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Cuba 1912
La masacre racista

Más de tres mil cubanos negros y mulatos perdieron la vida en este acto de fuerza de la gran burguesía nacional

Por: PEDRO ANTONIO GARCÍA
cultura@bohemia.co.cu

(2 de julio de 2007)

Cuando el 10 de octubre de 1868 Carlos Manuel de Céspedes pronunció el grito de independencia en el ingenio Demajagua, fijó como objetivos fundamentales del levantamiento revolucionario la obtención de la independencia absoluta y la conquista de la justicia social, que entonces tenía que partir necesariamente de la abolición de la esclavitud. La derrota del Zanjón frustró la realización de esos dos anhelos, si bien el sistema esclavista apenas sobrevivió hasta 1886, aunque España dejó establecido en su régimen colonial que los cubanos negros y mulatos recibieran una doble discriminación: por ser naturales del país y por el color de la piel.

Un bohío ardiendo

Bohíos quemados, campesinos negros 
y mulatos ametrallados cuando trataban 
de escapar, la verdadera guerra racista 
del general Monteagudo y del presidente 
José Miguel Gómez

Contra esa discriminación, Juan Gualberto Gómez practicó la lucha activa y la denuncia sistemática. En resonancia con José Martí, demostró lo imposible del progreso de los cubanos negros y mulatos separadamente del progreso nacional; la única solución era el independentismo. El Apóstol fijó, también, su definida posición antirracista en varios escritos, como el artículo Mi raza y el Manifiesto de Montecristi. Al igual que Juan Gualberto, Antonio Maceo condenaba todo tipo de segregación y advertía, además, la torpeza de oponer al racismo blanco un racismo negro: "Me opondré hasta donde me sea posible la usurpación de derechos de una raza sobre otra".

Desgraciadamente, la república instalada en 1902, con el lastre de la Enmienda Platt, estuvo muy alejada del ideario de Martí y Maceo.

Ciudadanos de segunda clase

Retrato de Evaristo Estenoz

Evaristo Estenoz, alma y líder 
de los Independientes de Color

Generoso Campos Marquetti, luego líder negro del Partido Liberal –aunque al encumbrarse como congresista se olvidó de los suyos–, denunció en 1902 la postergación en que se tenía a los cubanos "de color", como eufemísticamente se les llamaba a los afrodescendientes: "Siguen solicitados para porteros, cocheros, criados y para ínfimos puestos lo mismo en correo que en la aduana. El presidio sigue dividido en blancos y negros... La moda ahora es ocultar en los cuarteles a los artilleros de color. Cuando viene a Palacio algún representante extranjero, ni en la guardia rural ni en la artillería que lo escolta forma ningún hombre de color".

En las recepciones oficiales, a los senadores y representantes blancos se les invitaba junto con sus esposas; en el caso de los pocos congresistas "de color", se excluía a las cónyuges. La gran burguesía cubana trataba de parecerse cada día más a sus amos yanquis; incluso promovía la inmigración española como forma de "blanquear" el país. Muchos de los llamados "trigueños", "blanconazos" e "indios", que aparecían como blancos en el registro civil, ocultaban, como en la guaracha de Ñico Saquito, a la abuela oriunda de las estepas del Níger o de las selvas del Congo.

Se olvidaba que la formación de la nacionalidad cubana era fruto de la transculturación de diversos grupos étnicos: ibéricos, africanos y amerindios. La cubanía, como demostró Fernando Ortiz, no es blanca ni negra ni siquiera mulata, sino mestiza, sin que influya ni determine el color de la piel. Es sentimiento, identidad, sentido de pertenencia. Cubano, concluía genialmente Ortiz, es la voluntad de serlo.

Los Independientes de Color

La asfixia social que sufrían en la sociedad neocolonial los cubanos negros y mulatos, unida a la imposibilidad -y falta de voluntad-, de liberales y conservadores para hallarle soluciones llegó a un punto de definiciones: un grupo de intelectuales, pequeños propietarios y profesionales fundaron el Partido Independiente de Color (PIC). De inmediato, la nueva organización incrementó sus membresía en las capas más humildes de los cubanos afrodescendientes, ya que dentro de estos la exigua minoría que gozaba de cierta solvencia económica, generalmente, no simpatizó con el PIC.

