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Gisela ArandiaLa nación cubana y el racismo
Por Gisela Arandia Covarrubias, 30/6/2016

Consternada, luego de leer un artículo acerca del racismo en Cuba, en cual un grupo de estudiantes y profesores de la Universidad de Morgan State, en Baltimore que recién visitaron la Isla, constaron la dolorosa realidad que investigadores, académicos, activistas y otros; hemos estado planteando fundamentalmente desde el inicio de los años 1990 y es la existencia precisamente de ese racismo, informado ahora por voces foráneas. [Baltimore Tourist Says Racism Exists in Cuba  6/16/2016 Afro]

Ante tales denuncias algunas personas tienden a la socorrida argumentación acerca de la posibilidad que se trata de enfoques que busca restar méritos a la indiscutible obra humanista realizada por la revolución cubana. No importa si estos enfoques en el contexto cubano vienen de personas afrodescendientes o no, donde el pretexto para negar la presencia de un conflicto histórico y actual, casi siempre se convierte en una excusa obligatoria. Una bolsa a la mano, está repleta de estas fundamentaciones y justificaciones como cartas manipuladas por destacadas figuras norteamericanas criticando la necesidad de asumir el racismo, observado no solo como un fenómeno cubano sino de carácter global, presente en el mundo actual.

Pero el asunto es que no se trata tampoco de la universalidad del racismo sino más que todo, de su incidencia regional y local. Que haya racismo en Estados Unidos, no puede justificar una indiferencia ante el nuestro. Se trata sobre todo del imprescindible reconocimiento de su existencia, como premisa primigenia para su análisis y posibles propuestas de acciones sociales, dígase la aplicación de propuestas de políticas públicas en sus diversas variables. El mayor enemigo del racismo desde la epistemología de la colonialidad es el silencio como ya ha sido descrito por un amplio dossier de estudiosos del tema. En el ocultamiento radica su supervivencia o incluso su incremento, porque al no mencionarlo su permisibilidad adquiere legitimación como categoría ideológica de dimensiones imprevisibles.

Lo más trascendente nunca podrá ser que los turistas descubran el racismo y escriban sobre él, lo decisivo en este asunto será la responsabilidad cubana con su nación. Resulta patético que la prevalencia de un discurso cultural racista se anteponga a la nación como una entidad construida por todos y para el bien de todos como bien señaló José Martí en su corta pero fructífera vida. Al colocar a la nación en el epicentro de la reflexión sobre la vigencia del racismo en la mayor de las Islas antillanas, parece que el consenso a favor de apoyar el silencio secular, mantiene su prepotencia.

Se hace difícil justificar como el resto de las discriminaciones han ido encontrando un espacio institucional que favorece la búsqueda de la equidad social, dígase el tema de la mujer, la homofobia, los discapacitados, la religiosidad, el campesinado u otros, pero donde la racialidad no alcanza el mismo nivel de atención. Como poder explicar y explicarnos al mismo tiempo, que personas e instituciones siguen negadas a reconocer la existencia del racismo.

Acontecimientos recientes que van desde la posposición de la presentación del libro de bailarín y coreógrafo Carlos Acosta, pasando por el letrero “Muerte a negros”, en un céntrica calle del Vedado o el artículo publicado en Tribuna de la Habana, con el título “Negro, tu eres sueco…” haciendo referencia a la visita del presidente Barack Obama, ofrecen evidencias. El diario habanero no pidió disculpas al público cubano por esa publicación con un tono racista de tan mal gusto, sino que publicó al autor del texto, quien en sus argumentaciones, sin proponérselo mostró como el racismo cubano tiene su imaginario social en un pensamiento racista popularizado y no en las identidades.

Es cierto que los últimos tiempos ha existido una intención de colocar imágenes de personas afrodescendientes en la televisión en diversos programas informativos, aunque esa propuesta si bien es positiva, por otro lado no sustituye la ausencia de un discurso público acerca del tema. Porque se trata de transformar la epistemología del racismo, para lo cual es imprescindible un tratamiento directo, que pasa por el papel de la consciencia social, lo cual demanda inexorablemente del debate para que la sociedad pueda comprender la magnitud del conflicto y sus posibles soluciones.

¿Quiénes defenderán a la nación cubana del racismo evidente, para el cual incluso no hace falta ser afrodescendiente sino simplemente cubana o cubano de bien, para observarlo? El contexto actual de viajes a Cuba de la población afroamericana clase media o clase media alta, la racialidad se convierte en un espacio de mayor interés, donde la nación queda, una vez más a expensas de corrientes de pensamiento exógenas. En el artículo publicado se insta a periodistas afroamericanos a venir a develar un tema que está inscrito en la tradición cubana a partir del mito que establece el silencio como única alternativa. ¿Será posible que la nación cubana siga tan descobijada que necesite que otras personas vengan a develar un conflicto tan complejo y doloroso más allá del color de la piel? ¿O acaso estos reportes de prensa que inciden de manera tan directa en el nuevo contexto de Cuba-Estados Unidos y el futuro del turismo, será el único modo de poder visibilizar al tema?

Disculpen, si me equivoco pero percibo a la nación cubana en un fuego cruzado entre quienes apuntan para colocar al racismo en Cuba como un tema pendiente de la agenda revolucionaria o la indiferencia ante el conflicto. La experiencia cultural cubana, aplicada ante las grandes dificultades dice que el tema, podría encontrar el consenso requerido, si el asunto fuera expuesto en la palestra pública, donde seguramente encontraría la solidaridad necesaria, para diseñar un programa antirracista.

Lo contrario desde mi humilde, punto de vista, sería una suerte de traición a una nación donde la población de origen africano, representó una parte decisiva de la construcción nacional que tanto orgullo patriótico ha brindado. En la actualidad un sector numeroso afrodescendiente se mantiene en un espacio de desigualdades racializadas, pobreza y subalternidad. Si quienes desde el consenso silencioso siguen abogando por restar importancia al tema, darán la oportunidad que otros acudan en su defensa para bien y también para mal, porque el racismo en Cuba como tema de la nación, debe corresponder en primer lugar a la sociedad cubana, como una acción de responsabilidad intransferible.

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Baltimore Tourist Says Racism Exists in Cuba  6/16/2016 Afro: “It’s important to take Black journalists to Cuba because the stories we find are the stories that too often seem to be ignored [and] overlooked by White journalists when they get there,” Wickham said. “It’s not mean spirited, it’s that their life experiences don’t drive them toward those stories.”

Gisela Arandia

Carlos Acosta

Muerte a negros

Negro, tu eres sueco…

 

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