity in the News. In fact, one of our earliest author promotions was for Pedro Perez Sarduy and Jean Stubbs' Afro-Cuba: An Anthology of  Cuban Writing on Race, Politics and Culture published in 1993, which features 30 authors on this theme.  In 2000, they came out with Afro-Cuban Voices on Race and Identity in Contemporary Cubatop

We also long supported a journalist at Radio Havana, Eugene Godfried, as he struggled in Cuba with these issues. His important articles on the topic caused scandal and denial in Havana when they first came out:

Reflections On Race And The Status Of People Of African Descent In Revolutionary Cuba, 1/01

Cuba en una perspectiva caribeña, 2/01    Cuba in a Caribbean Perspective, 6/00

We invite the authors of Agents for Change to reflect on these materials and perhaps address these issues in future articles, since dialog based on research is very much needed in this area.

 

Las razones de Cuba: ¿Agentes para el cambio?

Granma, 15/3/11top

Alta prioridad conceden los servicios de inteligencia de EE.UU. a la fabricación de «líderes sociales». Buscan en grupos de interés como jóvenes, artistas e intelectuales, individuos «capaces» para esa «transición» que anhelan en Cuba.

En esa labor, alejada del trabajo diplomático, sobresale la SINA, según lo confirma Frank Carlos Vázquez, quien para ellos mordió el anzuelo pero, en realidad, como se hace público hoy, se toparon con Robin, agente de la Seguridad cubana.

por JEAN-GUY ALLARD, MARINA MENÉNDEZ y DEISY FRANCIS MEXIDOR

Frank Carlos Vázquez Díaz descollaba por su facilidad en materia de relaciones públicas. Tenía «chispa» para el contacto con los otros y su habilidad lo llevaba además a estar «en la última» en todo, así que en 1998, en medio del período especial, propone a un grupo de jóvenes artistas crear un proyecto cultural alternativo que diera a conocer sus obras y atrajera la atención, en particular, de los circuitos internacionales. La aceptación fue tan inmediata como entusiasta.

Arte Cubano, como nombraron la página web que entonces vio la luz, se convirtió en «uno de los primeros sitios de su tipo que existían en el país» y constituyó el sustento promocional de lo que comenzaba a gestarse en aquel «pequeño local en La Habana Vieja ubicado en la calle Obispo», recuerda Frank Carlos.

Por eso no demoró mucho para que los contactaran instituciones culturales de diferentes naciones. «Establecimos correspondencia y relaciones de trabajo con varias galerías importantes en Estados Unidos, Canadá y Europa».

Tan atractivo se presentó el proyecto que pronto aparecieron en escena aquellos personajes cuyo único «arte» es el de monitorear e identificar a quienes se puede usar dentro y fuera de Cuba para cumplir las directrices del Gobierno estadounidense. Desde la Sección de Intereses de Washington en La Habana, esos especialistas ubicaban los sitios web independientes con el supuesto perfil apropiado para sus planes de subversión.

De modo que —con el aparente candor de quien solo quiere «ayudar»— diplomáticos de la SINA se asomaron enseguida en el local de Frank Carlos y sus amigos, quienes les explicaron que se trataba de «un proyecto que no estaba bajo la dirección de las instituciones culturales».

Por eso, «a partir de ahí comenzó un proceso de encuentros y contactos, prácticamente diarios, que fueron incrementándose en la medida que se desarrollaban las diferentes actividades que realizábamos», cuenta Frank Carlos Vázquez, un licenciado en lengua Inglesa que enseguida fue considerado como un interlocutor valioso.

Al mismo tiempo, desde la SINA, comenzaron a enviarles «decenas de cajas de libros, revistas y publicaciones», recuerda Frank Carlos. Además, el ex funcionario de la oficina Douglas Barnes manifestó el deseo de «convertir nuestro centro en un lugar de acceso a Internet, lo que era muy importante en su momento», porque el ciberespacio apenas se conocía entre los artistas cubanos.

Foto: Ismael Francisco.Luego de la experiencia que la labor como el Robin de la Seguridad del Estado le ha dejado a lo largo de más de una década, Frank Carlos Vázquez siente reforzado el compromiso con su tierra y ama aún más a su natal Pinar del Río.

Este Barnes ya había expresado que su tarea principal era tratar de instrumentar en Cuba el llamado Carril II de la Ley Torricelli, para lo cual traía la experiencia de haber trabajado en países del antiguo campo socialista, y durante su estancia aquí, establecer relaciones con nacionales del sector cultural, la intelectualidad y cabecillas contrarrevolucionarios.