Retrato de Pedro Ivonnet

Pedro Ivonnet peleó en la 
guerra del 95 bajo las 
órdenes de Maceo

Parece hiperbólica la aseveración de algunos autores de que unos 12 generales y 30 coroneles mambises se hallaban entre los independientes; incluso no está claro el grado alcanzado por Pedro Ivonnet en la guerra del 95, aunque algunos historiadores le atribuyen las estrellas de coronel o general sin aportar pruebas documentales.

La plataforma programática del PIC, sin dudas, es una de las más avanzadas de la época: no se limitaban a demandar el cese de la discriminación racial y el acceso de los afrodescendientes a los puestos públicos; sino que abogaban por la enseñanza obligatoria y gratuita hasta los 14 años, la prestación gratuita de la enseñanza secundaria, tecnológica y universitaria, la jornada laboral de ocho horas, seguros contra accidentes de trabajo, leyes que prohibieran el trabajo infantil y un sistema que priorizara a los cubanos en el empleo y la distribución de tierras.

Para propagandizar sus actividades, el PIC tenía desde agosto de 1908 su propio órgano de prensa, Revisión, dirigido por su líder, Evaristo Estenoz, a cargo de dos relevantes secciones: Al trote y Cinematógrafo cubano, en las que fustigaba la discriminación racial y otros males de la neocolonia.

El polémico Evaristo Estenoz

Satanizado desde hace un siglo por la prensa y la historiografía burguesas, es difícil hacer un análisis objetivo sobre Evaristo Estenoz Corominas, más, si de 1912 acá, en las polémicas entre apologistas y detractores, prevalece más lo emocional que lo racional. Incluso no hay consenso sobre su fecha de nacimiento (¿1872?). En su acta de defunción se le define como un hombre de unos 40 años, "hijo del blanco Narciso y la negra Isabel. Nacido en Jarahueca, Santiago de Cuba".

Primeros soldados cubanos en formación

Pero cuando viene a Palacio algún 
representante extranjero, ni en la 
guardia rural ni en la artillería que 
lo escolta forma ningún hombre 
de color

Sabemos que ingresó en el Ejército mambí el 30 de mayo de1896 y alcanzó el grado de teniente, aunque el periodista Manuel Cuéllar Vizcaíno afirmaba que se había licenciado como comandante. En la neocolonia tuvo una sólida posición económica como contratista privado de obra y propietario, junto con su mujer, de una boutique. Participó en la guerra de 1906, de los liberales contra Estrada Palma, y se autoproclamó general.

Contradictorio y controvertido, Estenoz también ha recibido fuertes críticas desde la izquierda. Sergio Aguirre le llamó "personalidad poco definida sin brillo histórico", aunque reconocía su tenacidad por el mejoramiento de sus compatriotas "de color". El historiador proletario José Rivero Muñiz insinuaba que el luego líder del PIC, en la huelga de los albañiles de 1899, de la cual fue uno de sus dirigentes, tuvo una actitud vacilante al caer preso e incluso hizo concesiones a la patronal con el fin de recobrar su libertad.

La Enmienda Morúa

Los Independientes de Color pronto resultaron un peligro para los partidos tradicionales, al restarle parte importante de su electorado. Fueron legisladores negros, temerosos de perder su base política, quienes se prestaron para la ilegalización del PIC. Martín Morúa Delgado elevó al Congreso su célebre Enmienda que impedía la existencia de partidos con individuos de una sola raza, color o clase social. El Senado la aprobó en febrero de 1910; tres meses después, la sancionó la Cámara de Representantes.

El Gobierno de José Miguel Gómez, entretanto, recrudeció la represión contra los Independientes de Color. Por otra parte, estos perdieron la brújula y con infelices declaraciones, se aislaron cada vez más. En Previsión, Estenoz hizo una festinada valoración del levantamiento del 24 de febrero de 1895. Otros dirigentes, durante encendidas arengas, se quitaban el cuello de la corbata, pues no querían "tener nada blanco en su indumentaria".

