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Evaristo Estenoz: testimonios a propósito de su natalicio
Raúl Ramos Cárdenas
Raúl Ramos Cárdenas
Idalberto Aguilar
Cuando el 27 de junio de 1912 fuera ultimado en las montañas de Mícara el
líder del Partido Independiente de
Color (PIC) Evaristo Estenoz, pocos
imaginaron que a la vuelta de una centuria este hecho se convertiría en
hallazgo para muchos apasionados de la historia que aún quedamos vivos.
Gracias a la labor investigativa de un equipo de trabajo del Archivo
Nacional a raíz de la conmemoración por el centenario de la fundación del
PIC y de la Protesta Armada, tuvimos la suerte de localizar una
información de prensa alrededor de aquellos trágicos acontecimientos, en
la que se confirmaba la identidad del jefe rebelde por un anillo de oro
que este usaba y le fuera sustraído por uno de sus victimarios .
La noticia, aparentemente anecdótica pero de honda sensibilidad humana (la
esposa de Estenoz, la Sra Vicenta García, lo reclamaría posteriormente)
especificaba a su vez que la prenda llevaba inscrita la fecha 6 de junio
de 1901, dato que corroboraba la fecha de su matrimonio. Este
descubrimiento sería de gran utilidad en nuestro quehacer, el cual tuvimos
el placer de compartir con una gran amiga, la documentalista Gloria
Rolando Casamayor, quien lo recreó excelentemente en el capítulo 2 de su
documental “1912. Voces para un silencio”.
Sería digno destacar que Gloria se encargaría de seguir las huellas de
este hallazgo con miras, seguramente, de contar con un fundamento
convincente para su puesta en escena. De manera que con su proverbial
capacidad de trabajo y tenacidad a toda prueba, pudo llegar aún más lejos,
al hurgar en el Archivo de la Iglesia Parroquial del Santo Ángel Custodio,
sitio donde recibieron su bautismo - entre otros - dos grandes
personalidades habaneras del siglo XIX como el Apóstol José Martí y el
genial violinista cubano Claudio Brindis de Salas. Allí pudo comprobar con
asombro, al serle mostrado el documento probatorio, que Estenoz había
contraído nupcias con la Sra Vicenta García en la misma fecha que indicaba
la inscripción del citado anillo , circunstancia que le llevó
posteriormente a indagar en la otrora Parroquia de la Virgen de La
Guadalupe - hoy Iglesia de la Virgen de la Caridad, del actual municipio
de Centro Habana - lugar en que está asentada su fé de bautismo.
Aquel niño que vino al mundo el 26 de octubre del año 1871 y fuera
bautizado el 3 de febrero del siguiente año, era el hijo de una mujer
esclava, la morena Isabel Estenoz, quien puso López de apellido a su
criatura (proveniente de su dueño, el señor Manuel López) pero que, no
obstante, en su mayoría de edad Evaristo lo rechazaría, asumiendo para
siempre, con orgullo, el Estenoz de su madre.
Felizmente, dichas precisiones y otras que pudieran mencionarse, van
superando la incertidumbre e inexactitudes históricas respecto a su
personalidad que, a nuestro juicio, aún necesita de una investigación más
desprejuiciada desde el punto de vista histórico. Somos del criterio que
la inexplicable omisión bibliográfica a partir de los hechos asociados al
genocidio de 1912, afectó en forma de “silencio” a todo un pueblo por
largos años, a la vez que sirvió de justificación a aquella República
neocolonial y racista a la que no convenía el recuerdo de sus “hazañas” y
“éxitos militares”, como reconocieran la prensa escrita y los partes de
campaña por aquellos días.
A 143 años de un natalicio que ya no debe admitir más “silencios” entre
nosotros, me gustaría concluir esta presentación con un testimonio que
traspasa las fronteras del tiempo. Más que evocar a la muerte, se me
antoja pleno de vida, por las circunstancias del mismo, la persona que lo
narró y el lugar en que tuve el placer de experimentarlo.
Hace dos años, el 20 de mayo de 2012, concluían en Santiago de Cuba las
actividades conmemorativas por el centenario del inicio de la Protesta
Armada de los Independientes de Color. El sitio de la clausura, la
localidad de Mícara de Mayarí Arriba, en el municipio santiaguero Segundo
Frente, a la vista de las empinadas montañas que fueron mudos testigos de
una bárbara represión, mi colega Idalberto Aguilar, Presidente de la Unión
de Historiadores de Cuba en ese territorio, regaló a los presentes en el
acto la grabación de una impactante entrevista que nunca olvidaré.
Desde aquí agradeceré por siempre su lindo gesto de enviarme una
trascripción de la misma para compartirla con ustedes.
Mícara, Mayarí Arriba, 1912.
Una inquieta niña, descendiente de un matrimonio perteneciente a la
segunda oleada de habitantes que poblaron esta zona en el siglo XIX,
tendría el privilegio de haber vivido uno de los acontecimientos más
conmovedores de la República Neocolonial.
Consuelo Calunga Macías impresionó en el 2010 a todo el Segundo Frente,
cuando con certera precisión narraba que había sido testigo de la Guerra
de los Independientes de Color y del traslado del cuerpo sin vida de su
líder Evaristo Estenoz.
Hoy, a cien años de la muerte del máximo dirigente de aquel movimiento,
reproducimos un testimonio que ya forma parte de la biografía histórica de
este territorio montañoso.
Consuelo Calunga Macías: “A Evaristo Estenoz, lo mataron en la Veguita. Lo
pasaron atraveza’o en una bestia pa’ Santiago.
Periodista: ¿Usted lo observó?
CCM: Si, si, yo estaba debajo de un” palo” mirándolo que lo llevaban.
P: ¿Qué edad tenia usted aproximadamente en aquella época?
CCM: Muchachita sazona, que caminadora que era, je je je je
P: ¿Por qué supo usted que era Evaristo Estenoz? ¿Quién se lo dijo?
CCM: La voz.
P: ¿La gente lo comentaba?
CCM: Sí. Ese es Evaristo Estenoz!
P: ¿Cuántos iban con él?
CCM: Poca. Ahí si no iban muchos.
P: ¿Eran soldados del Ejército?
CCM: Sí. El Ejército, la fuerza estaba en La Veguita. Allá en La Veguita
fue
donde lo mataron. Una guerra… ¡Como había soldados en esa guerra! Ayyy! …
el Ejército, era la fuerza que fue a buscar a los alzados.
P: ¿Hubo muchos muertos?
CCM: Mi mamá contaba que los machos (cerdos) estaban comiéndose los
alzados que habían muerto, nosotros estábamos chiquitos y ellos veían bien
eso.
Esta es la historia de Consuelo Calunga Macías, que ya es parte de la de
Mícara de Mayarí Arriba y de este país. Un suceso que jamás se repetirá y
que, para bien de todos los cubanos, hoy las manos negras, blancas, indias
y mulatas, todas juntas, ondeamos la misma bandera.
Consuelo Calunga Macías fallecería 4 meses después de habernos concedido
esta entrevista, a la edad de 105 años.
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