Por eso para los diplomáticos de la SINA (¿o de la CIA?), todo lo que pudieron observar en Frank Carlos parecía hecho a la medida de sus expectativas.

PRETENDÍAN TUMBAR EL «MURO» DE BERLÍN EN CUBA

Durante la administración de William Clinton (1993-2001), Richard Nuccio, su asesor para los asuntos cubanos, predicó la llamada teoría «de pueblo a pueblo», que en verdad significaba algo así como «ahogar con un abrazo», método que ya habían aplicado contra Polonia.

Bajo esos postulados, en el segundo mandato de Clinton, la SINA abrió como nunca la entrega de visas para «facilitar el intercambio cultural», mientras sus especialistas valoraban qué sectores de la intelectualidad pudiesen propiciar la aparición de movimientos artísticos «paralelos»; en esencia, que fueran contestatarias e «independientes del Estado».

Creían que con ello desaparecería el sentido revolucionario en el movimiento cultural cubano, algo que se había experimentado en la otrora Checoslovaquia.

Fue el filón que vio Larry Corwin, un especialista de arte, entonces secretario de Prensa y Cultura de la SINA, quien desde su llegada al país desarrolló una intensa influencia en el medio cultural de la Isla y de la llamada prensa independiente.

Precisamente, ese diplomático se quitó la máscara poco después de concluir su estancia en la Isla al reaparecer en Kosovo, en el 2004, como oficial de Asuntos Públicos de la oficina del Departamento de Estado en el territorio balcánico ocupado por las fuerzas de la OTAN.

La práctica de Corwin no es nueva. Desde la Segunda Guerra Mundial, y el posterior inicio de la Guerra Fría, los servicios especiales pusieron a punto un aparato de subversión dirigido hacia un público intelectual, a partir de cadenas de instituciones- fachada con presuntas finalidades de muy diversa índole. Los fundadores de esa maquinaria de subversión fueron académicos y especialistas en guerra psicológica, cuya actividad en ese campo tiene numerosas experiencias a lo largo de la historia.

Esas instituciones —entre las que vale mencionar al casi centenario Brooklyn Institution, a la Rand Corporation y la Heritage Foundation— trabajan hoy con métodos de influencia afinados durante décadas, mediante los cuales se acercan a las personas «seleccionadas» a partir de estudios de su personalidad y el rol que podrían desempeñar en la sociedad.

Acá en La Habana el «especialista» Corwin trabajó de conjunto con el segundo jefe de la estación local de la CIA, James Patrick Doran, camuflado en el cargo de vicecónsul. Para ellos, poner a Frank Carlos bajo el círculo de su influencia, era controlar al grupo de jóvenes en su conjunto.

Según la apreciación de la CIA y de la SINA, al alcanzarse ese objetivo, llegarían a crear futuros destructores del socialismo, auténticos conspiradores, de los que iban a «tumbar el muro de Berlín en Cuba».

Por eso Corwin atendió con diligencia a Frank Carlos. Le facilitó todo lo que necesitaba, siempre atento a sus deseos, a nombre de la «amistad». Le propuso proyectos, contactos, insistiendo en la seductora idea de la comercialización de las obras que este promovía.

Pero otra vez, el enemigo se había equivocado. Como joven cubano que creció con la Revolución, lejos estaban de imaginar quienes lo «visualizaron» que él se mantendría fiel a su país. Más de diez años han transcurrido, y hasta ahora que se hace pública su identidad, Frank Carlos Vázquez ha cumplido misiones como el agente Robin de los Órganos de la Seguridad del Estado, cuya mayor riqueza consiste, precisamente, en esa fusión de los hombres y mujeres que la integran con el pueblo, en defensa de la Patria.

UNA EXPERIENCIA AMERICANA

Con un presupuesto que parecía sin límites, y un acceso privilegiado a distintas esferas del mundo cultural norteamericano, Larry Corwin le anuncia a Frank Carlos que le iba a conseguir invitaciones de prestigiosas instituciones, para que pudiese viajar a EE.UU.

«En el año 1998, se me acercan y me entregan una invitación realizada por el Chicago Cultural Center», considerado como uno de los más relevantes de su tipo en suelo estadounidense.

Frank Carlos y su grupo habían sido seleccionados «para establecer un proyecto de intercambio» que los alió a ese centro en una amplia colaboración mediante la cual fue dos veces al norteño país con todos los gastos pagados, como «cortesía» de las agencias federales e instituciones gubernamentales en Washington.

Más que nunca, el buen conocimiento del inglés, fue la llave: «Prácticamente me abrió todas las puertas. Estando allí pude tener acceso a muchísimas personalidades con las que, por mi conocimiento de su idioma, pude establecer un diálogo y un contacto muy profundo», recuerda.

