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La primavera cubana:
proxima estacion del tren Obama.
Roberto Zurbano Torres
Cada 21 de marzo comienza la
primavera; esa semana el sol es más generoso y los vientos suelen
acariciar la ciudad e, incluso, también ha traído la Semana Santa, pero
en Cuba no es una primavera común, pues un presidente de Estados Unidos
desanda la ciudad con su elegante familia negra . Y aunque para muchos
resulte excesivo, comparto mi opinión con la misma responsabilidad de
siempre. Consiste en concederle a Barack Hussein Obama un sitio en los
anales de la historia cubana, no por el simple hecho de hacer una visita a
la isla, sino por su pragmática comprensión del liderazgo regional de la
Revolución Cubana, por aceptar un diálogo en términos de respeto y por
colocar oportun(ist)amente una propuesta de restauración capitalista en
medio del actual contexto cubano, bastante celebratorio del capitalismo.
El pensamiento institucional y político de la Revolución están siendo
impactados por la velocidad, el peso y el alcance histórico de tales
propuestas, pero no reconoce ni incorpora los análisis y propuestas del
pensamiento crítico social más reciente, que ha elaborado visiones
defensivas y proyectivas de la futura sociedad cubana, cierto es que
desafiantes y críticas con el pensamiento político más público y
formalizado en Cuba, pero buena parte de ellas resultan complementarias y
renovadoras de las bases originales de este propio pensamiento oficial,
por su afán participativo, emancipatorio y anticapitalista. Las propuestas
de Obama demandan muchas, urgentes y novedosas respuestas cubanas, no solo
gubernamentales, combinándose a corto, mediano y largo plazo, dentro y
fuera de la isla y del propio Estados Unidos.
Desde su primer mandato, por encima de tradicionales gestos de propaganda
imperial, el presidente Obama envió a Cuba señales diferentes a las de sus
doce antecesores, pagando el costo simbólico de tal gesto, pero
colocándose (y colocándonos) en una nueva dimensión geopolítica y
generacional donde ha combinado con destreza el mediano y el largo plazo
de su proyecto, pues es un político joven aun. Sus decisiones desatan
rabias encontradas entre izquierda y derecha, republicanos y demócratas,
negros y blancos, e incluso exageradas exigencias a un presidente de
Estados Unidos que nunca antes se habían generado dentro y fuera de la
Unión desde amargos emplazamientos racistas, políticos y económicos que
han producido la presidencia más solitaria y desafiada en la historia
norteamericana.
Este hombre sagaz, quien no proviene de la tradicional clase política
americana, conoció el mundo antes de llegar a senador y asume orgulloso su
herencia africana- americana, ya definió en sus libros de los años noventa
un proyecto de democracia y capitalismo fuera de los modelos al uso, (muy
cercano a la socialdemocracia) que consiste en restaurar el sueño
americano con fórmulas y alcances diferentes. Desde que se propuso y logró
ser el primer presidente negro de Estados Unidos, sabe que ocho años (dos
mandatos de presidencia) serían insuficientes para concretar su proyecto y
seguir intentándolo más allá de la Casa Blanca. Aun así, los analistas se
detendrán en el análisis factual y racial o insistirán en la razón
económica u otra coyuntura.
Lo cierto es que Barack Obama abre una época primaveral en las relaciones
entre Cuba y Estados Unidos no para salvar a Cuba, sino para marcar una
visión crítica de las trampas estructurales del sistema capitalista que él
mismo enfrentó y ahora pretende desafiar, rebasando la dicotomía
liberal-conservadora y planteándose la necesidad de reformar el modelo
imperial en términos domésticos y globales. Sabe que va a ganar un nuevo
protagonismo en la medida que aumente su capacidad de diálogo
internacional, establezca nuevas prioridades estratégicas y los necesarios
consensos sobre temas difíciles; todo ello aumentará su capital político
fuera de los Estados Unidos y le granjeará nuevas cuotas de respeto,
confiabilidad y poder.
Por esta razón, evadiendo el contaminado espacio del actual proceso
electoral de Estados Unidos, ha escogido el mejor escenario político y
mediático para lanzar su candidatura de líder global, presentándose
personalmente en el último escenario de la Guerra Fría y el socialismo
mundial antes del anunciado retiro oficial del liderazgo histórico de la
Revolución cubana. No fue a la frontera con México, ni ha rectificado su
acusación a Venezuela, no quiere salvar las finanzas de Grecia ni desafiar
a Vladimir Putin, ni siquiera forzar al propio congreso estadunidense. El
itinerario, las formas de convocatoria y los métodos que lo llevaron dos
veces a la presidencia sigue siendo atractivos para otros empeños, aunque
el itinerario que espera al Premio Nobel de la Paz, luego que termine la
presidencia se está labrando esta semana. Obama decidió marcar sus nuevos
territorios políticos y sus formas de diálogo, operando en un terreno
históricamente difícil de conquistar. Su nuevo estilo internacional
cristalizará durante su visita a Cuba y sacará de este encuentro mejor
provecho que nosotros como país, gobierno, sociedad civil, instituciones y
personas.
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