Según el historiador Jorge Ibarra Cuesta, el gran error del PIC, tras la promulgación de la Enmienda Morúa, consistió en no ampliar las bases de la organización con los blancos pobres del campesinado y otras capas humildes, sin abandonar su programa antirracista, en no acercarse más al movimiento obrero (con el cual tenía intereses comunes) y no concretar una alianza con la minoría radical antiplattista, encabezada por Cisneros Betancourt, Loynaz del Castillo y Eusebio Hernández, entre otros.

En cambio, cometieron otro dislate aún más grave: protagonizar una protesta armada (hay quienes aseguran que Estenoz se opuso a ella pero terminó acatando la decisión de la mayoría) para obligar al Gobierno de José Miguel Gómez a derogar la Enmienda Morúa.

La "guerra racista"

El 20 de mayo de 1912, los Independientes de Color iniciaron su protesta armada. En occidente y Las Villas hubo pequeños brotes y la represión no tomó caminos tan sangrientos; en Oriente se calcularon en más de mil los sublevados, aunque malamente armados y en partidas desorganizadas. No se registraron, por parte de ellos, atropello o asesinato alguno contra la población blanca de la zona. Los daños económicos, en realidad, fueron mínimos.

La prensa burguesa, no obstante, comenzó a vociferar contra "la guerra racista" de los Independientes y "reportaron" ingenios y miles de caballerías de caña incendiados por los sublevados. Varios periódicos habaneros narraron la violación y posterior muerte de una joven maestra blanca en Ramón de las Yaguas y las escuelas de todo el país decretaron quince días de duelo. Luego, en el rotativo El Día, la educadora desmentía la noticia: "…Los rebeldes no se han visto ni a tres leguas de Palma", agregaba.

Más de ocho mil hombres, entre soldados, guardias rurales y voluntarios, pertrechados de fusiles, ametralladoras y artillería, fueron lanzados contra los Independientes. La gran burguesía cubana quería impresionar al amo yanqui. El general José de Jesús Chucho Monteagudo permitió que su tropa masacrara a la población civil negra ajena al levantamiento. Los baleados y ahorcados eran rebeldes solo en raros casos. Bohíos quemados, campesinos negros y mulatos ametrallados cuando trataban de escapar, esa fue la verdadera guerra racista del general Monteagudo y del presidente José Miguel Gómez. Es difícil calcular el monto de las víctimas: algunas fuentes hablan de más de tres mil: otras, de entre cinco y seis mil.

El presidente José Miguel Gómez camina frente a un soldado en un cuartel colonial

Tras promulgar la Enmienda Morúa, el 
Gobierno de José Miguel Gómez recrudeció 
la represión contra los Independientes

El 27 de junio de 1912 murió Evaristo Estenoz. El colega Cuéllar Vizcaíno, quien entrevistara a testigos presenciales, afirmaba que el líder del PIC se había suicidado. Chucho Monteagudo dio la versión que el "teniente Lutgardo de la Torre le dio muerte". La polémica sigue en pie entre historiadores.

Serafín Portuondo, en su monografía sobre los Independientes, aseguraba que Pedro Ivonnet, el otro gran líder de la sublevación, fue asesinado el 16 de julio de 1912. Pero un testimonio del teniente Francisco Aranda aseveraba que el dirigente del PIC se le había rendido el 17 de julio junto con su ayudante. En lo que parecen coincidir todas las versiones es que el entonces teniente Arsenio Ortiz, luego célebre por sus crímenes en el machadato, interceptó a los prisioneros cerca de El Caney y los asesinó.

Con la muerte de Ivonnet, la sublevación de los Independientes prácticamente terminó. Pero siguieron latientes los problemas del negro en la Cuba neocolonial y a pesar de articulados progresistas como el de la Constitución de 1940, persistió la discriminación racial. Hasta 1959.

www.bohemia.cubaweb.cu/2007/06/29/historia/2-independientes-color.html


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