«Conocí desde el alcalde de Chicago hasta los directivos de las instituciones culturales más importantes, pasando por galeristas renombrados dentro del mundo del arte. Nos entrevistamos con diferentes congresistas, políticos…»

A estos encuentros se sumaron otros con agendas políticas muy definidas, que rebasaban la divulgación y la promoción de la cultura. Es así como dirigen a Frank Carlos hacia «lo que ellos estaban interesados que yo conociera». Y en apariencia, el plan del «team» Corwin-Doran se concretaba poco a poco.

Los «diplomáticos» de la SINA sopesan la amplia experiencia adquirida por Frank Carlos, y comienzan a manifestarle otras «necesidades», específicamente que tratara de aglutinar a jóvenes. El objetivo de la operación emerge entonces con claridad: inculcarles «los intereses que las instituciones culturales de EE.UU. perseguían», dice.

A esas alturas se había establecido una especie de regla: esperando que ocurriera aquí lo mismo que en Europa del Este, el mercado occidental y particularmente el estadounidense estaba ávido de un arte cubano contestatario e hipercrítico.

Su experiencia «americana» dejó también otros recuerdos en la memoria de Frank Carlos Vázquez Díaz. De Chicago, donde lo ubicó la inteligencia norteamericana en su plan de influencia, no olvida la visita que hizo a barrios marginales, «donde los ciudadanos afronorteamericanos son totalmente segregados».

También le chocó «la violencia en las calles y el tráfico incesante de drogas que existe en muchos lugares», así como vivir «la realidad de un país que está diseñado para ganar dinero», y si las personas no son capaces de obtenerlo «se les considera de segunda clase».

NECESARIA RECAPITULACIÓN

La invitación que recibió Frank Carlos Vázquez se inscribe en el programa Cuba de la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID, por sus siglas en inglés), que, financiado con millonarios fondos federales, sirve de cobertura a la actividad de la CIA contra la Isla. Uno de los métodos empleados es la fabricación de líderes sociales, supuestamente capacitados como «agentes para el cambio» político y que tratan de captar en el universo juvenil, los artistas, universitarios, la intelectualidad… utilizando como señuelo el otorgamiento de becas y viajes.

La USAID, según explica la capitana Mariana, analista de la Seguridad del Estado, se vale además en su accionar de diversos mecanismos, «uno de ellos es el empleo de organizaciones, como es el caso del Instituto Republicano Internacional (IRI)», surgido en 1983 bajo la administración de Ronald Reagan, un arma de la derecha estadounidense para campañas de engaño y de manipulaciones. Su presidente es, ni más ni menos John McCain, un amigo de la mafia cubanoamericana de Miami.

El IRI desempeña un activo papel en el programa Cuba de la USAID y para ello ha establecido dos objetivos prioritarios, que son incrementar el libre flujo de información desde y hacia la Isla, y en segundo lugar la conformación de organizaciones no gubernamentales que faciliten sus fines. El IRI no actúa directamente en territorio nacional sino a través de organizaciones como Solidaridad Española con Cuba y la Fundación Eslovaca Pontis.

Para el IRI es de suma importancia lograr instalar en el país redes de comunicación inalámbrica con posibilidades de transmisión vía satelital con la utilización de medios de tecnología avanzada como el Bgan.

Por otra parte, la USAID también «puede utilizar mecanismos más directos, como sucedió en el caso de Frank Carlos, quien fue contactado de manera personal por un funcionario de la SINA».

Argumenta la analista de la Seguridad del Estado que la beca concedida a Frank Carlos fue, justamente, «parte de su preparación» y una forma de «trabajar sus cualidades de liderazgo, sus potencialidades.

Foto: ArchivoSiguiendo indicaciones de la SINA, Frank Carlos coordinó una reunión en un lugar discreto de Pinar del Río entre diplomáticos de la oficina y un elemento contrarrevolucionario.

«En definitiva, este programa lo que busca es darle una orientación contrarrevolucionaria a los fenómenos propios de nuestra sociedad, o construir hechos, o líderes que permitan canalizar los intereses del gobierno de Estados Unidos en relación con Cuba», puntualiza.

No hay que llamarse a engaño. La USAID respecto a nuestro país apoya un accionar que bajo distintos escenarios persigue crear las condiciones del «cambio», antes, durante e inmediatamente después de la «transición».

A partir de 1995, luego de la implementación de la Ley Torricelli durante el gobierno de William Clinton, se hizo más evidente la actividad subversiva de esta agencia federal contra nuestro país. Por ejemplo, han entrado por diferentes vías más de 10 000 radios de onda corta, y casi dos millones de libros, y productos multimedia con propaganda que alienta el «cambio».

Pero para nadie es secreto el extenso aval de la USAID en temas de injerencia y desestabilización desde que fue fundada en 1961 durante la administración del presidente John F. Kennedy.

En América Latina, está asociada a muchas de las intervenciones yanquis en la región. Mención especial merece la participación de la agencia en la década del 70 en la aplicación del Plan Cóndor, una transnacional secreta de muerte contra la izquierda en el Cono Sur del continente.

Más recientemente, en el 2002, la Agencia del Desarrollo Internacional estuvo muy vinculada al golpe contra el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Desde entonces, ha aumentado de manera continua la intensidad de sus operaciones de apoyo a la oposición, a través de una serie de «programas» que subsidia a golpe de millones.

En Bolivia y la Honduras de José M. Zelaya ha sido otro tanto, aunque siempre han tratado de edulcorar los capítulos más repugnantes de su historia.

OPERACIÓN VITRAL

Dentro de las tareas que iban dándole a Frank Carlos hay una que rememora, en este recuento de más de diez años como el agente Robin. Fue en el 2000, cuando los estadounidenses James Patrick Doran y Larry Corwin le solicitan con insistencia que se acercara al contrarrevolucionario Dagoberto Valdés, quien dirigía la revista Vitral y el denominado Centro Cívico Religioso de Pinar del Río.

«Ese proyecto era de mucho interés para los norteamericanos. Me pidieron que organizara un encuentro entre los funcionarios de la Sección de Intereses y Dagoberto, que se preparó en un lugar discreto de la ciudad».

En esta visita con toque de clandestinidad, los visitantes hablaron con el susodicho acerca del potencial de su —hoy desaparecida— publicación para expresar ideas contrarrevolucionarias, y como medio para ser utilizado contra el Gobierno y la Revolución Cubana.

Hecho significativo: Valdés planteó entonces su «gran preocupación pues estaba siendo contactado directamente por los "diplomáticos" norteamericanos, porque, según él, eso lo ponía demasiado en evidencia». Así que se pronunció por «trabajar a través de los diplomáticos de las embajadas checa y polaca, que estaban un poco más afuera de la palestra pública», lo que le permitiría actuar «con mucha más rapidez y tranquilidad». Pronto, el encuentro «discreto» de Pinar se acompañó de una exposición de carteles organizada, «casualmente», con la colaboración de diplomáticos polacos y checos.

«Ahí se plasmaban algunas ideas que venían de Polonia… y que fueron entonces propaladas dentro de la intelectualidad pinareña…»

Dagoberto pretendía «convertirse en el paladín de la libertad, en el portavoz de los intelectuales y convertir esa revista en un vehículo contrarrevolucionario para destruir nuestra Revolución», asegura Frank Carlos.

LA BIENAL DE VICKY HUDDLESTON

En el propio año 2000, la SINA pretendió manipular un evento de tanta trascendencia y prestigio internacional como la Bienal de La Habana, en este caso durante su VII edición.

No por gusto intentaron hacer el trabajo de subversión. La Bienal ya se había ganado un merecido espacio donde se divulgaba un arte experimental de alta calidad que era apreciado por grandes sectores de la población cubana.

«Un día se me aparece Larry Corwin en la casa con una gorra de pelotero, una camiseta y un short de playa. Venía en una bicicleta», rememora Frank Carlos, quien en ese momento se extrañó de la imagen del diplomático. Con el disfraz, Corwin intentaba encubrir su accionar ilegal.

Esa «sorpresiva aparición» era para pedirle que Frank Carlos lo apoyara «en una misión muy importante» que consistiría en «servir de enlace entre los directivos de la bienal y yo para poder obtener información que ellos necesitaban, pues ellos no tenían otra manera de acceso».

Lo cierto es que para esa VII Bienal aflora ahí una numerosísima delegación norteamericana con muy pocos artistas y, sin embargo, llegó una legión de abogados, coleccionistas, empresarios, funcionarios de instituciones culturales estadounidenses, y «especialistas» del arte vinculados al Departamento de Estado.

La SINA dirigió las actividades de la comitiva que fue recibida (y aleccionada) por su jefa, Vicky Huddleston, quien ofreció entonces la recepción más grande que hubo en la historia de esa representación diplomática.

Fue una Bienal donde, paralelamente a las actividades del evento, los funcionarios de la Sección de Intereses desarrollaron su propio plan: una operación agresiva de influencia y captación.

«Prácticamente fue una acción puerta a puerta, tocaron a las puertas de los artistas, a las de los promotores culturales, a las de los galeristas…»

A juicio de Frank Carlos «la labor de la SINA en Cuba en esa época se puede considerar una de las más activas. Ellos trataron de penetrar el mundo cultural nuestro y establecer vínculos que iban mucho más allá de la labor diplomática.

«Pretendían comprar los favores de nuestros artistas e intelectuales, ofreciéndoles exposiciones y promociones en diferentes galerías norteamericanas, a cambio de que reflejaran una realidad discordante o distorsionada… La finalidad era crear un estado de opinión, un fenómeno cultural ficticio, fabricado, con el cual se intentaba expresar al mundo que los intelectuales cubanos estaban en contra de la Revolución».

HIPOCRESÍA IMPERIAL

La historia de Frank Carlos Vázquez no pertenece al pasado. La captación y manipulación de exponentes del ámbito cultural para que «pinten» una Isla distorsionada, acorde con la imagen que de ella quieren propalar, es una práctica que se mantiene.

En la actualidad, concursos promovidos desde la Oficina de Intereses también buscan acercarlos e imponer en su obra la agenda con que Estados Unidos pretende dividir a la sociedad cubana, trasladando a ella —o magnificando— conflictos inexistentes aquí como lo relacionado con el tema racial. [our emphasis]

Además, han puesto a funcionar tres centros de acceso a Internet dentro de sus predios para la preparación de la contrarrevolución.

Tales ilegalidades se ejecutan bajo la cobija de lo que un documento de la SINA describe como «constituir un espacio público con fines educacionales e investigativos, así como facilitar la comunicación y la publicación de materiales en Internet, con fines profesionales y/o de trabajo».

«Acercamientos» de este corte retoman una práctica plasmada en la denominada Ley para la Democracia en Cuba, conocida como Ley Torricelli, emitida en 1992, cuando estipula el contacto «pueblo a pueblo» como una manera de minar a la Revolución desde adentro (el llamado Carril II).

Se trata de una política hipócrita seguida a pie juntillas por la administración de William Clinton y que George W. Bush desdeñó por un quehacer que elevó a su máxima expresión la agresividad y el hostigamiento al pueblo cubano.

Ahora Barack Obama retoma la política de la zanahoria, como lo ha demostrado con el restablecimiento, en enero pasado, de las medidas emitidas por Clinton al calor de la Torricelli y derogadas por su sucesor republicano en 2001 y que, entre otras decisiones, proclama la posibilidad de que estadounidenses viajen a nuestro país con objetivos académicos, educacionales, culturales y religiosos…

Luego de la experiencia que la labor como el Robin de la Seguridad del Estado le ha dejado a lo largo de más de una década, Frank Carlos Vázquez siente reforzado el compromiso con su tierra y ama aún más a su natal Pinar del Río.

Y a los jóvenes les alerta que no se dejen engañar por falsas promesas. El ser humano es lo más importante y la construcción de la dignidad, del bienestar humano, de un sistema equitativo, justo, como el que construimos aquí, es lo más sagrado que puede tener una persona en su vida.


CUBA’S REASONS  Agents for change?top
Granma, 3/18/11


• U.S. intelligence services give high priority to fabricating social leaders •  They seek them out in interest groups for youth, artists and intellectuals, "capable" individuals for that famous transition they yearn for in Cuba •  Within that operation, and far removed from diplomatic activities, the U.S. Interests Section (USIS) excels, as confirmed by Frank Carlos Vázquez who – as its officials thought – had taken the bait, but as has recently emerged, was Cuban State Security agent Robin

Jean-Guy Allard, Marina Menéndez and Deisy Francis Mexidor

FRANK Carlos Vázquez Díaz stood out for his public relations skills. He had that spark in contact with others and moreover, his ability took him to the "latest" in everything. Thus, in 1998, in the midst of the Special Period, he proposed to a group of young artists an alternative cultural project which would promote their work and attract attention, in particular, from international circuits. He met with an immediate and enthusiastic response.

Arte Cubano, as they called the new web page, became one of the first sites of its kind in the country and constituted the promotional support for what began to emerge from that "little place in Old Havana on Obispo Street," Frank Carlos recalls.

For that reason it wasn’t long before the group was contacted by cultural institutions in a number of countries. "We established correspondence and working relationships with several important galleries in the United States, Canada and Europe."

The project was so attractive that those people whose sole artwork is that of monitoring and identifying persons who can be utilized within and outside of Cuba to fulfill U.S. government directives soon appeared on the scene. Working out of the U.S. Interests Section in Havana (USIS), those specialists tracked down independent websites with the supposedly appropriate profile for their subversion plots.

Thus, with the seeming candor of those who just want to help, USIS diplomats turned up at the workshop of Frank Carlos and his friends, who explained to them that it was not a project directed by any of the cultural institutions.

For that reason, "from that point a process of meetings and contacts began, practically on a daily basis, which increased as the different activities that we were involved in developed," recounts Frank Carlos Vázquez, an English language graduate who was immediately perceived as a valuable spokesman.

At the same time, they began to send them "dozens of boxes of books, magazines and publications from the USIS," Frank Carlos recalls. "Moreover, Douglas Barnes, a former Section official, expressed his desire to convert our center into an internet access space, something very important at the time," because cyberspace was virtually unknown to Cuban artists.

Barnes had already stated that his principal task was to attempt to establish the so-called Track II of the Torricelli Act in Cuba, to which objective he brought his experience of having worked in former socialist bloc countries. And, and during his term, to establish relations with Cuban nationals in the cultural sector, among the intelligentsia and counterrevolutionary leaders.

Thus, for the USIS (or CIA?) diplomats, everything they were able to observe about Frank Carlos, seemed to fully meet their expectations.

TRYING TO BRING DOWN THE BERLIN WALL IN CUBA

During the Clinton administration (1993-2001), Richard Nuccio, his advisor on Cuban affairs, preached the so-called people to people theory, which really meant something like "kill with kindness," a method that had been implemented in Poland.

Within those propositions, during Clinton’s second term, USIS extended visas as never before, facilitating cultural exchange, while their specialists assessed which sectors of intellectuals could promote "parallel" artistic movements; in essence rebellious and "independent of the state."

They believed that, by doing this, the revolutionary sentiment within the Cuban cultural movement would disappear, as experienced in the former Czechoslovakia.

That was the gold mine envisaged by Larry Corwin, an art specialist, and former USIS press and culture attaché who, from his arrival in the country developed an intense sphere of influence within Cuba’s cultural sector and its so-called independent press.

That same diplomat removed his mask shortly after his tour of duty in Cuba, upon reappearing in Kosovo in 2004, as a State Department Public Relations official in the Balkan territory occupied by the NATO forces.

Corwin’s practices were not new. Since World War II, and the subsequent start of the Cold War, U.S. special services have established a subversion apparatus directed at intellectual audiences, on the basis of institutional links – a front for various ends of a wide-ranging nature. The inventors of that subversive machinery were academics and experts in psychological warfare, whose activities in the field date back a long way.

Those institutions – among which it is worth mentioning the close to century-old Brookings Institute, the Rand Corporation and the Heritage Foundation – are currently working with methods of influence fine- tuned for decades, via which they approach persons selected on the basis of personality studies and the role that they could possibly play in society.

Here in Havana, the specialist Corwin worked in conjunction with James Patrick Doran, second in command of the local CIA station, camouflaged as vice consul. For them, putting Frank Carlos within their circle of influence, was to control the young artists in his group.

The assessment of the CIA and the USIS was that, if that objective were achieved, they could create future destroyers of socialism, authentic conspirators, like those who were going to "bring down the Berlin Wall in Cuba."

That is why Corwin diligently attended to Frank Carlos. He facilitated everything that he needed, always attentive to his wishes in the name of friendship. He proposed to him projects and contacts, insisting on the seductive idea of selling the work he was promoting.

But, once again, the enemy had erred. As a young Cuban who grew up within the Revolution, they were far from being able to imagine what they were visualizing, and that he would remain faithful to his country. More than 10 years have passed and, to date, when his identity has been made public, Frank Carlos Vázquez has completed missions as Agent Robin of Cuban State Security, which has as its greatest asset precisely the tight-knit group of men and women who comprise it, together with the people, in defense of the homeland.

AN AMERICAN EXPERIENCE

With a seemingly unlimited budget and privileged access to various spheres of the U.S. cultural world, Larry Corwin told Frank Carlos that he was going to facilitate invitations from prestigious institutions so that he could travel to the U.S.

"He approached me in 1998 and gave me an invitation from the Chicago Cultural Center," considered one of the most outstanding of its type on U.S. soil.

Frank Carlos and his group had been selected to set up a cultural exchange project which would link the center into broad cooperation, through which he made two visits to the United States with all expenses paid, courtesy of federal agencies and government institutions in Washington.

More than ever, his advanced command of English was a key factor:

"They practically opened all doors to me. Being there, I had access to many figures with whom, given my knowledge of their language, I was able to establish dialogue and very close contact," he recalls.

I knew people ranging from the mayor of Chicago and directors of the most important cultural institutions, passing through galleries renowned in the art world. We had meetings with various Congress members, politicians…"

These encounters included others with highly defined political agendas, which went far beyond cultural exchange and promotion. That is how Frank Carlos was directed toward those "who they were interested in having me meet." It appeared that the Corwin-Doran plan was becoming concrete little by little.

The USIS diplomats considered the broad experience Frank Carlos had acquired and began to express other needs to him, specifically in relation to bringing together young people. The objective of the operation thus clearly emerged: to inculcate in him the interests that the U.S. cultural institutions were pursuing," he explained.

By that stage a kind of rule had been established: waiting for what happened in Eastern Europe to take place in Cuba. The Western market, in particular the U.S. one, was anxious for rebellious and hypocritical Cuban art.

His American experience also left Frank Carlos Vázquez Díaz other memories. From Chicago, where U.S. intelligence placed him within its sphere of influence, he has not forgotten the visit he made to marginal neighborhoods, "where African-American citizens are totally segregated."

He was similarly shocked by violence on the streets and incessant drug trafficking in many places, as well as experiencing "the reality of a country designed to make money, and if people aren’t capable of making it, they are considered second-class citizens."

NECESSARY RECAPITULATION

The invitation that Frank Carlos Vázquez received is registered within the U.S. Agency for International Development (USAID) Cuba program which, funded by million-dollar federal capital, serves as a cover for CIA activities against the island. One of the methods utilized is the fabrication of social leaders, supposedly trained as agents for political change and whom it tries to capture from the world of youth, artists, university students and intellectuals… using scholarships and visits as inducements.

As Captain Mariana, State Security analyst, explained, USAID makes use of various mechanisms in their actions, one of which is using organizations such as the International Republican Institute (IRI), established in 1983 under the Ronald Reagan administration and a right-wing weapon for campaigns of deception and manipulation. Its president is none other than John McCain, a friend of the Cuban-American mafia in Miami.

The IRI has an active role in the USAID Cuba program and has established two priority objectives: to increase the flow of information to and from the island, and secondly, to form non-governmental organizations to facilitate its ends. The IRI does not act directly on Cuban territory but via organizations such as Spanish Solidarity with Cuba and the Slovak Pontis Foundation.

It is extremely important for the IRI to install wireless communication networks in the country, with the capability for satellite transmission utilizing advanced technology like BGAN satellite terminals.

On the other hand, USAID can also use more direct mechanisms, as was the case with Frank Carlos, who was personally contacted by an USIS official.

The state security analyst argues that the grant awarded to Frank Carlos was just part of his training and a way of working on his leadership qualities, his potential.

"What this program definitely seeks is to give a counterrevolutionary orientation to phenomena existing in our society, or to build events and leaders in order to channel U.S. government interests in relation to Cuba," she notes.

One shouldn’t be deceived. In relation to our country, USAID is supporting actions which, in different sectors, seek to create conditions for change, before, during and immediately after the transition."

Starting in 1995, in the wake of the Torricelli Act, passed during the Clinton administration, this federal agency’s subversive activities became more apparent; for example, more than 10,000 shortwave radios have entered the country by various means, and close to two million books and multimedia propaganda products to incite change.

USAID’s extensive support in matters of interference and destabilization since its founding in 1961 under the President Kennedy administration is no secret to anyone.

In Latin America, it is closely associated with many yankee interventions. Worthy of special mention is the implementation in the 1970s of Plan Condor, a deadly secret transnational effort against the left in the continent’s Southern Cone.

More recently, in 2002, the International Aid Agency was closely linked to the coup against Venezuelan President Hugo Chávez. Since then, it has continuously increased the intensity of its support operations for the opposition, through a series of programs subsidized to the tune of millions of dollars.

It has also been as active in Bolivia as in the Honduras of José M. Zelaya, while always attempting to sweeten the most repugnant chapters of its history.

OPERATION VITRAL

Among the tasks Frank Carlos was being assigned, there is one in his career of more than 10 years as Agent Robin, which particularly stands out in his mind. It was in 2000, when James Patrick Doran and Larry Corwin were insistently asking him to approach the counterrevolutionary Dagoberto Valdés, editor of the Vitral magazine and the so-called Pinar del Río Religious Civic Center.

"That project was of much interest to the Americans. They asked me to organize a meeting between USIS officials and Dagoberto, to be prepared in a discreet part of the city."

On that visit with its touch of secrecy, the visitors talked in a murmur about the potential of Dagoberto’s now-disappeared publication for the expression of counterrevolutionary ideas, and how to utilize it against the Cuban government and the Revolution.

A significant fact: at the time Valdés expressed serious concerns about being directly contacted by U.S. diplomats, because, according to him, it gave him too much visibility. He spoke out for working through diplomats in the Czech and Polish embassies, which were not so much in the public eye, where he could work faster and more safely. Soon, the discreet Pinar meeting was followed by a poster exhibition organized, coincidentally, with the collaboration of Polish and Czech diplomats.

"There they expressed some ideas which came from Poland… and which were then divulged by Pinar’s intellectuals…"

"Dagoberto then attempted to convert himself into the champion of freedom, into the spokesman of the intellectuals, and to transform the magazine into a counterrevolutionary vehicle for destroying our Revolution," Frank Carlos affirmed.

VICKY HUDDLESTON’S BIENNIAL

In that same year of 2000, the USIS attempted to manipulate an event of the significance and prestige of the Havana Biennial, that year in its 7th edition.

It was not by chance that this subversive operation was attempted. The Biennial had already won a merited space for the exhibition of experimental art of high quality, appreciated by large sections of the Cuban population.

"One day, Larry Corwin came to the house wearing a baseball cap and beach shorts. He came by bicycle," Frank Carlos recalls, unusual attire at that time for a diplomat. Corwin was using the disguise as a cover for his illegal activities.

That surprise appearance was to ask Frank Carlos to support him on a very important mission, which was to act as a link between Biennial directors and Corwin in order to obtain certain information that the USIS diplomats needed, because they had no other means of access.

It is a fact that an extremely large U.S. delegation was present at that 7th Biennial, but included very few artists. However, there was a legion of lawyers, collectors, entrepreneurs and officials from American cultural institutions, as well as art specialists linked to the State Department.

The USIS directed the activities of the delegation members, who were received by its head, Vicky Huddleston, who gave them the largest reception in the history of the diplomatic representation.

It was a Biennial where, in parallel with the official activities, Interest Section officials developed their own plan: an aggressive operation of influence and recruitment.

"It was practically a door-to-door action; they knocked on the doors of artists, cultural promoters, gallery organizers…"

In Frank Carlos’ view, "the work of the USIS in that period could be considered as one of the most active. They tried to penetrate our cultural world and establish links that went far beyond their diplomatic functions."

"They were trying to buy favors from our artists and intellectuals by offering them exhibitions and promotions in various U.S. galleries, in exchange for reflecting a discordant or distorted reality… The final aim was to create a state of opinion, a fictitious cultural phenomenon, fabricated, with which they would state to the world that Cuban intellectuals were against the Revolution."

IMPERIAL HYPOCRISY

Frank Carlos Vázquez’ story does not belong to the past. The recruitment and manipulation of artists in the cultural sphere to induce them to paint a distorted island, in accordance with what U.S. Cuba policy wishes to promote, is an ongoing practice.

Currently, art contests promoted by the U.S. Interests Section are another attempt to approach artists and impose on their work the agenda drawn up by United States to divide Cuban society, thus transferring onto it – or magnifying – conflicts that are non-existent here, such as those related to racial issues.

Moreover, they have set up three Internet access centers within their premises in order to prepare for the counterrevolution.

Such illegalities are executed under the cover of a USIS document, which describes them as "constituting a public space for educational and investigative ends, as well as to facilitate communication and the publication of material on the Internet, for professional and/or work ends."

Approaches of this nature date back to practices enshrined in the Cuban Democracy Act, known as the Torricelli Act of 1992, which stipulates people-to-people contact as a means of undermining the Revolution from within (the so-called Track II).

It is a hypocritical policy which was followed to the letter by the Clinton administration and spurned by George Bush in favor of actions raising aggression and harassment toward the Cuban people to its highest level.

Now Barack Obama is returning to the stick and carrot policy, as demonstrated in January by his reestablishment of measures adopted by Clinton in the heat of the Torricelli Act and repealed by his Republican successor in 2001, and which, among other decisions, afford U.S. citizens an opportunity to travel to our country for academic, educational, cultural and religious purposes.

After his experiences of working as Agent Robin of State Security during more than 10 years, Frank Carlos Vázquez feels that his commitment to his country has been reinforced, and his love for his native Pinar del Río province has grown even stronger.

And he warns young people not to let themselves be deceived by false promises. "Human beings are the most important and the construction of dignity, human well-being, an equitable system such as the one we are building here, is the most sacred thing in life."
 


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The Discourse on Racism in Anti-Castro Publications, 2008-2009

Race & Identity in Cuba

Cuba: Race & Identity in the News

How I was drawn into Cuba’s racial issue, 3/7/11 Alberto Jones

 

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